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Así se diseñó la victoria de la ‘marca Arrimadas’

Ciudadanos otorgó todo el protagonismo en la campaña a la candidata para reforzarla como referente y capitalizar el voto de los constitucionalistas

FOTO: Arrimadas, en un mitin en L’Hospitalet el domingo 17. / VÍDEO: Declaraciones de Arrimadas tras la victoria del jueves pasado.Vídeo: PAU BARRENA (afp) / atlas
J. J. Gálvez

Las pulsaciones en el equipo de Ciudadanos se dispararon en la noche del 17 de diciembre. Solo quedaban cuatro días para la cita con las urnas e Inés Arrimadas, tras toser, se ausentaba del segundo debate televisivo. Fueron pocos minutos, pero afloraron los peores augurios. "En la primera intervención, ella pierde la voz y parece complicado que vuelva", rememora José Manuel Villegas, secretario general del partido, que califica ese momento como "el más complicado y de mayor tensión" de la campaña. Hasta entonces no habían tenido que desviarse de los planes trazados para la carrera electoral; pero, si la candidata se quedaba afónica en la recta final, debían cambiar sobre la marcha una estrategia diseñada absolutamente en torno a su figura. "Lo vimos todo bastante negro", se sincera Fernando de Páramo, secretario de Comunicación. "Pero remontamos".

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"A base de remedios caseros, de mucha leche con miel y agua con limón, y con mucha raza, la candidata fue capaz de aguantar ese debate y el resto de campaña", resopla ahora Villegas, aliviado, después de que Ciudadanos cosechase más de un millón de votos y saliese victorioso del 21-D. Ese día, aunque las posibilidades de gobernar se esfumaron ante la mayoría absoluta de los partidos independentistas, una formación no nacionalista ganó por primera vez unas catalanas en votos y escaños. Y se debió en gran parte, según insisten varios miembros de la dirección del partido, al análisis que hicieron muchos meses atrás, en enero, cuando pronosticaron que este 2017 habría autonómicas y que, por tanto, debían potenciar de inmediato la proyección de Arrimadas.

Con el objetivo de fondo de capitalizar el voto constitucionalista, Ciudadanos comenzó una carrera para colocar a la dirigente como la gran voz contraria al secesionismo. En febrero fue nombrada portavoz nacional. "Ganaba peso y aportaba una clara clave catalana", señala De Páramo. En mayo celebraron primarias y las bases reeligieron a Arrimadas como candidata para unas hipotéticas autonómicas, que aún ni se avistaban.

Y, a continuación, se plantaron a esperar el devenir de unos acontecimientos que se aceleraron en agosto y septiembre, con la aprobación de la ley de ruptura y la del referéndum; y que se precipitaron definitivamente el 1 de octubre. No habían pasado ni 24 horas del referéndum ilegal y de las cargas policiales cuando Ciudadanos se lanzó a pedir la aplicación del artículo 155 y la inmediata convocatoria de elecciones. "Había llegado el momento que pronosticamos: se iban a celebrar autonómicas en unos términos plebiscitarios y de enfrentamiento entre bloques", dice Villegas.

La formación veía en esta cita también una oportunidad para rentabilizar el resultado a escala nacional de cara al futuro —en menos de un año y medio habrá municipales y autonómicas—. Así que Ciudadanos elevó el presupuesto para la campaña hasta los 2,1 millones de euros, un 31% superior al de los comicios anteriores, y se convirtió en el partido con más gasto previsto para esta llamada a las urnas, por encima de ERC y PP, que fijaron un montante de 1,8 millones. También duplicó la inversión en mailing: pasó de 371.000 a 750.000 euros.

