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“Mi madre dio las gracias a mi hermano por matar a mi padre”

Ángel Cortés habla 10 días después de que su hermano matara a su progenitor

Manuel Viejo
Ángel Cortés pintando uno de sus cuadros
Ángel Cortés pintando uno de sus cuadrosÁlbum familiar
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“My mother thanked my brother when he killed my dad”

Este martes Ángel Cortés volvió a dar clase de dibujo a unos niños en una academia de Cáceres. Hace 10 días su hermano mató a su padre, de 68 años, con una escopeta en casa, donde también se encontraban su madre y su hermana. “Ella me llamó a las 5.15 de la mañana. Era una llamada que, por desgracia, me esperaba desde hace muchos años. Pero pensé que iba a ser al revés, para decirme que mi padre había matado a mi madre”. El caso sigue bajo secreto de sumario y su hermano Daniel, 38 años, en prisión.

No. No denunciaron nunca. Dice que su madre, Toñi, 67 años, “estaba coartada y absolutamente amenazada”. Cuenta que en una ocasión ella no podía más y le dijo a su padre que iba a llamar a la Guardia Civil. “Si denuncias”, le contestó, “te mato a ti, a ellos —refiriéndose a él y a sus dos hermanos— y a todo aquel que vaya entrando por la puerta”. Dice que esa era la normalidad en su casa. “Cada vez que escuchaba una ambulancia me estremecía y me decía, por Dios, que no vaya para mi barrio”. La violencia machista, a diario. “Los desprecios, las humillaciones, los insultos, los golpes, los porrazos, todos los días. Cuando estábamos nosotros procuraba no hacerlo, pero, aún así, lo hacía. Así, 38 años. Y un año tiene 365 días y un día 24 horas, multiplica”.

No. Tampoco hablaban de los malos tratos entre los hermanos. “Sé que es difícil de entender”, dice, “aunque entre nosotros nos llevábamos muy bien, solo comentábamos algo cuando en un bautizo o en alguna boda familiar mi padre no la liaba”—en el barrio le tenían prohibida la entrada en cuatro de los cinco bares por su comportamiento—.

“Imagina que estás atado de pies y manos en un sillón, y tu madre está enfrente. Y ves a una persona que cada vez que pasa, le insulta, le empuja, le pega, le humilla, se ríe de ella. 38 años después, te desato. ¿Qué harías?”, relata como ejemplo de lo que, a diario, se vivía en casa.

Ángel llevaba seis meses sin ver a su padre. “Me llamaba por teléfono pero no se lo cogía”. Dice que su hermana Lourdes, 44 años, llevaba un año sin verlo, aunque vivían en la misma casa. “Ella comía antes de que él llegara. Al terminar, para no verle, se iba a la habitación. Cuando mi padre dormía la siesta aprovechaba y se iba a trabajar”.

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—¿Ha podido ver a su hermano?

—Sí, el sábado y el domingo.

Fueron los tres. Su hermana, su madre y él. “Lo primero que hizo mi madre fue darle las gracias. Durante una hora y media no se soltaron de la mano. Le hemos dicho que en cuanto salga nos vamos los cuatro al Bernabéu. Trato de pensar que Dani no está ahí porque, si lo hago, me entra como un ardor por el pecho”.

La semana que viene Ángel cumplirá 42 años. En su rostro, al cuarto pitillo y tras dos horas de conversación, resaltan más las ojeras. Cuenta que se marchó de casa en 1996 para alistarse en el Ejército, donde estuvo ocho años: Valencia, Badajoz, Bosnia. “Fui para pagar una deuda que tenía mi padre. Nunca me lo agradeció”. Ahora, vive de la pintura.

—¿Qué le decía su padre de sus cuadros?

—Yo no he tenido padre.

—¿Os puso la mano encima alguna vez?

—A nosotros no; a mi madre sí.

Dice que para que una persona entienda lo que ha pasado, no puede pensar en un entorno familiar. “El otro día se lo decía a un primo mío: ‘Si yo me entero de que tú has matado a tu padre, no me lo creo. Merecerías pudrirte en la cárcel". "Al nuestro, nosotros no lo veíamos como a un padre desde hace muchísimos años. Yo no admiraba a mi padre, es más, yo odiaba a mi padre”.

La noche del crimen su hermano llegó a casa sobre las 3.30 de la madrugada y entró al baño. Allí, según él mismo confesó en la comisaría, su padre comenzó a insultarle pensando que era su madre la que estaba dentro. Al salir, agarró la escopeta familiar y lo mató.

En las calles, en los locales y en los bares del barrio de El Perú de Cáceres se sigue hablando del asunto. Esta semana varios comercios empezaron a pedir firmas para solicitar la absolución de su hermano. Cuando la familia se enteró, decidió canalizarlo a través de una petición en la plataforma Change.org. Llevan 4.000 firmas en cuatro días.

—¿Y ahora?

— Ahora somos una familia. Antes no nos dábamos besos ni abrazos entre nosotros. Era una situación extraña, no sé cómo explicarlo. Era mi padre quien nos hacía ser así; lo hemos vivido desde niños. Gracias a mi hermano tendremos una nueva vida. Sobre todo, mi madre.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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