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Gibraltar

España espera aprovechar ahora la negociación bilateral con Londres

El Gobierno de Rajoy se ve en ventaja por primera vez en los 304 años de conflicto con el Peñón de Gibraltar

Javier Casqueiro
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Jaime Villanueva

No hay prisa. “Sosegados y con calma” es cómo admitió este viernes el minitro portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, que se espera ahora en Madrid la futura negociación bilateral con Londres sobre el futuro del Peñón de Gibraltar una vez se ejecute la salida del Reino Unido de la Unión Europea a partir del 30 de marzo de 2019. Después de 304 años de conflicto, tras la cesión de esa soberanía con la firma del tratado de Utrecht, el ejecutivo de Mariano Rajoy siente que España juega por primera vez en esta historia con ventaja. La estrategia ordenada es básica pero firme. No hay que precipitarse, ni meter la pata ni replicar declaraciones o soflamas británicas. El mandato se ciñe a que no pasa nada por aguardar otros dos años, esperar que el Reino Unido deje definitivamente la UE, que Gibraltar se quede en un “limbo anacrónico” como una excolonia de un país que ya no es socio y negociar entonces otro estatus, sobre todo para los ciudadanos británicos y españoles afectados de la zona.

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El Gobierno de Rajoy está “satisfecho” con la situación actual, como admitió este viernes Méndez de Vigo. Muy satisfecho. La posición objetiva de España en este contencioso es ahora mejor y más fácil que antes del Brexit. Tanto que el portavoz se permitió ser galante al no responder a las provocaciones de algunos políticos británicos que han recordado ahora la firmeza de Margaret Thachter con la guerra de las Malvinas. Méndez de Vigo citó a Julio Iglesias, el cantante: “Dicen tantas cosas, ya no saben que decir”.

Y esa tranquilidad y templanza no es casual ni fruto de una quiniela. La diplomacia española y los expertos en Bruselas llevan meses trabajando con el resto de los socios de la UE y con las autoridades europeas una postura común ante este posible escenario. Ahora toca recoger esos frutos.

Por eso gustó tanto la respuesta facilitada por el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, a la carta de la primera ministra británica, Theresa May, en la que ésta oficializaba la salida de la UE y el mandatario comunitario le ratificó la capacidad de veto futuro de España ante cualquier negociación: “Una vez que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la Unión Europea y Reino Unido se podrá aplicar al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre España y Reino Unido”.

En esa carta de May no figuraba ninguna alusión a Gibraltar, aunque luego ha tratado de corregir ese lapsus con manifestaciones públicas. Fuentes del ejecutivo español defienden que esa omisión fue un gran error diplomático y de estrategia. No se atreven a consignar que fue un olvido premeditado consecuencia del hartazgo de este conflicto histórico. El portavoz de Rajoy resumió así la tesis española: Dentro de dos años el Reino Unido y sus territorios dependientes estarán fuera de la UE, con o sin acuerdo y, por consiguiente, “no les serán aplicables las normas del derecho comunitario” y a partir de ahí “todo lo que concierna a Gibraltar tendrá que ser resuelto por el Gobierno británico y el español”.

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Méndez de Vigo sí quiso precisar que desde ese momento la Unión Europea “tampoco tendrá nada que ver con otros debates posteriores que serán sólo debates entre el Reino Unido y España”. Es decir, que a partir de que tenga lugar el Brexit en 2019 todos los acuerdos o tratados futuros que se cierren con el Reino Unido sobre el tráfico aéreo (el aeropuerto de Gibraltar está construido sobre terreno español) o asuntos comerciales o financieros solo se aplicarán al Peñón si Londres y Madrid así lo deciden.

España ya no está tan obsesionada como hasta ahora con insistir en la posición de la soberanía compartida con Gibraltar o en poner problemas de tránsito en la verja. Los expertos españoles recuerdan que en la roca hay otros asuntos peliagudos, como sus 32.000 sociedades instaladas o que sus habitantes fumen cada uno 10 millones de cajetillas al año. Las autoridades de Gibraltar precisan que en el Registro Mercantil de la roca (Companies House) están en estos momentos activas 14.321 empresas y que la cifra de importación de cajetillas de tabaco al año se fijó en 117 millones en 2014 y desde entonces ha descendido un 30%.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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