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Entre la euforia y el vértigo

Los españoles vivieron las primeras elecciones democráticas de la nueva Monarquía con mucha ilusión y algo de incertidumbre, incluso miedo

Suárez y Gutiérrez Mellado aplauden la aprobación del Proyecto de Reforma Política, que articuló la transición democrática española, en noviembre de 1976.
Suárez y Gutiérrez Mellado aplauden la aprobación del Proyecto de Reforma Política, que articuló la transición democrática española, en noviembre de 1976.EFE

Faltaban poco más de dos meses para la celebración de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, cuando el Gobierno de Adolfo Suárez anunció, el 9 de abril de 1977, la legalización del Partido Comunista de España (PCE). Era Sábado Santo y supuso el pistoletazo de salida para unos comicios auténticamente abiertos a todas las fuerzas políticas, después de más de 40 años de dictadura y en una España que había recuperado la monarquía un año antes.

El rey Juan Carlos se lo había anunciado a Santiago Carrillo unos meses antes. Lo explicaba él mismo en el documental que dirigió Miguel Courtois en una coproducción entre las televisiones públicas de España y Francia y que TVE guarda en un cajón sin emitirlo. “Envié un hombre de mi plena confianza a ver a Carrillo para que le transmitiera un mensaje”, explica el Rey emérito: “Vamos a legalizar el Partido Comunista, pero yo decidiré cuándo y cómo”.

El 18 de marzo de 1977, el Boletín Oficial del Estado publicaba el decreto de convocatoria de las primeras elecciones generales democráticas tras las de 1936 (las últimas de la II República), y ni el PCE ni los múltiples partidos de orientación comunista habían sido legalizados. El PSOE consiguió ser legal el 18 de febrero, pero pasaban los días y el Gobierno de Adolfo Suárez no movía ficha. La derecha presionaba para mantener al partido de Santiago Carrillo al margen de las elecciones, pero finalmente se impuso la razón y el Sábado de Gloria se produjo la resurrección del PCE en nuestro país.

Montaña rusa de emociones. La primera de ellas fue la convocatoria de una semana de movilizaciones en favor de la amnistía general

Ese era el ambiente de un año que iba a cambiar la historia de España. Se vivía con ilusión, incluso con cierta euforia, la vuelta a la democracia. Sin embargo, la incertidumbre y el miedo pesaban en el ánimo de los españoles. Se había enterrado al dictador, Francisco Franco, y con él su régimen fascista, pero la reinstauración monárquica planteaba muchas dudas y muy pocos ponían la mano en el fuego hasta que no hubiera una nueva Constitución.

De eso se trataba: convocar unas elecciones para formar unas Cortes Constituyentes que consolidaran los principios democráticos por los que clamaban los españoles. En julio de 1976 Adolfo Suárez había formado su primer Gobierno, designado por el Rey, y en noviembre de ese mismo año las Cortes franquistas habían firmado su sentencia de muerte al aprobar la Ley para la Reforma Política. Ahora había que pisar el acelerador y dirigirse cuanto antes hacia un sistema auténticamente democrático.

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Pero 1977 no pudo empezar peor. El 24 de enero, un grupo de ultraderechistas adscritos a la Alianza Apostólica Anticomunista (la Triple A) asesinó a cinco abogados laboralistas de CC OO en su despacho de la calle de Atocha. El atentado de Atocha movilizó a millones de demócratas contra los restos del fascismo, pero también creó una sensación de que el camino hacia la libertad no iba a ser tan fácil como parecía. Además, la banda terrorista ETA seguía asesinando, mientras una misteriosa organización supuestamente de izquierda (los GRAPO) secuestraba y mataba gente, y grupos ultraderechistas intentaban sembrar el pánico en la calle.

Era un tiempo en el que se hablaba de democracia, pero seguían vigentes leyes y costumbres de la dictadura. Los que dirigían el proceso habían vestido camisas azules y los ciudadanos dudaban de su auténtica vocación democrática. A pesar de todo, España continuaba su camino hacia la libertad. El 1 de abril, una semana antes de legalizarse el PCE, el Gobierno de Suárez derogó la censura de prensa; un sistema que había cercenado la libertad de opinión durante los largos años de la dictadura.

En esa montaña rusa de sensaciones, el mes de mayo trajo varios acontecimientos destacados en plena campaña preelectoral. El primero de ellos fue la convocatoria de una semana de movilizaciones en favor de la amnistía general. Lo que empezó como unas manifestaciones pacíficas degeneró en batallas campales con el resultado de siete muertos. Las fuerzas de seguridad todavía no se habían sumado a las nuevas reglas de la democracia. La Ley de Amnistía fue aprobada el 14 de octubre de 1977 por las nuevas Cortes.

Portada de EL PAÍS del 16 de junio de 1977.
Portada de EL PAÍS del 16 de junio de 1977.

El 14 de mayo, don Juan de Borbón dio un paso importante en favor de la credibilidad democrática del rey Juan Carlos. Ese día, en un acto muy simbólico y poco protocolario, renunció a sus derechos dinásticos en la persona de su hijo. Entonces no se dio demasiada importancia al acto, pero posteriormente se demostró imprescindible para que el Monarca pudiera seguir adelante con sus planes de reforma en España. Don Juan había ejercido una dura oposición a Franco desde el exterior, aunque había ido negociando con él para la reinstauración de la monarquía, que finalmente se realizó en la figura de su hijo. La renuncia a sus derechos supuso un aldabonazo a los planes de futuro del nuevo Rey.

