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Rajoy desacredita a Iglesias y cuestiona su nivel para ser presidente

El presidente replica directamente al líder y a la portavoz de Podemos para rebatir que haya razones para la censura y demostrar que no hay alternativa para La Moncloa

Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría este martes en el Congreso.Foto: atlas | Vídeo: EFE / ATLAS
Javier Casqueiro

Mariano Rajoy no solo no ha eludido este martes el cuerpo a cuerpo con Podemos en el debate sobre su moción de censura, la tercera presentada en esta etapa democrática, sino que lo ha querido protagonizar desde el primer momento. Rajoy ha replicado primero a la portavoz de Podemos, Irene Montero, y luego al candidato de ese partido, Pablo Iglesias, con la meta de evidenciar que según su criterio no existen razones objetivas para la moción y tampoco programa ni candidato alternativo en esa formación. Rajoy ha insistido especialmente en descalificar las capacidades de Iglesias para ser presidente y le ha espetado: “No es fiable”.

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El presidente del Gobierno se ha encerrado los últimos cuatro días en La Moncloa, repasando papeles, haciendo llamadas y recibiendo informes, para estudiarse a fondo, como en su época de opositor, el debate de la moción de censura contra su gestión registrada por Pablo Iglesias. En una de esas conexiones ha espetado a un colaborador: “¡Aquí estoy, preparándome, claro, cómo no voy a intervenir!”.

Ha vuelto a leer el programa de Podemos y ha recuperado discursos pasados e intervenciones enteras de Iglesias, en el debate de investidura y hasta en tertulias televisivas, para tener todas las reacciones previstas. Ha redactado incluso, con su equipo, las réplicas por escrito que ha soltado primero a la portavoz parlamentaria de Podemos, Irene Montero, y luego a Iglesias.

Ha escuchado atentamente el largo discurso de Montero y se ha empeñado en darle réplica directa y cuanto antes para certificar una de las dos estrategias que se ha fijado para resolver este debate: rebatir la teoría de que había argumentos para tramitar ahora una moción. También para fijar la posición casi paternalista de que él se considera el líder máximo de un partido y un Gobierno cuestionado en canal por Podemos y debía ser el que saliera en su defensa. Y, finalmente, para ahormar un relato completo para los medios y sobre todo para las televisiones antes de los telediarios de mediodía.

Cuando Iglesias ha salido a escena, ha terminado su prolongada lección de historia, ha desglosado su programa y ha reiterado las denuncias de su portavoz, Rajoy se ha encontrado con el momento que llevaba tiempo esperando. Tras más de seis horas de discursos, Rajoy ha abundado en su gran objetivo de la jornada: desmontar a Iglesias. Es lo que ha llamado ir a “lo importante”. Es decir, concluir si el aspirante que se sometía al examen “era apto o no” para ser presidente en su lugar.

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Rajoy no ha demorado sus conclusiones y ha cuestionado todas las capacidades de Iglesias para ese cargo y para subrayar que el candidato de Podemos “no es fiable ni inspira confianza”. El líder del PP ha sostenido desde el comienzo la tesis de que los españoles no quieren que Iglesias “les gobierne” porque lo han dicho en dos elecciones y porque “cuanto más le conocen menos le votan”. Rajoy ha recalcado ahí que el “experimento de populismo de izquierdas” de Podemos se disuelve porque perdió un millón de votos entre los comicios del 20-D de 2015 y el 26-J de 2016.

El jefe del Ejecutivo ha profundizado de forma contundente en esa herida contra la fiabilidad de Iglesias: “Un Gobierno presidido por usted o donde usted goce de alguna suerte de influencia sería un gobierno letal para el bienestar general y para el modelo de convivencia que nos hemos dado”. Rajoy no ha soltado esa presa y ha reiterado: “Usted no debe ser presidente de todos los españoles por el sucedáneo de programa de gobierno que nos ha presentado pero también por lo que ha dicho y hecho”. Y le ha reprochado sus exageraciones, excesos y generalizaciones.

El dirigente del PP ha recalcado que Iglesias no debería ser presidente por su concepción de la política como mero espectáculo de imagen para las cámaras: “Para usted la política son gestos, puestas en escena, eslóganes, poses fotográficas”. Rajoy ha incidido en la idea admitida en alguna ocasión por Iglesias de que los verdaderos debates ahora se ejecutan en los platós de televisión para incapacitarle por su devoción a los “ardides publicitarios”.

El presidente tenía ganas de oponerse a Iglesias para confrontar dos modelos muy diferentes de ver la política pero también para enfrentar sus dos estilos. Rajoy se presenta así como el jefe fiable, estable, sólido, previsible, preparado, trabajador y presentable en Europa y en el mundo. Y a Iglesias le ha retratado como un “insolente deliberado” y “procaz” que con una “liturgia redentora” y un “barniz de impertinencia” teatraliza su “repugnancia moral” contra la casta, la trama y el Ibex 35.

El líder del PP ha corroborado así que ese comportamiento “desabrochado” e “inflamable” de Iglesias le inhabilita para ser jefe de Gobierno, así como su “obsesión” por dividir España entre “buenos y malos, dignos e indignos, decentes e indecentes, saqueadores y explotados”. Rajoy le ha achacado la imposibilidad para dirigir una nación por su necesidad de revancha, por fomentar los escraches contra rivales políticos, por su concepto amedrentador contra algunos medios, por su vocación por alentar todos los desastres del país para sacarles provecho electoral, por su visión confusa sobre la división de poderes. Y, finalmente, por no responder a una pregunta que ha repetido varias veces sobre Cataluña y la soberanía nacional: “¿Todos los españoles tienen derecho a decidir sobre lo que quieren que sea su país?”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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