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Elecciones vascas
Tribuna
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Una campaña sin monotema

La irrupción de Podemos evidencia que los debates de identidad aburren a buena parte de la población

El lehendakari y candidato a la reelección del PNV, Íñigo Urkullu.
El lehendakari y candidato a la reelección del PNV, Íñigo Urkullu.LUIS RICO
Íñigo Domínguez

A 24 horas del inicio de la campaña vasca se estrenó en el Guggenheim la película Gernika, gran producción sobre el bombardeo. Estaba el lehendakari, Iñigo Urkullu, y la plana mayor local del PNV. Ni uno de los demás partidos, salvo Borja Sémper, del PP, pero porque su novia es una de las actrices. Esto sigue funcionando por cortijos, y más con un tema delicado. Pero el productor del filme era de Málaga.

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Y el protagonista de la cinta, que acompañó al productor en la presentación, inglés. Habló de forma sentida de esta tragedia de España, no vasca, sin ser consciente de cómo podía fastidiar eso, de lo fácil que es meter la pata en Euskadi con matices que solo dominan los residentes. Pero la verdad es que cada vez menos. El lema turístico de Bilbao que se ve por ahí es Be Basque (sé vasco), un poco imperativo, pero ya tampoco manda tanto. Y lo mismo se nota en la campaña, la ausencia del monotema, como se dice de siempre en la calle: si es más o menos vasco, la identidad, la independencia...

Es la primera campaña sin los mitos clásicos. El fin de ETA ha hecho posible no tener necesariamente una opinión sobre eso que parecía tan importante como para matar por ello y a muchos jóvenes les trae sin cuidado. Tomarse una caña en el Casco Viejo ya no es una decisión política, además de que la noche bilbaína es un muermo. En eso ya es una ciudad plenamente europea. Por ahí irrumpe Podemos, una izquierda sin bandera, y se le escapan los votos a EH Bildu. El alto el fuego de ETA va a cumplir cinco años y la Audiencia Nacional ya tiene más casos de terrorismo yihadista que etarra. A Otegi le monta manifestaciones el ala dura de los presos.

El País Vasco va a pasar ahora, como hizo España, su examen de Podemos, y se nota. No solo condiciona a EH Bildu, que se pone más social, sino también al PNV. Urkullu repite cada día que su prioridad absoluta es el empleo. Cuando el paro es del 12,5%, que en España sería un sueño. De ahí ese sentimiento de superioridad, no solo de los chistes, de que se vive bien. Se debe a que Elkarrekin Podemos les ataca por ahí, hablan del mundo real, y les superó en las generales. Así que el PNV vende gestión y desde luego no el pifostio de Cataluña, sino acuerdos bilaterales, aunque todo muy ambiguo para variar.

No se sabe bien qué piensa Podemos, van sobre la marcha, con el riesgo de desgaste. Su candidata, Pili Zabala, es perfecta como símbolo, por ser hermana de una víctima del GAL (sabemos lo que hay, pero no vamos a dar la matraca), aunque sacó en la tele su casoplón de Zarauz y la han frito en las redes sociales porque rondaría el millón de euros.

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El PNV en realidad está como nunca, nadie duda de que ganará y es el único que si se pone puede pactar con todos. Cuando el PNV se relaja, sin monotema, ocupa más espacio, es una nube de placebo. Urkullu para eso es perfecto, una especie de Rajoy neutro e hipotenso que garantiza un mundo tranquilo, sin sustos. Aparte y mejor, que es de lo que se trata.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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