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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sin trampas al solitario

La diferencia entre la autonomía mejor financiada y la peor es más del 30%

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.Kiko Huesca (EFE)

El miércoles celebrábamos el día de la Constitución, un día que tiene múltiples significados pero que, sobre todo significa libertad, igualdad y solidaridad.

Precisamente ahora el debate sobre la reforma de nuestra Carta Magna está en la agenda política y concretamente, lo está la articulación territorial. No es casualidad, España es hoy un Estado desordenadamene asimétrico. No lo es por sus singularidades, lo que tendría toda lógica, sino por sus desigualdades. Nacer en una autonomía o hacerlo en otra no es neutral.

Recientemente, el presidente del Gobierno vasco ha planteado la posibilidad de que el resultado de su modelo foral pueda ser tomado como referencia para diseñar el nuevo sistema de financiación de las comunidades de régimen común. Entiendo, desde el máximo respeto institucional, que si el Congreso de los Diputados proporciona al País Vasco estos recursos a través del Concierto y del Cupo será porque los necesitan. Pero se debe comprender que el resto de territorios nos preguntemos sobre nuestra situación y sobre el eterno retraso de la reforma del modelo de financiación de las comunidades del régimen común.

Permítanme que plantee un escenario simulado. En el periodo 2011-2014, las comunidades del régimen común recibieron del sistema una media de 2.033,9 euros por habitante. Por su parte, la media de las dos comunidades forales en ese mismo periodo fue de 4.185 euros. Son datos oficiales del Ministerio de Hacienda.

Extender la financiación de las comunidades forales a todas las autonomías implicaría que el Estado aportase 100.000 millones de euros adicionales al conjunto de las comunidades autónomas de régimen común. Es decir, el doble de lo que aporta en la actualidad.

Valga como ejemplo concreto: la Comunitat Valenciana, la peor financiada de todo el Estado, recibiría 12.000 millones más al año, que se sumarían a los aproximadamente 10.000 que recibe con el actual sistema. Esta cifra satisfaría a muchos, pero coincidiremos que resulta del todo inviable.

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Pero lo que sí que ponen de relieve estos datos es la tremenda desigualdad que viven los españoles y las españolas por lo que se refiere a la financiación autonómica. Más allá de las haciendas forales, desde hace décadas, se aprecian notables disparidades para financiar las mismas competencias dependiendo de los territorios. La diferencia entre la autonomía mejor financiada y la peor es más del 30% entre las de régimen común y eso tiene consecuencias en sanidad, educación y políticas sociales.

Como resultado, en la situación actual no se cumple el principio de solidaridad efectiva que emana del artículo 138 de la Constitución, dado que las diferencias entre comunidades autónomas implican privilegios económicos y sociales; ni el 139, que señala que todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado; ni el 158, que garantiza un nivel mínimo en la prestación de los servicios públicos fundamentales en todo el territorio.

No hay razones objetivas que justifiquen esta diferencia. Por eso cuando el pasado día 6 se cumplieron 39 años de la aprobación de la Constitución, es un buen momento para reflexionar y para actuar.

Reflexionar tanto sobre los éxitos que nos ha traído el actual texto como los desequilibrios que han surgido tras casi 40 años de desarrollo, provocados en muchas ocasiones por una política cortoplacista en lugar de una visión global como país.

Y actuar. Hay que reformar empezando por aquello que ya sabemos que es injusto. Porque las desigualdades entre españoles no pueden esperar. La reforma del sistema de financiación no va contra nadie. La reforma tiene que permitir avanzar en equidad.

Y no hay excusas para no actuar ya, sin que sea necesario esperar a la reforma de la Constitución. No hay excusas para no cumplir con el acuerdo alcanzado en la Conferencia de Presidentes y con la palabra dada por el presidente del Gobierno. No nos hagamos trampas al solitario. Y desde luego no se puede hacer encallar la reforma con planteamientos imposibles ni con demoras injustificadas.

Por eso, simplemente esperamos que la misma celeridad con la que se ha revisado y actualizado el Cupo se aplique también con el modelo de financiación autonómica de régimen común.

Les aseguro que si así fuera las anunciadas y reiteradas dificultades para un hipotético acuerdo desparecerán y la reforma se llevaría a cabo como una exhalación. Desaparecerían incluso las reticencias de aquellos que están, hoy por hoy, autoexcluidos de la mesa de negociación.

Se acerca la navidad y es tiempo de deseos, aunque no de milagros. Pero la igualdad y la solidaridad, ¡ay!, son principios constitucionales.

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