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Elecciones vascas 25S
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Urkullu, el fidelizador de votantes

El candidato del PNV ha aumentado su suelo de votos para repetir como lehendakari

Pedro Gorospe
El candidato a lehendakari del PNV, Íñigo Urkullu.
El candidato a lehendakari del PNV, Íñigo Urkullu.ANDER GILLENEA (AFP)

En un país en el que el crispado debate político conducía inexorablemente a la construcción de líderes pasionales y en una sociedad en la que el alcohol ha fluido generación tras generación a través de la cultura de las cuadrillas, los potes y los txikiteros, Iñigo Urkullu (Alonsotegi, Bizkaia, 1961) representa la contracultura. Abstemio absoluto, y tranquilo hasta el aburrimiento cuando se pone delante de un micro, se ha convertido en un auténtico fidelizador de sus votantes y constructor de nuevas lealtades a través de un cóctel, en su caso también mezclado, “no agitado”, de seriedad, equilibrio, y austeridad.

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Frente al tópico del gaditano salado, representa el del vasco más bien soso, pero que cuando se pone a remar y se marca una meta aprieta los dientes y sigue remando, incluso sobre la arena. Religioso hasta la médula y padre de tres hijos, es cualquier cosa menos postureo, y los electores de todos los partidos lo han detectado. Se ha convertido, según Metroscopia, en el único líder al que incluso los de los partidos más críticos le miran con ojos tiernos y confían en su gestión.

Y él, como el Boss, el Springsteen a quien admira, sabe que la confianza es a los fans, lo que el cemento de calidad a un edificio sólido como “la Euskadi del siglo XXI que queremos levantar”. Sin utopías. Sin castillos en el aire. Cuando los independentistas más le apretaban dijo que la “independencia es una imagen del pasado” y que la ampliación del autogobierno es una de sus prioridades, pero detrás las políticas sociales, la mejora de la economía, y las políticas de paz y convivencia.

Según sus amigos, Urkullu es lo que se ve, sin dobleces, después de años de esculpir su personalidad política en un PNV que ha explorado sus dos orillas, desde la más soberanista y arriesgada del plan Ibarretxe a la más pragmática del propio Urkullu, haciendo cosas previsibles en circunstancias difíciles. Se afilió a los 17 años al PNV, estudio Magisterio, se casó con su novia de toda la vida y siempre ha sido nacionalista, sin estridencias.

Incluso cuando, como presidente del PNV de Bizkaia transitó por la convulsa sucesión de Xabier Arzalluz, o tuvo que apretar los dientes para no morderse la lengua cuando, como presidente de la comisión parlamentaria de Derechos Humanos, vio cómo la izquierda abertzale sentaba a su lado a Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera. Las víctimas de ETA, del GAL y del resto de violencias también le creyeron cuando les pidió perdón el año pasado por la pasividad histórica del Gobierno vasco. Sabe, como nieto de panadero, que el secreto está en el amasado, aunque al final el pan tenga más o menos sal. De cara a esta legislatura tiene una deuda con los más necesitados. El PSE recortó un 7% las ayudas sociales en 2011 al no haber ingresos. Urkullu no se lo ha devuelto esta legislatura.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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