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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Lo que rechaza y lo que reafirma el pacto

Luis R. Aizpeolea
El presidente del PP vasco, Alfonso Alonso.
El presidente del PP vasco, Alfonso Alonso.J.R.G. (EFE)

Acabar con el terrorismo, el principal reto del pasado, tiene una deuda con el primer Gobierno PNV-PSE cuando en 1988 alumbró el Pacto de Ajuria Enea. Sería un sueño que esta nueva edición del Gobierno PNV-PSE sirviera, también, para encauzar el principal reto político de hoy, el secesionismo catalán. En todo caso, este pacto, con un 80% de su contenido dedicado a compromisos socio-económicos, es muy importante por lo que rechaza y lo que reafirma. Rechaza la vía soberanista a la catalana al pactar el PNV con el PSE, cuando de haberlo hecho con Bildu habría contado con una mayoría absoluta para gobernar cómodamente. Los grandes partidos españoles y sus medios de influencia deberían valorar este pacto, aunque sea por lo que habría significado para la estabilidad del Estado un acuerdo PNV-Bildu de reafirmación soberanista sumado al independentismo catalán. Por si fuera poco, el pacto se reafirma en la legalidad como método cuando el Parlamento Vasco aborde esta legislatura la reforma del Estatuto vasco de 1979. Su texto subraya que será un “acuerdo entre diferentes”, entre nacionalistas y no nacionalistas, en contraposición con la vía independentista y rupturista catalana.

El pacto plantea que la reforma constitucional como instrumento de ampliación del autogobierno, que podría servir de enganche, también, para encauzar el contencioso catalán, se aborde en la comisión correspondiente del Parlamento Vasco. Sobre los dos puntos más polémicos, el derecho a decidir y el concepto de nación, el pacto ofrece un método: trasladar su debate a la comisión de autogobierno, dónde el PNV y el PSE defenderán libremente sus puntos de vista. No obstante, el pacto introduce una importante cautela al condicionar el derecho a decidir a “un acuerdo dentro del ordenamiento vigente en ese momento”. O sea, que el referéndum será de ratificación del acuerdo, como marca la ley. Sobre el reconocimiento de Euskadi como nación, el PSE defenderá en la comisión su idea de nación cultural, en línea con el Consejo de Europa, sin conllevar derechos.

El pacto PNV-PSE deja, también, libertad a los peneuvistas para negociar los Presupuestos del Estado con el Gobierno del PP, lo que contribuirá a evitar las habituales sobreactuaciones hipercríticas de los populares cuando se trata de Euskadi. Así que nos podemos encontrar con que el PNV se convierte en un modelo de transversalidad al pactar en Euskadi con el PSE; en Navarra, a través de Geroa Bai, con Bildu y Podemos, y en Madrid, con el PP.

Así como en la cuestión del autogobierno el pacto PNV-PSE es más de método que de contenido, en materia de paz y convivencia el acuerdo es total. El Gobierno minoritario de Rajoy se va a encontrar con la firme exigencia del Ejecutivo vasco para que negocie la flexibilización de la política penitenciaria en coherencia con esta etapa sin terrorismo, acerque presos etarras a cárceles vascas, transfiera la competencia de prisiones y facilite el desarme de ETA, una vez que la banda declare su disolución a lo que también se la emplaza.

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