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José Ramón Recalde
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

José Ramón Recalde, compromiso ético contra el totalitarismo

"Si fue vanguardista en el combate contra el franquismo, también lo fue contra el totalitarismo de ETA"

Luis R. Aizpeolea
Jose Ramón Recalde en 2004, el año que ganó el premio Comillas.
Jose Ramón Recalde en 2004, el año que ganó el premio Comillas.Joan Guerrero
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La noche del 14 de septiembre de 2000 escribí un perfil de José Ramón Recalde que podía haber sido una necrológica porque en aquellos momentos se desconocía si sobreviviría al ataque de la banda terrorista ETA en la puerta de su domicilio en San Sebastián. El ataque le dejó secuelas graves, pero Recalde se sobrepuso y ha vivido casi 16 años más. Aquel perfil escrito cuando Recalde tenía 69 años sigue vigente. Ya estaba consagrado como referente intelectual y comprometido con la Euskadi democrática y por ello fue víctima del totalitarismo etarra en plena campaña de limpieza étnica contra quienes no pensaban como ella.

Su compromiso político contra el totalitarismo empezó mucho antes. En realidad, dedicó su vida a esa tarea sin hacer de la política una profesión, lo que le convirtió en una rara avis y acrecentó su autoridad moral. Empezó su compromiso contra la dictadura en su etapa universitaria en el Madrid de los cincuenta, dónde conoció a Javier Pradera, Ramón Tamames, etc.

De regreso a San Sebastián, lideró el Frente de Liberación Popular en Euskadi, una organización revolucionaria de izquierdas. Fue detenido y torturado en 1962 por la Brigada Político-Social franquista con el escritor y psiquiatra, Luis Martin Santos, dirigente del PSOE en la clandestinidad con el que compartía tertulia en San Sebastián, la ciudad en la que vivió toda su vida.

Al salir de prisión mantuvo su compromiso político -no dejaría el Felipe hasta que se disolvió a comienzos de los setenta- que compaginó con sus clases de Derecho Laboral y posteriormente Teoría y sistemas jurídicos en el campus de San Sebastián de la Universidad de Deusto. Recalde y Alfredo Tamayo, jesuita fallecido hace dos años, eran los referentes éticos en aquella universidad efervescente del final del franquismo. Recalde fue un ardiente defensor de la pluralidad política en Euskadi, lo que le valió encontronazos con los sectores más radicales del nacionalismo. Sus reflexiones están recogidas en “La construcción de las naciones”.

Tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, en 1978, el consejero de Interior del preautonómico vasco, el socialista Txiki Benegas, le pidió que participara en la Dirección del Departamento de Derechos Humanos. Desde aquel departamento, aún sin competencias, denunció la actividad etarra, pero también la de los grupos parapoliciales, hiperactivos entonces.

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Si fue vanguardista en el combate contra el franquismo, también lo fue contra el totalitarismo de ETA. En 1980 promovió la carta de los intelectuales vascos contra ETA, en un momento en el que, recién aprobadas la Constitución y el Estatuto de Gernika, el terrorismo lejos de amainar se acrecentó, con un apoyo social considerable. Lagun, la librería que regentó su esposa, María Teresa Castells, junto con Ignacio Latierro, pasó de ser atacada por la ultraderecha a serlo por ETA.

Recalde reapareció en la vida pública en 1987 cuando Ramón Jáuregui, vicelehendakari socialista del Gobierno vasco de coalición con el PNV, le ofreció la cartera de Educación, desde la que logró un amplio consenso para hacer públicas las ikastolas.

Próximo al PSOE, siempre mantuvo su independencia. Como consejero de Justicia del Gobierno vasco (1991-94), fue muy crítico con los escándalos que sacudieron a los socialistas en la etapa terminal de Felipe González en contraste con la respuesta endogámica del aparato.

En su modestia, no pensó que podía ser blanco de ETA, pero estaba en la misma lista de sus amigos asesinados: Fernando Buesa, José Luis López de Lacalle, Juan Mari Jáuregui y Ernest Lluch. Fue el superviviente. Llevó su condición de víctima de ETA con dignidad. No se dejó manipular y quiso siempre que quedara claro que ETA no tuvo justificación alguna y que sus crímenes no debían ser olvidados para que no se repitieran. Con Recalde se va un referente lúcido de la generación que padeció el doble totalitarismo: el del franquismo y el de ETA. No le olvidaremos.

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