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El PP presume de unidad y de haber acabado con su corrupción

Los populares obviaron al PSOE y arremetieron contra “los Pimpinela” de Podemos

Javier Casqueiro
Cospedal, Rajoy y Martínez-Maillo, este viernes.
Cospedal, Rajoy y Martínez-Maillo, este viernes.Javier Lizón (EFE)

El PP cree que su grave problema con la corrupción, que tanto daño electoral le ha causado y que acumula estos días varios casos en su fase judicial final, es una rémora de unos cuantos golfos del pasado. La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, intentó este viernes exorcizar en la inauguración del 18 Congreso Nacional del partido esos fantasmas admitiendo el fallo de tardar mucho en reaccionar, sobre todo con el extesorero Luis Bárcenas. “Nos parecía imposible que nos estuviera ocurriendo”, concedió. El PP presumió de unidad, obvió al PSOE y arremetió contra “los Pimpinela” de Podemos.

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Hace cinco años, en el anterior Congreso Nacional, el 17 en Sevilla, la exministra Ana Mato, estuvo en el escenario como miembro de la lista de Mariano Rajoy con los 35 componentes de su Comité Ejecutivo. Hace casi nueve años, en el 16 Congreso de Valencia, Mato ya era miembro de ese equipo dirigente, como su exmarido Jesús Sepúlveda, responsable del área electoral y amigo de Francisco Correa y Álvaro Pérez, los cabecillas de la trama Gürtel que montaron aquel cónclave que está aún en buena parte por pagar. Mato comparecerá el lunes en la Audiencia Nacional por su presunta implicación en Gürtel y a Correa y Pérez se les condenó este viernes Valencia por montar allí su sucursal. Nadie les citó en la jornada inaugural del 18 Congreso del PP que se celebra en la Caja Mágica de Madrid. Tampoco ninguno de los nueve oradores que protagonizaron esa sesión, con todo tipo de discursos de balance del último lustro, mencionó siquiera de pasada a José María Aznar, el expresidente de honor y líder que llevó al PP por primera vez a La Moncloa y bajo el que cuajó en el partido la banda que favoreció esos escándalos.

La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, que accedió a ese puesto en 2008 apenas seis meses antes de que estallara Gürtel, lleva demasiado tiempo callada sobre las consecuencias que ha supuesto la corrupción para su gestión. Cospedal, que pasará a la historia por el crucigrama dialéctico del despido en diferido de Bárcenas, con el que nunca congenió, quiso este viernes reivindicarse y de paso a los dirigentes populares que se quedaron en la sede central de Génova 13 y no se fueron a saborear los laureles del Gobierno estos años de sufrimiento.

No lo hizo en una comparecencia cualquiera. Se reservó ese momento para su balance y para confesar ante Rajoy y los 3.128 compromisarios presentes el purgatorio vivido. Cospedal asumió así que, cuando aún no habían salido de la tormenta económica que padeció el país, les cayó encima la corrupción: “Fueron casos que afectaron de forma transversal a nuestra vida pública y, dentro de ella, también nos afectaron de lleno a nosotros. Y en algún caso tardamos en reaccionar. Nos parecía sencillamente imposible que eso nos estuviera ocurriendo a nosotros. Por eso en alguna ocasión no fuimos todo lo ágiles que la sociedad demandaba”.

Cospedal no pronunció el nombre de Bárcenas, el extesorero que se convirtió en su particular enemigo interno en los años en los que sintió obligada a convivir con él. Pero le tuvo todo el rato en mente. Es la posición oficial que mantiene ahora la dirección del partido con Rajoy a la cabeza: Bárcenas, Correa, Pérez y hasta Rodrigo Rato son los exponentes de una época enfangada de su historia pero ya relegada y olvidada. La número dos del PP, que sigue pendiente de ser ratificada en el cargo por Rajoy, enlazó esa asunción de errores con la etapa que ahora se pretende nueva y que se enmarca en el periodo iniciado en el anterior congreso, hace cinco años, cuando se llegó con mayoría absoluta a La Moncloa.

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Primero piropeó Cospedal a los cargos autonómicos y locales que sufrieron en primera persona esa resaca de corrupción en las elecciones de 2015: “Tampoco fue justo que quienes lo pagaran fueron los miles de cargos y responsables del PP que han realizado siempre una labor limpia, transparente y honesta”. Luego ensalzó “la ejemplaridad” como “uno de los grandes valores” de su formación, “por no decir el mayor”, que atribuyó a “esa inmensa mayoría de nuestra gente que lucha a diario por ser rigurosa con el dinero público, eficaz con lo que es de todos, que trabaja de sol a sol por el bienestar de sus vecinos, ¡y que siempre ha vivido a miles de años luz de cualquier tipo de corruptela política!”.

Aunque el tono de Cospedal nunca es demasiado mitinero, ni enardece en este tipo de actos, la secretaria general sí quiso en varios pasajes agradecer la labor sobre todo de los responsables del partido que han pasado malos momentos por culpa de la corrupción: “Pasados esos primeros momentos, admitimos esos errores, pedimos perdón a la sociedad española, hicimos propósito de enmienda y el Gobierno aprobó a continuación la mayor batería de medidas anticorrupción de toda la democracia”. El arrepentimiento y la demanda de “vigilancia, firmeza y condena sin reservas” ante la corrupción lo ligó Cospedal, además, con una defensa de la política honorable y de la presunción de inocencia.

Cospedal y todos los oradores, desde la anfitriona Cristina Cifuentes a los diversos portavoces institucionales del partido, glosaron la importancia para superar esos retos de la unidad interna. “Esta sala está abarrotada del reflejo más fiel de la unidad, de la cohesión y de la solidaridad internas que diferencian a nuestro partido de todos los demás: la unidad nos convierte en un partido único en España y la tenemos que cuidar, mimar y preservar. Ninguno de los obstáculos, ninguna de las amenazas, ninguna de las dificultades, han hecho mella, cuña o fractura entre nosotros y mira que han querido noquearnos, pero no nos han conseguido tumbar en el ring”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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