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La fiscalía pide, por primera vez, una pena de prisión permanente revisable para un doble parricida

David Oubel degolló a sus hijas en Moraña; el fiscal sostiene que "no tuvieron posibilidad de defenderse"

David Oubel, escoltado por guardias civiles.
David Oubel, escoltado por guardias civiles.Salvador Sas (EFE)

Un año y medio después de que el empresario inmobiliario David Oubel asesinase brutalmente con una sierra radial a sus dos hijas de 9 y 4 años en su chalé de Moraña (Pontevedra), el fiscal ha solicitado la prisión permanente revisable para el doble parricida que será juzgado por un jurado popular.

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La pena solicitada sienta un precedente en España en función de los supuestos del caso, al tratarse del asesinato de dos menores, por lo que es la primera vez que un fiscal se ha acogido formalmente a la reforma del Código Penal de julio de 2015 que estableció la prisión permanente revisable. Si el tribunal no aceptase la petición de esta pena, la fiscalía solicitaría 30 años de prisión de cárcel por cada víctima.

La instrucción ha concluido sin que los investigadores hayan podido aclarar el móvil o apreciar un posible desencadenante que explique la brutalidad empleada en ambos asesinatos. Ni siquiera barajan la hipótesis de un posible caso de violencia de género proyectado en las niñas para provocar el dolor de su madre y solo ven en los crímenes "la mano de un psicópata, sádico y egocentrista" que ha optado por el silencio en todos los interrogatorios.

El fiscal Alejandro Pazos solicitará que no transcienda a la opinión pública su escrito de acusación, donde se refleja, entre otros detalles de la investigación, la dureza del escenario del crimen. Su objetivo ahora es proteger a la madre de la trascendencia mediática antes del juicio.

De su informe solo hace alusión a la reconstrucción de los hechos que se remontan al día anterior a los asesinatos de Amaya y Candela. Ahora se ha sabido que David Oubel envió una carta al que entonces era su compañero sentimental y otra a una prima de Vilagarcía de Arousa, esta última testigo crucial en el caso. Aunque en ninguno de los manuscritos anunciaba su macabro plan, sí se intuía que algo grave estaba tramando. De hecho, fue esta la primera que entró en el chalé cuando las niñas ya habían fallecido y el parricida se encontraba dentro de una bañera con varios cortes en las muñecas, de poca importancia, que él mismo se había infligido.

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Confinado en la prisión de Mansila de Las Mulas (León), una de las de máxima seguridad, la juez instructora de Caldas de Reis ya comunicó al presunto parricida los hechos que se le imputan. David Oubel, de 41 años, recibió la lectura de los cargos sin inmutarse. Lo defiende un abogado de oficio y no recibe visitas de sus familiares.

Un hombre "frío y sin empatía"

Los forenses han definido los rasgos de su personalidad y concluyen que es "un hombre frío, sin empatía, que no está loco; es un psicópata con una percepción diferente de lo que ha pasado y con afán de notoriedad". Desde un punto de vista psicológico y humano resulta inexplicable, "obra de un sádico", y no parece claro que hubiese intención de venganza hacía su expareja porque "no había una conflictividad seria entre ambos progenitores", apuntaron fuentes de la fiscalía.

La acusación sostiene que, al mediodía del 31 de julio de 2015, David Oubel, separado de su mujer, con la que compartía la custodia de sus hijas, ponía fin trágicamente a los 15 días de vacaciones que las pequeñas habían pasado con él en la casa de Moraña, donde los cuatro habían vivido. Y cree que hubo planificación y alevosía en los crímenes por el hecho de que empleara una sierra rebarbadora que había comprado horas antes en una ferretería.

La conclusión del sumario se ha retrasado varios meses por las dificultades derivadas del cotejo y catálogo de hallazgos y pruebas en el escenario del crimen y su cadena de custodia, lo que exigió una mayor coordinación para su análisis entre los expertos de la policía científica y forense que han intervenido.

Además del testimonio de dos peritos y cinco testigos, la instrucción se cerró con el análisis del atestado definitivo de la Policía Judicial de la Guardia Civil, del Instituto de Medicina Legal de Galicia, de Antropología Forense y el de Toxicología. Este último verifica si las niñas ingirieron alguna sustancia antes de morir y el informe concluye que "la ingesta no fue suficiente para producir su inconsciencia, pero no tuvieron posibilidad de defenderse".

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