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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Profetas fallidos

Los augures de Podemos confiaron en que su profecía de 'sorpasso' se cumpliría a sí misma

Enrique Gil Calvo

El fracaso electoral de Podemos no ha sido tan sorprendente como se cree, ya que ha satisfecho a una mayoría de españoles hastiados del inoportuno oportunismo de su burlesco líder, un travieso Diablo Cojuelo dedicado a debelar con malicia los vicios de la clase política. De ahí la cosecha de votos recaudada por el corrupto PP, como el único voto útil capaz de contener la marea podemista. Y a juzgar por las circunscripciones donde más votos han perdido, cabe suponer que les han pasado factura dos tipos de electores: los seguidores de IU o el PSOE, que no han querido soportar sus desprecios verbales, y los ciudadanos que sufren la chapucera torpeza de los llamados ‘ayuntamientos del cambio’, como pasó antes en Euskadi con EH-Bildu.

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Pero les está bien empleado por ingenuos, al creerse su propia propaganda electoral como si fuera un artículo de fe. Ahora deducimos de su actual frustración que no contaban con ningún plan B, pues el sorpasso (o mejor dicho, la ‘sorpasokización’) era su única estrategia política, que esperaban recoger como fruta madura sin más razones para ello que el voluntarismo mágico, como si el “sí, se puede” fuera una especie de “ábrete sésamo”. Y no ha sido así. Por el contrario, la realidad les ha demostrado que no han podido, con lo que Podemos ha refutado a su mismo nombre. Un gatillazo tan descomunal que sería esperable en una partida de ilusos iluminados, pero que no se compadece bien con su pretendida condición profesoral de politólogos supuestamente bien informados. Por eso, como sociólogo que profesa en sus mismas aulas, me gustaría recomendarles que se olviden por fin de Gramsci y relean por una vez al gran Robert K. Merton.

En 1948, Merton propuso su teoría de la profecía que se confirma o se refuta a sí misma, como un caso extremo de las consecuencias inesperadas de la acción social. Exhibiendo un infundado voluntarismo, Podemos profetizó que superaría al PSOE y rivalizaría con el PP, confiando en que sus crédulos seguidores les creerían a pies juntillas. Y como algunas encuestas se hicieron eco de semejante posibilidad, los estrategas de Podemos creyeron que eso reforzaría el sorpasso por un efecto de refuerzo que los expertos electorales denominan band wagon (subirse al carro del favorito). Es decir, los augures de Podemos confiaron en que su profecía de sorpasso se cumpliría a sí misma. Pero lo que sucedió fue justamente lo contrario, pues ante la expectativa de victoria, un millón de electores dejaron de votarles haciendo que su profecía, lejos de cumplirse a sí misma, se convirtiera en lo que Merton llamó una ‘profecía suicida’. Es lo que también ocurrió con el Brexit, pues como todas las encuestas y casas de apuestas predecían que ganaría el Remain, muchos de sus partidarios se quedaron en casa sin molestarse en ir a votar, con lo que la profecía se anuló a sí misma permitiendo que el Brexit venciera al final. Y con el sorpasso anunciado de Podemos ha pasado exactamente igual.

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