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La pobreza hiere la democracia

Las zonas de las ciudades con mayor abstención coinciden con los barrios con índices más altos de exclusión social

En una esquina, frente a la estación de tren de San Cristóbal de los Ángeles, luce una pequeña pintada en negro. Fuck patria, se lee sobre la pared de ladrillo de este distrito obrero, localizado a más de 11 kilómetros de la Puerta del Sol y encerrado entre la antigua carretera de Córdoba y las vías ferroviarias. El lema —Puta patria, se traduce— resuena como un grito antiestablishment en este punto de la capital donde, precisamente, el sistema electoral languidece y se evidencia la desafección hacia las urnas. Aquí, según datos del Ayuntamiento de Madrid, solo el 50,07% de las personas con derecho a voto depositó una papeleta en los últimos comicios municipales de 2015. Una cifra que convierte a San Cristóbal en el barrio con mayor abstención de la ciudad. “Muchos vecinos no confían en ese método de participación política”, sentencia Manuel Basagoiti, coordinador de un proyecto de intervención comunitaria en la zona.

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"La gente no vota porque siente que desde la política institucional no se van a resolver sus problemas", continúa Basagoiti, de la asociación EcyS (Educación, Cultura y Solidad), al describir la realidad de un barrio humilde donde la tasa de paro registrado casi duplica la de la localidad —17,59%, frente al 9,29% del conjunto de Madrid, según las cifras del Consistorio—; donde el 45% de los vecinos ha nacido fuera de España; donde el 36,9% no ha conseguido terminar los estudios primarios y donde solo el 5% ha ido a la universidad. Pero, ¿existe relación entre toda esta batería de datos y el alto nivel de abstención? "La correlación entre vivir en una zona caracterizada por la carencia de todo tipo de recursos [como económicos y educativos] y la abstención electoral es altísima", concluyen Braulio Gómez y Manuel Trujillo, de la Universidad de Deusto y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) respectivamente, en el estudio Urnas vacías.

Este informe, publicado en el Observatorio Social de La Caixa, recalca que los ciudadanos de los barrios con mayor nivel de exclusión social participan menos en los comicios. Una tesis que comparte Oriol Bartomeus, profesor de Política Española en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB): "En estas zonas se produce un fenómeno de retroalimentación. Los pobres tienen la sensación de que su voto importa poco y, por tanto, no acuden a las urnas. Entonces, como no votan, los partidos no se interesan por ellos. Y, como no se interesan por ellos, aumenta su sensación de que su voto no vale para nada".

De esta forma, en las ciudades aparecen los "agujeros negros de la democracia". Una expresión acuñada por Gómez y Trujillo para describir las zonas "donde la mayoría de los habitantes no vota" y "que coincide casi milimétricamente con los suburbios caracterizados por su falta de recursos y derechos". Según su estudio, que analiza la participación por secciones electorales —unidades aún más pequeñas que los barrios— y la compara con la media de la localidad; la Cañada Real de Madrid lidera el ranking de los puntos con mayor nivel de abstención de España. A este enclave le sigue el Polígono Sur (Sevilla) y El Goloso (Madrid).

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“Los ciudadanos más activos de estos barrios, que se caracterizan por un alto capital social, votan más que el resto, pero son minoría”, matiza también Gómez. Porque, como apunta Consuelo Laiz Castro, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, tres factores claves influyen en el “comportamiento abstencionista”: el interés personal del votante por la política; el contexto de cada proceso electoral —por ejemplo, quiénes se presentan a los comicios—; y, por supuesto, la posición social del elector. “Su edad, su nivel de estudios, sus ingresos o su lugar de residencia”, enumera Laiz en un artículo titulado Principales tendencias de la abstención electoral en Europa , donde recalca: “El comportamiento abstencionista es un importante indicador de la salud democrática de un país”.

¿Cuándo acuden a las urnas?

Bartomeus define la participación de estos denominados “agujeros negros de la democracia” como un “voto gasivo”. “Esta parte de la población acostumbra solo a ir a las urnas cuando tienen unos incentivos muy potentes para hacerlo y cuando concibe que su voto puede tener consecuencias. De ahí que haya personajes, como Trump, que trasladan la idea de que van a darles voz y, por ello, son capaces de movilizarlos”, remacha el profesor de la UAB.

Un fenómeno que, de momento, no se ha producido en España, según coinciden los expertos. Es más, Braulio Gómez recalca que ningún partido nacional —ni los tradicionales, ni los nuevos— ha conseguido atraer a estos votantes a los colegios electorales porque “no han desarrollado estrategias específicas para acercarse a ellos”. “Y, al final, en la práctica, la política administrativa queda muy lejos del barrio”, sentencia un técnico social que trabaja con los vecinos de San Cristóbal, que añade: “Si constantemente te están ignorando, llega un momento en que dejas de creer en el sistema”.

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