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Había que llegar a todas las casas y pusieron en marcha toda una maquinaria propagandística. Detrás de los 1.102.099 votos cosechados, a falta de que se publique el recuento definitivo, se esconden 85.000 carteles encolados y pegados en las calles, 30.000 banderolas colgadas en 15.000 farolas, más de 180.000 globos y 500.000 folletos repartidos en las 600 carpas informativas instaladas en Cataluña, 6.000 mantas y 8.000 bufandas naranjas regaladas en los actos, y más de 95.000 pegatinas y 20.000 pines del corazón tribandera distribuidos —con las enseñas oficiales de España, Cataluña y la UE—.

Técnicas de empresa

El escaño 36 fue el más festejado. Los gritos de la cúpula de Ciudadanos traspasaron las paredes de la sala donde instalaron su centro de mandos en la noche electoral y resonaron por los bajos del hotel Catalonia Plaza. Acababan de arrebatarle un parlamentario a la CUP y consolidaban la victoria. Atrás quedaban 1.479,2 kilómetros recorridos durante una campaña "sin errores", según De Páramo. "No habíamos tenido que dar volantazos o hacer ocurrencias, como otros, para ganar protagonismo", añade Villegas, que cuenta que ningún cargo debió cambiar su agenda de forma improvisada para respaldar a su candidata —Rajoy lo hizo para apoyar a Albiol ante la debacle prevista—.

"Arrimadas fue el centro y Rivera reforzó las tesis en los medios nacionales", destaca el secretario general y director de una campaña que imitó la mercadotecnia utilizada por algunas compañías. A mitad de campaña lanzó un nuevo cartel de Arrimadas para evitar la "monotonía" —"un retrato de la candidata con toques de pop art", según De Páramo— y se instaló una carpa permanente en una plaza de Barcelona. "La gente podía entrar a cualquier hora y era recibida por diputados. Solo algunas marcas habían hecho antes algo similar".

El acróbata que dejó la campaña en suspenso

Ciudadanos no se cortó. Mientras los independentistas reprochaban al socialista Miquel Iceta que bailara en un programa de televisión cuando los líderes separatistas permanecían en la cárcel, la candidatura de Inés Arrimadas planificó un mitin central con una chirigota y acróbatas. Fernando de Páramo cuenta que en aquel acto vivió un momento de gran tensión. "Estábamos allí los de la dirección de campaña y estábamos sufriendo de que todo saliese bien. Y cuando el acróbata se descolgó en lo más alto para hacer una caída en barrena... fueron los diez segundos más lentos de toda la campaña", relata el secretario de Comunicación de un partido que asegura que no sale frustrado del 21-D a pesar de que las posibilidades de gobernar de su partido se toparon con la mayoría absoluta independentista.

"A mí las elecciones no me han dejado un regusto agridulce. Creo que estamos mejor que antes. Si ellos hubiesen ganado las elecciones, seguirían hablando, como llevan haciendo toda la vida, en nombre de todo el pueblo de Cataluña. Y ya no pueden", repite De Páramo. "Aunque sí que hemos observado con preocupación que el PP y el PSC no fueran capaces de conseguir más escaños para que pudiésemos darle la vuelta a la tortilla", añade.

En esa línea ahonda José Manuel Villegas, secretario general de Ciudadanos: "Los socialistas hicieron una apuesta, aliándose con la antigua Unió, que parecía que podía hacer más daño al bloque independentista". Él reconoce que fallaron al prever que se podía producir una desmovilización de los votantes secesionistas tras años de procés y después de constatarse la fuga de empresas de Cataluña. "Ahora habrá que esperar a ver qué pasa. Hay que dejar pasar los días para ver qué fórmula encuentran Puigdemont y los partidos nacionalistas", continúa Villegas. Ciudadanos ha renunciado a liderar los contactos para formar Gobierno, pese a que fue la fuerza más votada en las pasadas elecciones. Una decisión que le ha reprochado este sábado Xavier García Albiol, líder del PP: "Ciudadanos tiene la obligación de reivindicar el derecho a gobernar. Si todos queremos cicatrizar las heridas del procés empecemos por respetar las normas democráticas", ha pedido el político conservador.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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