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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Roma, Malta, ‘Brexit’, Gibraltar... Murcia

Rajoy desdeña la crisis política murciana enfrascado en su apretada agenda internacional

Javier Casqueiro
Maria Dolores de Cospedal, Mariano Rajoy, y Martinez Maillo este lunes.
Maria Dolores de Cospedal, Mariano Rajoy, y Martinez Maillo este lunes.Carlos Rosillo

Mariano Rajoy convocó este lunes por primera vez a su remozado comité ejecutivo nacional tras el congreso del PP y en la reunión, que duró algo más de una hora, no se pronunció la palabra Murcia. Tampoco hubo ningún debate y las intervenciones ajenas al discurso de Rajoy fueron protocolarias, como el informe de la secretaria general, Dolores de Cospedal, o la despedida de la presidenta saliente de Nuevas Generaciones. La rueda de prensa posterior, que encaró con evidente incomodidad el portavoz oficial Pablo Casado, se focalizó casi una hora sobre la crisis política en Murcia, la inminente moción de censura, el nuevo auto del juez Eloy Velasco contra el presidente de dicha comunidad, Pedro Antonio Sánchez, y las complejas relaciones del PP con Ciudadanos. Sin novedades. El asunto está enquistado hace semanas.

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El PP respalda aún a Sánchez y no se plantea su relevo, por ahora. Irán “paso a paso” hasta que se confirme formalmente su imputación o hasta que Ciudadanos desista de pactar una moción de censura con un PSOE, el de Murcia, que no es el de la actual gestora nacional y con la anuencia de Podemos, al que los populares sitúan cercano a los etarras y a Arnaldo Otegi.

El propio Rajoy, volcado en su apretada agenda internacional, con citas y cumbres que se suceden entre Bruselas, Roma y Malta, hace lo que puede para evitar responder y desdeñar las escasas preguntas que permite a los periodistas que le siguen, a los que elude otra vez como en la peor etapa de su mayoría absoluta. No le gusta nada el interés de los informadores por la inestable situación institucional en Murcia ni le agrada que le estropeen su reluciente álbum de fotos con Angela Merkel, François Hollande, Jean-Claude Juncker, Donald Tusk y otros líderes europeos y mundiales con alusiones murcianas al caso Auditorio o la derivada del caso Púnica.

Rajoy está especialmente ocupado estas semanas en el futuro de Europa, de España, del Brexit, de Gibraltar, de Cataluña, en el mensaje que se podría enviar al mundo si se aprobasen los Presupuestos de 2017, en “ganar a las previsiones” económicas sobre empleo y crecimiento. En su agenda próxima están Brasil, Uruguay y China. No Murcia. En su periplo por los cónclaves regionales no eligió una parada donde Sánchez fue confirmado abrumadoramente como candidato único a presidente regional. Rajoy no se ocupa de ese enredo. Sus colaboradores directos sí y le comunican mensajes confusos, nada halagüeños.

En las últimas campañas y en varias comparecencias, Rajoy ha mostrado su apoyo a Sánchez y sobre todo a su presunción de inocencia, porque le han contado que ya padeció una docena de denuncias similares de la oposición socialista cuando era alcalde de Puerto Lumbreras (14.600 habitantes) y ninguna prosperó. Se queda ahí. Sobre todo después de lo que sucedió con Rita Barberá. No tiene deudas pendientes con Sánchez, porque no pertenece a su círculo de confianza ni es un pata negra del partido, pero no quiere decapitarle gratis por el empeño de Ciudadanos y de su líder, Albert Rivera, un recién llegado del que no entiende que se permita así de esta manera imponerle cómo debe de actuar en política y, menos aún, dentro del PP.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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