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Tribuna
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¿Quiénes son las bases?

Se ha pasado de partidos de militantes a partidos de electores, es decir, potenciales votantes

Francesc de Carreras
El líder socialista, Pedro Sánchez, en un acto con militantes en Málaga.
El líder socialista, Pedro Sánchez, en un acto con militantes en Málaga.García-Santos

Con frecuencia se invoca a las bases de los partidos para tomar unas u otras decisiones. Las invocan los comentaristas, los políticos, los ciudadanos. Las bases dicen, las bases quieren… Pero, ¿quiénes son las bases, quiénes las componen? Discutible asunto. Normalmente, cuando se alude a las bases, se toma por referencia a los militantes, a los afiliados. Ahora bien, ¿solo estos integran las bases, son los únicos dueños de los partidos? Ahí sobrevienen las dudas.

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Antes, hasta los años cincuenta, existían los denominados partidos de masas donde lo importante era tener el mayor número de afiliados, una ideología definida y unos profesionales que gobernaban y administraban el partido, el llamado aparato. Eran partidos de militantes. Pero este tipo de partidos hace ya tiempo que están en decadencia y ahora se han ido transformando en partidos de electores debido a los cambios tecnológicos: en los medios de comunicación (radio, televisión y, ahora, internet), crisis de las ideologías cerradas, convergencia de intereses e ideas, reducción de los antagonismos sociales. Así, de partidos de militantes (fieles y censados) hemos pasado a partidos de electores (inciertos e hipotéticos, a quienes hay que convencer).

Tras estos cambios, quizás hay que replantearse la respuesta a la pregunta de quiénes integran las bases de los partidos. Estamos pensando en los militantes, ¿no nos estaremos equivocando? ¿no deberíamos pensar en los electores? ¿o quizás en ambos a la vez? Creo que esto último es lo más acertado, no se puede decepcionar a los militantes sólo para aumentar los votos, pero tampoco se pueden adoptar posiciones que expresen la opinión de una mayoría de militantes si ello conduce a una catástrofe electoral.

Salir de esta complicada situación exige habilidad, entereza moral e inteligencia política. Las tres cosas. Y ahí el papel del líder, que expresa la imagen de su partido, es fundamental. Es líder quien sabe convencer a sus militantes de la corrección de sus posiciones. No lo es aquel que se muestra inseguro, pendiente de lo que quieren los demás, militantes y electores, para fijar su posición. Un líder, equivocado o no, debe tener claro lo que le conviene a su partido y a su país: así debe expresarlo y así debe ser percibido. En otro caso, cuando se muestra ambiguo y confuso, no suscita la confianza de nadie y pierde la de todos, empezando por los suyos.

Las bases de los partidos han cambiado. Ya no son sólo los militantes, también son los potenciales votantes, aquellos a quiénes su líder, debe persuadir.

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