Dos semanas después, Torcuato Fernández Miranda, una de las figuras clave en los primeros meses de la transición democrática junto al Rey y a Adolfo Suárez (sin olvidar al cardenal Tarancón), presentaba su dimisión como presidente de las Cortes. Se ponían de manifiesto las primeras grietas en las relaciones de las tres personas que lideraron el proceso y se confirmaba que Suárez había decidido que ya podía volar solo.

Cuenta don Juan Carlos en el documental Yo, el Rey que en sus primeros días de reinado, en 1976, preguntó a Torcuato Fernández Miranda, que había sido su preceptor durante años, qué puesto quería en la nueva organización política. Y el político le respondió: “Señor, por supuesto que me gustaría ser presidente del Gobierno, pero creo que le puedo ser más útil como presidente de las Cortes”. Y así fue.

El mes de junio tampoco trajo buenas noticias. Desde el entorno del empresario Javier Ybarra, que llevaba semanas secuestrado por ETA, se anunciaba que se había roto el diálogo con los secuestradores y que todo hacía presagiar un final trágico, como sucedió el 23 de junio, en el que su cadáver fue encontrado en el alto de Barazar, junto al monte Gorbea, en Bizkaia.

La campaña electoral estaba ya lanzada, con una previsión de más de 22.000 mítines. Allí estaban Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Joaquín Ruiz Giménez, Enrique Tierno Galván, Jordi Pujol y otros muchos líderes políticos haciendo campaña por ganar las primeras elecciones democráticas tras la dictadura. En ese enorme rompecabezas de fuerzas políticas se incluía hasta el brazo en alto de Blas Piñar, secretario general de Fuerza Nueva y máximo representante de la dictadura.

Movilización espectacular. La campaña electoral se lanzó con más de 22.000 mítines de los distintos partidos políticos

El ambiente de fiesta y de libertad fue en aumento a medida que llegaba el día de la votación. EL PAÍS hizo un despliegue el domingo 12 de junio (por entonces, las elecciones se celebraban en día laborable) con la edición de una extensa guía para votar (era la primera vez para la mayoría) y la publicación del último sondeo electoral. La encuesta auguraba que los partidos de centro-derecha (UCD) y centro-izquierda (PSOE) ganarían las elecciones a los de la derecha (AP) y la izquierda (PCE), como luego sucedió.

El día de las elecciones, miércoles 15 de junio de 1977, subió la Bolsa de Madrid, como un augurio de que España iba a comenzar una nueva etapa de esperanza. Una subida que reflejaba más las expectativas que la realidad, porque se acababa de anunciar que la inflación había superado el 9% en solo cuatro meses (enero-abril) y que los déficits comercial y fiscal estaban desbocados. El por entonces profesor de Economía Enrique Fuentes Quintana había dicho en plena campaña que “la situación económica española es insostenible”.

Tras ganar las elecciones, Adolfo Suárez le nombró vicepresidente económico del Gobierno, y en ese mismo verano del año 1977, Fuentes Quintana inició las negociaciones de los Pactos de la Moncloa que encauzaron la economía del país y supusieron uno de los arcos de bóveda del espíritu de la transición democrática: el diálogo, la renuncia y el acuerdo por un objetivo común.

Santiago Carrillo muestra su carné del Partido Comunista en diciembre de 1976, antes de ser legalizado.
Santiago Carrillo muestra su carné del Partido Comunista en diciembre de 1976, antes de ser legalizado.Marisa Flórez

El 15 de junio votaron 18.324.333 españoles. Los resultados tardaron varios días en ser oficiales. Era la primera vez, no había costumbre y era imprescindible que no hubiera errores en el conteo. Como decían las encuestas, la UCD de Adolfo Suárez ganó las elecciones con 6,31 millones de votos y 165 diputados. Le siguieron el PSOE de Felipe González (5,37 millones de votos y 118 diputados), el PCE de Santiago Carrillo (1,71 millones de votos y 20 diputados) y la AP de Manuel Fraga (1,50 millones de votos y 16 diputados).

El año 1977 fue esencial en el proceso democrático en nuestro país. Los españoles vieron que la libertad se iba abriendo camino, aunque también comprobaron que no iba a ser tarea fácil. Pero la ilusión se impuso sobre el miedo, y el vértigo se fue controlando poco a poco.

Entre los recuerdos de ese año figura el estreno de la primera película de la serie de La guerra de las galaxias, de Georges Lucas, o de Romeo y Julieta y Doctor Zhivago. Fue el año de la muerte de Elvis Presley, Groucho Marx, María Calas o Howard Hawks. El Premio Cervantes se lo llevó Alejo Carpentier, y el Planeta, Jorge Semprún, por su novela Autobiografía de Federico Sánchez. La Liga de fútbol la ganó el Atlético de Madrid, y la Copa de Europa, el Liverpool, mientras que la Liga de baloncesto la ganó el Real Madrid, y la de Europa, el Maccabi de Tel Aviv. El Oscar se lo llevó la película de Woody Allen Annie Hall, y el Premio Nobel de la Paz, la organización Amnistía Internacional.

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