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Calor, pintadas y debate

La geografía íntima de las ciudades nunca falla: la montañita de papeletas en cada colegio electoral disminuye según la sensibilidad del barrio

Manuel Jabois
David Portolés, acusado de yihadista, vocal en una mesa electoral en Terrassa (Barcelona).
David Portolés, acusado de yihadista, vocal en una mesa electoral en Terrassa (Barcelona).CRISTÓBAL CASTRO

Hay un municipio en La Rioja, Villarroya, en el que en cada elección los vecinos se están jugando un récord: el de ser el primer pueblo que cierra sus colegios electorales. Lo tienen fácil porque hay seis personas censadas y las seis quedan a las nueve de la mañana delante de la urna para poner su voto. En diciembre cerraron a las 9.01, a las 9.02. De ese modo pudieron hacer sin preocupación lo que muchos en el centro de Madrid bajo un calor asfixiante: beber en las terrazas y consultar el móvil de forma frenética (más de lo habitual). Era el paisaje: tranquilidad, espera y fatiga; lo repetitivo aburre. Unas terceras elecciones terminarán incluso con la gente obviando el teléfono; podría hasta fallar uno de los seis vecinos de Villarroya.

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Las tensiones no estaban en el barrio madrileño de Malasaña sino en otros lugares; Arganzuela, por ejemplo. “Rojos no”, les pintaron en la sede al partido Equo, que va a las elecciones en la confluencia Unidos Podemos. Su líder, Juan López de Uralde, reaccionó con flema en su cuenta de Twitter: “Atacan la sede de @equo en Madrid dejando pintadas de ‘Rojos No’. No se enteran: somos verdes”. En el mismo distrito de Madrid el Partido Comunista recibió la visita de unos violentos que apedrearon los cristales de la sede: “No les tenemos miedo”, respondió el partido. Por su parte, Pacma denunció que en una mesa del colegio Taquígrafo Martí (Xátiva) no habían llegado sus papeletas.

La geografía íntima de las ciudades nunca falla: la montañita de papeletas disminuye según la sensibilidad del barrio. En varios colegios del barrio de Salamanca, en Madrid, lo exótico es votar Unidos Podemos. “Más que exótico, es un riesgo”, dice Luis, 22 años, estudiante de Medicina, a las puertas del colegio Sagrada Familia, en la calle de Jorge Juan. “Esa sensación no debería ser exclusiva de este barrio, porque no son las rentas altas las que más sufrirían un Gobierno de Podemos”. Gabriela, 25 años, dejó su voto por correo en Vilagarcía y vino a pasar el fin de semana a Madrid. No suelta prenda.

—Vosotras las de derechas siempre sois más discretas.

—No soy de derechas.

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Un cartero lleva el voto por correo a una mesa de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
Un cartero lleva el voto por correo a una mesa de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona).ALBERT GARCIA

Un paseo por mesas y colegios demuestra, a priori, el éxito de una campaña que el PP y Unidos Podemos han querido polarizar en torno a ellos. Cuando se quiere hacer chanza, los de un partido utilizan al del otro para aclarar la tremenda distancia que les separa. Si uno acaba de votar a Podemos, dedica la parrafada de después a arremeter contra el PP, y viceversa. En ese escenario se peleaba el PSOE: por hacerse un hueco y por no disolverse en el debate político español. De igual manera sus votantes. Un votante al que describía esta semana un político que los conoce bien, Alfredo Pérez Rubalcaba: se trata de un votante tradicional socialista que tiende a la abstención producto del cabreo permanente que tiene con sus dirigentes.

Hay quienes como Rodrigo, 44 años, que pasa la tarde en una terraza de la plaza del 2 de Mayo de Madrid, reprochan a los socialistas su postura en asuntos políticos que exigen valentía, “como el referéndum”. Le corrige Marcos, de 49 años, sentado junto a él, que ha votado al PSOE “precisamente por su determinación con el referéndum”. ¿Se ha polarizado la campaña? Rita, 39, dice que no: “España está polarizada entre derecha e izquierda. Muchos votantes de izquierda entienden que la izquierda la representa mejor Unidos Podemos que el PSOE; ese es el problema de los socialistas, no otro. Que sus votantes creen que el partido se ha movido y ellos no”.

 Dos fallecidos

En un día de elecciones cabe de todo, también las notas necrológicas. Dos votantes fallecieron. En Madrid fue un hombre de 92 años en el colegio Ortega y Gasset, en el barrio de Tetuán; sufrió un infarto. Y en Santa Coloma de Farnés (Girona) un hombre de 79 años murió cuando entraba al colegio electoral en el Institut Sant Salvador. Un presidente de mesa electoral, en Santiago de Compostela, tuvo que ser trasladado al hospital después de sufrir un estado de shock y con dolor de espalda en una ambulancia para recibir atención médica por un posible infarto. En Barcelona fue noticia un hombre acusado de yihadismo, ya que le tocó ser vocal en una mesa del barrio Can’Anglada en Terrassa. Se trataba de David Franco Portolés, uno de los 11 detenidos en la Operación Caronte; fue acusado de pertenecer a la célula yihadista de Terrassa que pretendía atentar en Cataluña.

Afluencia de votantes en el colegio Sagrado Corazón Esclavas, en Málaga.
Afluencia de votantes en el colegio Sagrado Corazón Esclavas, en Málaga.PACO PUENTES

También ha habido buenas noticias: una vocal en una mesa del colegio Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia se puso de parto. Sucedió justo en el momento de la constitución de la mesa: la mujer fue sustituida y desplazada a un hospital. En la misma comunidad, según informó la agencia Efe, un vocal titular no se presentó pero sí sus hijos, que fueron para manifestar que su padre está detenido en Gaza. Y, finalmente, en un colegio electoral de Plasencia, en Cáceres, la junta electoral de la zona obligó a uno de los vocales de las mesas electorales a cambiarse la camiseta: la suya imitaba la de la selección española pero con los colores de la bandera republicana.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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