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El PP y la Iglesia homenajean a un cura que estafó a una anciana con alzhéimer

El presidente del Parlamento gallego lidera una campaña de reconocimiento público para el sacerdote, creador de la principal entidad asistencial privada de Galicia

Concentración en 2011 de apoyo al cura Moure tras ser condenado.
Concentración en 2011 de apoyo al cura Moure tras ser condenado.NACHO GÓMEZ (EL PAÍS)

El sacerdote ourensano Benigno Moure (Arnoia, 1932), creador y actual presidente de honor de una de las más grandes entidades asistenciales de España, la Fundación San Rosendo, recibe desde comienzos de año continuos reconocimientos por parte de representantes de instituciones públicas y privadas, en su mayoría vinculadas al PP, y de la Iglesia católica. Conmemoran así los 25 años de andadura de la entidad benéfico-privada que Moure ha llevado a elevados niveles de rentabilidad: tiene un presupuesto de 47,3 millones de euros y posee 70 centros asistenciales (geriátricos, apartamentos tutelados, centros de discapacidad, de rehabilitación y balnearios) repartidos por las cuatro provincias gallegas desde los que da empleo directo a 1.650 personas.

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Un logro sobre el que, no obstante, se extiende una mácula: entre 1998 y 2001 Moure estafó cerca de 600.000 euros a una anciana con alzhéimer ingresada en una de las residencias de su boyante fundación. En 2008 fue condenado en sentencia firme del Tribunal Supremo a cinco años de cárcel de los que cumplió apenas un par de meses, a finales de 2011, tras un sinfín de apelaciones y actos multitudinarios en su favor liderados por los mismos dirigentes del PP gallego que ahora inician una campaña para reclamar honores provinciales, autonómicos y estatales para el cura “visionario”.

Don Benigno fue siempre un adelantado a su tiempo y así lo acreditan muchas iniciativas que impulsó, pioneras en su contexto”, elogió hace unos días el presidente del Parlamento gallego, Miguel Ángel Santalices (PP), la figura del cura condenado por estafa y apropiación indebida. Fue en el acto de presentación del libro Veinticinco años dando vida a los años, con el que la fundación que Moure nunca ha dejado de presidir -honoríficamente desde la condena- realiza una exaltación de su gestión.

En términos similares se ha expresado el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro (obispo de Ourense entre 1997 y 2002) en el acto de homenaje. Osoro definió a Moure como “un hombre tan excepcional como su obra". "Al que quiero y admiro”, añadió. “Acostumbro a decirle que repite la historia de San Pablo cuando escribe que no hizo otra cosa en su vida que trabajar por los pobres”. Las palabras del arzobispo de Madrid y de Santalices las hace suyas, y las recoge en su blog, el diputado en Cortes Celso Delgado, también del PP.

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Moure no es un cura cualquiera. Presidente de Cáritas Diocesana en Ourense desde los años setenta, creó a su calor una entidad benéfica paralela con funciones de asistencia social. En 1992 el Obispado de Ourense, alertado por el patrimonio que comenzaba acumular Cáritas en esta provincia, incomparable al del resto de sus sedes españolas, le recomendó la segregación. De ese consejo nació la Fundación San Rosendo, alimentada en parte por subvenciones de instituciones públicas, presididas por los mismos que lo ensalzan, y también por donaciones privadas.

En el caso de la anciana incapacitada a la que estafó los 600.000 euros, la Justicia consideró probado que Moure “se aprovechó del deterioro progresivo e irreversible de la capacidad intelectiva de la anciana y transfirió a cuentas de la fundación 495.758 euros y cargó gastos, sin soporte documental, por valor de otros 37.433 euros”. Cuando la mujer falleció, en 2003, todo su capital figuraba en cuentas de la fundación.

Cuando el cura ingresó en la cárcel, tras un trienio de requiebros judiciales, tenía 78 años. Cumplió en la enfermería apenas dos meses de la pena de cinco años a la que había sido condenado: la junta de tratamiento de la prisión ourensana de Pereiro de Aguiar le concedió la libertad condicional, sin necesidad de que expresase públicamente su arrepentimiento, a la vista de los informes médicos que acreditaban nueve patologías, varias de ellas óseas y la necesidad de usar una cama motorizada ortopédica mientras Moure, en libertad condicional, caminaba erguido y sin bastón por las calles de la ciudad.

Tampoco ha tenido que renunciar el sacerdote a las mayores distinciones de la comunidad autónoma -la medalla Castelao y la de Galicia, que le fueron concedidas durante los mandatos de su amigo Manuel Fraga en la Xunta- por su “meritoria labor” asistencial. La de Fraga no fue la única amistad del cura con dirigentes políticos. El presidente del PP y de la Diputación de Ourense durante dos décadas, José Luis Baltar, condenado también judicialmente (en su caso por enchufismo) y sucedido por su hijo José Manuel en todos su cargos, llegó a movilizar en 2011 a una multitud encabezada por representantes institucionales de su partido, empresarios y constructores para reclamar que Moure no entrase en prisión. “Debe pesar más su larga trayectoria buena que la mala”, argumentó un enardecido Baltar para reclamar la libertad del condenado.

Las reivindicaciones de la figura de Moure son constantes. El pasado septiembre la fundación que creó y que aún preside honoríficamente recibió otra medalla: la de la Asociación Penitenciaria Concepción Arenal de Lugo. El colectivo, que lucha por la inclusión social de personas que han cumplido penas de prisión, agradeció con esta distinción la colaboración de la entidad creada por el sacerdote “en el ámbito de la reinserción y cumplimiento de trabajos en beneficio a la comunidad en sus centros de mayores” de exreclusos.

En 2009 el sobrino de la anciana estafada expresaba su extrañeza porque Moure se pasease “con su pasado glorioso intacto”, en alusión a las mayores distinciones de la Xunta, pese a la severa condena judicial y se preguntaba si sería fruto de algún milagro o se debía a que “en este país la justicia se interpreta según la dirección en la que chifle el viento”. Trascurrida casi una década de la sentencia, el viento parece haberla barrido por completo: mientras la Fundación San Rosendo celebra su 25º aniversario creando unas becas con su nombre, destinadas a sus empleados, dotadas con 100.000 euros en su primera edición y celebra actos sobre Los retos del alzhéimer y Los derechos fundamentales del anciano, el presidente del Parlamento gallego insta a la concesión a Moure de una nueva distinción para su medallero: “La de la provincia de Ourense, que aún le falta”.

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