Apaciguamiento
¿Aspira a ser el monaguillo europeo de Trump, como hizo Aznar con Bush hijo?
Ganó Trump y el Gobierno español se apresuró a pedir respeto y prudencia. El nuevo presidente puso inmediatamente en marcha su peculiar concepción de la democracia como autoritarismo de los tuits, situándose por encima de los demás poderes del Estado, en vínculo digital permanente con su electorado, y convirtió su agresividad de campaña en decretos presidenciales, agrediendo a diestro y siniestro, con México, la inmigración, China y Europa como principales objetivos.
Y Rajoy sigue optando por el apaciguamiento. Donald Tusk expresó con dureza la preocupación de Europa, Angela Merkel marcó distancias y se manifestó contra el rechazo a los inmigrantes de determinados países musulmanes y hay consenso en la necesidad de defenderse ante la amenaza de una pinza Trump-Putin para debilitarla. La resistencia a Trump se ve como un posible factor de cohesión europea. En la reunión de los jefes de Gobierno europeos en Malta se dibujó un frente a favor del apaciguamiento, formado por España, Italia y Polonia, que recuerda inevitablemente la alianza por la guerra de Irak que, dirigida por Aznar al servicio de Bush, dividió Europa. ¿Volvemos a las andadas?
Rajoy conversó por teléfono con Trump el pasado martes. No consta ni siquiera que se tratara de la política migratoria, sabemos, sin embargo, que el presidente americano exigió más gasto en defensa. En cinco años, Rajoy ha tenido una mínima relación con Obama. Llega al poder la versión más extrema del partido republicano y Rajoy, el que ve peligrosos populistas por todas partes, corre a buscar el reconocimiento de quien construye su política sobre la peculiar verdad de los hechos alternativos y obra con absoluto desprecio por el sistema institucional. ¿Aspira a ser el monaguillo europeo de Trump, como hizo Aznar con Bush hijo, aun al precio de volver a dividir a Europa? Felipe González tiene razón cuando advierte de que “los que creen que son mucho más hábiles por ser prudentes se equivocan porque enfrente se va a entender la prudencia como sumisión o como miedo”.
La actitud de Rajoy, como la de Aznar en el pasado, revela la conciencia de inferioridad de la derecha española respecto a Europa. Convencida de que España por sí sola siempre tendrá un peso limitado en la Unión, busca en la potencia americana un plus de energía por delegación, aunque sea a costa de traicionar al europeísmo del que tanto alardea. Coquetear con Trump es en el fondo una expresión de impotencia.
No parece impresionarle a Rajoy que Donald Trump siga exhibiendo su insolencia: “El mundo tiene problemas pero yo voy arreglarlos”. Ian Buruma advierte: “Los errores de las grandes potencias suelen convertirse en guerras”. Y la personalidad de Trump no engaña, no es un político democrático es un hombre de poder que no acepta límites a su poder.