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Siete medidas para mejorar la democracia interna de los partidos

Tras los congresos de este fin de semana, el PP suspende y Podemos puede mejorar

Una votación del congreso del Partido Popular / Uly Martín.
Una votación del congreso del Partido Popular / Uly Martín.

Este fin de semana, el Partido Popular celebró su Congreso y Podemos, su Asamblea. En ambos se usaron o aprobaron medidas de democracia interna.

El PP es un partido tradicional que procura añadir vías para que los militantes tengan más voz. El camino que escoge no es siempre el más rápido. Podemos es un partido más joven y desde su inicio ha procurado presumir de democracia interna. El proceso es más transparente y abierto que en el PP, pero también hay problemas.

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 Estos son los siete desafíos de ambos partidos para mejorar en democracia interna.

 1. A mano alzada, con cuidado. El PP vota enmiendas a mano alzada. Con una papeleta amarilla que dice “sí” y una roja que dice “no”. Las enmiendas suelen ser de militantes en contra de la opinión del aparato del partido. Sirve para votar rápido miles de enmiendas. Pero ante las dudas, la urna es el único método fiable. El voto a mano alzada tiene al menos dos problemas severos: uno, el anonimato. Los disidentes deben ser suficientemente valientes como para hacerlo en público. Las voces críticas tienen luego menos posibilidades de prosperar dentro del partido. Es obvio que no se vota igual que en la intimidad. Para eso se inventaron las cabinas electorales. Dos, la fiabilidad. El voto más polémico fue por la acumulación de cargos de la secretaría general, María Dolores de Cospedal. La cuenta fue ajustada y tuvo que llamarse presuntamente al contador de votos. El resultado ha provocado ya dos dimisiones en Castilla la Mancha y acusaciones de pucherazo.

2. El misterio de la doble vuelta. El Partido Popular ha aprobado cambiar el sistema de elección del presidente para futuros congresos. Habrá una doble vuelta: los militantes votarán primero y los compromisarios acabarán luego escogiendo al nuevo líder. “Es un sistema muy extraño que tienen algunos partidos en Bélgica, pero al revés: allí los Congresos eligen una terna de candidatos que son los que van a las primarias de los militantes”, dice Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III.

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El problema no es solo su rareza, sino saber cuál será el método exacto: las condiciones para que un candidato pase a la segunda vuelta o para que una victoria aplastante en primera impida una segunda ronda. El partido aún no ha publicado los nuevos estatutos y los compromisarios presentes en el Congreso no entendieron qué detalles se mantendrán en el texto definitivo. La confusión es uno de los recursos del aparato de un partido para mantener el control. 

3. El problema de los compromisarios. Los compromisarios son una versión light y obediente de los militantes. El Congreso del PP tenía 3.128 compromisarios, de los que 2.565 fueron escogidos por los militantes. Cada agrupación local del PP escoge a sus compromisarios, según un número que establece la dirección nacional. Ese número depende de la cantidad de militantes, que es un agujero negro en el Partido Popular.

Los militantes más probables que acaban siendo escogidos son cargos locales -les conoce todo el mundo y vota poca gente-, y su capacidad o voluntad de disidencia es escasa. La apertura a militantes de la elección del próximo presidente es un paso adelante, pero en el fondo seguirá dependiendo de los compromisarios. La afinidad de estos al aparato está garantizada.

4. Las reglas no se pueden cambiar sobre la marcha. Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos y candidato al consejo en la lista de Pablo Iglesias, contactó con la empresa que gestiona las votaciones, Agora Voting, porque quería rediseñar el sistema de votación de Vistalegre II, según la Cadena Ser. También solicitó que la empresa “explorase” recuperar el ‘sistema plancha' que permite marcar con un clic toda una lista. Estos detalles afectan a los resultados de la elección, porque como explica Alberto Penadés, profesor de la Universidad de Salamanca, “se ha votado de media a 24 o 25 candidatos”. Con un sistema plancha esa cifra hubiese sido mayor probablemente. Por eso el clic plancha, las opciones por defecto y otros detalles de la web deben pactarse de antemano.

5. La falta de seguridad con los resultados. Los ganadores de las votaciones de Vistalegre se filtraron a la prensa y en redes sociales horas antes de lo previsto. El partido de hecho acabó adelantando la publicación oficial. En unas elecciones sería chocante ver algo así.

6. El sistema de puntos generó confusión. Podemos usó un sistema de votación basado en puntos para elegir a su Consejo Ciudadano. “El sistema de votación me parece atroz porque es un sistema de puntos que confunde mucho las cosas”, dice Penadés. “No sabemos en cuántas papeletas había qué nombres”, añade. Este sistema tiene a su favor legitimidad: lo eligieron los adscritos a Podemos en una votación hace pocos meses. Pero el sistema es corruptible. También es difícil analizar (o anticipar) sus resultados al tratarse de un sistema ordinal: Echenique fue segundo porque fue la tercera, cuarta y quinta opción de mucha gente, no por ser segundo. El partido debe valorar si un sistema más sencillo es preferible, por ejemplo uno que sume los votos a cada candidato sin tener en cuenta el orden. 

7. El agujero del censo. Dos organizaciones externas aseguran que el voto electrónico en Podemos sea fiable: Agora Voting gestiona la votación y OpenKratio la certifica. El partido solo controla un recurso: el censo. Agora Voting recibió horas antes del recuento el censo de las personas cuyo voto iba a contar. Todos los inscritos en Podemos pudieron votar. Para saber si su voto contó, debieron guardar su localizador -que ahora ya no es accesible- y mirar en esta página qué ocurrió. Nada hace pensar que haya habido fraude de ningún tipo, pero es un eslabón donde el partido puede meter mano sin que las organizaciones que ejecutan y controlan la votación lo sepan.

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