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Miradas con historia

Un libro recorre 80 años de fotoperiodismo en España a través de 50 imágenes icónicas

Dolores Ibárruri y Rafael Alberti bajan del brazo por las escaleras del Congreso en junio de 1977.
Dolores Ibárruri y Rafael Alberti bajan del brazo por las escaleras del Congreso en junio de 1977.Marisa Flórez

Los fotoperiodistas son los ojos de la sociedad. Ya lo dice el refrán: una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, este axioma no es del todo cierto. “Todas las fotos tienen una historia detrás. Siempre hay una carga emotiva. El autor es como un padre con muchos hijos, por eso es el menos indicado para seleccionar su trabajo”, señala el fotoperiodista César Lucas. De ello se ha encargado Signo Editores que, en el libro 50 fotografías con historia, propone un recorrido por las imágenes más icónicas de esta disciplina en España durante 80 años. No solo las reproduce, también narra las vivencias de medio centenar de maestros como Enrique Meneses, Agustí Centelles, Marisa Flórez, Gervasio Sánchez o el propio Lucas.

Ché Guevara fotografiado en Ciudad Universitaria durante su visita a Madrid en 1959.
Ché Guevara fotografiado en Ciudad Universitaria durante su visita a Madrid en 1959.César Lucas

“Como editorial no éramos nadie para decidir cuáles eran las mejores fotografías, ese es un tema subjetivo. Nos hemos limitado a hacer un recorrido por la historia de la disciplina con fotos que tienen algo que contar. Tan importante es la imagen como la historia”, explica Gonzalo Revidiego, coordinador editorial. E insiste: “Era necesario presentar la fotografía especializada a un público generalista. La gente no sabe quiénes son Chema Madoz, Cristina García Rodero o que César Lucas, con tan solo 18 años, fotografió al Che Guevara”. Era 1959 y Lucas trabajaba para Europa Press. Antonio Olano, periodista de Pueblo, le anunció que el guerrillero argentino realizaría una escala en Madrid, así que el joven fotógrafo se las ingenió para inmortalizar su visita. Lo hizo delante del Arco del Triunfo de Ciudad Universitaria.

“El Che nos citó un domingo a las seis de la mañana porque a las 15.00 tenía que volar a El Cairo. Quería realizar compras, visitar una plaza de toros y hacer turismo, así que hubo que organizarlo todo”, recuerda el fotógrafo. Lucas, que fue miembro fundador de EL PAÍS, revela que cuando le encargaron disparar al Che no era famoso aún, por lo que pudieron pasear por Madrid. “El personaje se convirtió en mito después de morir. Nunca tienes constancia de estar haciendo una foto icónica. Trabajas en un medio de comunicación y el único objetivo es publicar al día siguiente. Lo mismo pasó cuando fotografié al niño con el puño en alto durante una manifestación en la Transición. Es el tiempo y la memoria los que ponen las cosas en su sitio”.

Imágenes para la posteridad

La Transición dejó muchas imágenes para la posteridad. Una de las más representativas es aquella en la que Dolores Ibárruri, La Pasionaria, y Rafael Alberti, diputados del PCE, descienden por el Congreso en 1977, durante las Cortes Constituyentes. “No eran solo mi foco, también eran el centro de atención de todos los diputados. Eran personajes míticos que acababan de volver del exilio. La foto muestra la sorpresa, la expectativa y el cambio”, reconoce Flórez. Signo Editores incluyó la imagen en su libro aunque Flórez, que trabajó durante décadas para EL PAÍS, también es la autora de otras fotos inolvidables como las del presidente Adolfo Suárez solo en la bancada azul o la instantánea en la que la actriz Susana Estrada muestra un pecho en presencia del entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván. “Me tocó una época fantástica a nivel profesional. Estábamos aprendiendo a vivir diferente”.

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“La fotografía tiene una ventaja sobre los textos: no necesita traducción simultánea, se entiende en cualquier lugar del mundo”, destaca el fotoperiodista Gervasio Sánchez. En 50 fotografías con historia, Sánchez participa con la foto de Sofía y su hija Alía, incluida en su libro Vidas minadas, que narra el impacto que este tipo de armas silenciosas tienen sobre la población. Capturó la imagen en 2007 y, un año después, ganó el premio Ortega y Gasset de periodismo. Sánchez conoció a Sofía en 1997 con 13 años, dos después de que la explosión de una mina cercenara sus piernas. Desde entonces no ha dejado de fotografiarla. “He trabajado toda mi vida en zonas de conflictos. Cuando estos acaban baja el interés mediático, pero yo he continuado narrando dramas personales, que son las consecuencias. La guerra tiene nombres y apellidos, sus víctimas son historias inconclusas y no solo cifras. No hago las fotos para mostrar la magnitud de la tragedia, las hago porque detrás de ese niño que muere podía haber un gran padre, un premio Nobel o el inventor de la vacuna de alguna enfermedad mortal”.

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