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Estrellas fugaces y perdedores

La historia democrática ha dejado en el camino aspirantes a la presidencia fracasados. Zapatero, el único que nunca perdió

Manuel Fraga, rodeado de sus compañeros de Alianza Popular, en la noche de las elecciones del 29 de octubre de 1982.
Manuel Fraga, rodeado de sus compañeros de Alianza Popular, en la noche de las elecciones del 29 de octubre de 1982. MARISA FLORES

“Perseguí el fuego del poder y contemplé cómo la esperanza quedaba reducida a cenizas”, dejó dicho el escritor canadiense Michael Ignatieff, tras una breve y fracasada experiencia política que terminó con una amplia derrota electoral.

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Su experiencia de fuego y cenizas, de aspirar a lo más alto en unas elecciones y tener que retirarse sin conseguir su objetivo, la han vivido en España en el periodo constitucional media docena de políticos y, con una excepción, todos los líderes han pasado en algún momento por la experiencia de la derrota. La excepción es José Luis Rodríguez Zapatero, el único que ha llegado a presidente del Gobierno en el primer intento y el único también que nunca ha perdido unas elecciones generales.

Con las siglas del PSOE han aspirado a ser presidente del Gobierno, tras ser nombrados candidatos, Felipe González, José Borrell, Joaquín Almunia, Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Pedro Sánchez. Hasta hoy lo han conseguido dos de los seis.

González es el que más tiempo ha sido presidente (de 1982 a 1996), tras ganar cuatro veces, tres de ellas con mayoría absoluta (la de 1989 por ausencia de los diputados de Herri Batasuna), pero perdió dos veces antes y se retiró tras una derrota electoral frente a José María Aznar.

La condición de invicto de Zapatero no será igualada el 26-J, porque los cuatro aspirantes principales (Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias) han sido derrotados en alguna ocasión.

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Sánchez ha perdido ya unas elecciones como candidato a la presidencia y repite el 26-J. Es el único político con investidura fallida y, si en esta ocasión, como indican las encuestas, no gana engrosará la lista de estrellas políticas fugaces y perdedores, con dos derrotas en su haber. Es decir, puede ser el que más lejos ha llegado de todos los líderes que han sido reducidos a cenizas en unas generales, tras ser propuesto por el Rey para la investidura fracasada.

En esa lista con origen de fuego y final de cenizas se encuentran Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba, con una sola comparecencia electoral y una derrota cada uno. Los dos exlíderes socialistas llevan también en su currículum haber logrado los que eran en su momento los peores resultados del PSOE y haber visto al PP sacar holgadas mayorías absolutas. En la derecha, bajo las siglas de Alianza Popular y luego del Partido Popular, ha habido cuatro aspirantes: Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha, José María Aznar y Mariano Rajoy. Solo los dos últimos lo han conseguido.

Aznar fue candidato en cuatro ocasiones y perdió dos, en otra tuvo mayoría simple y en la otra absoluta. Rajoy le superará el 26 de junio en dos comparecencias en las urnas: en dos perdió, en otra tuvo mayoría absoluta, en otra mayoría simple sin poder llegar a formar Gobierno y ahora aspira a repetir y a lograr apoyo suficiente para la investidura.El líder de la derecha más derrotado es Fraga, que perdió las cuatro veces en que se presentó y, además, reducido a cenizas con mayorías absolutas de su oponente, Felipe González.

Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias ya han sido derrotados en las urnas

En la historia política y electoral hay dos casos notables de cenizas sin llegar siquiera a tocar el fuego electoral: José Borrell y Antonio Hernández Mancha no lograron ni ser cabezas de lista en elecciones generales, pese a que fueron designados candidatos por sus partidos. Lo curioso es que fueron los dos únicos candidatos de sus partidos elegidos en primarias, uno con voto directo de militantes y otro en congreso abierto, los dos ganaron a candidatos oficialistas y los dos fueron devorados por sus propios partidos. En el PSOE ha habido primarias o congresos abiertos pero para elegir secretario general, no candidato. Borrell ganó unas primarias a Almunia en abril de 1998 y renunció en mayo de 1999, tras una dura presión interna y la publicación de un caso antiguo vinculado a excolaboradores.

El caso de Hernández-Mancha fue similar: tras ser elegido sucesor de Fraga frente a Miguel Herrero de Miñón en un congreso abierto (caso único en la derecha) en 1986, fue relevado tres años después por Fraga, en vísperas de unas elecciones generales. Le cayeron encima los cascotes de la muralla que intentó romper en la derecha tradicional para abrir paso a nuevos dirigentes como Alberto Ruiz-Gallardón o José María Aznar, entre otros.

Mancha fue el primer líder de la oposición sin escaño en el Congreso, pero eso no impidió que protagonizara una moción de censura fallida frente a González. Su osadía, frente a una mayoría absoluta hegemónica del PSOE, la pagó con el final de su carrera.

Obviamente, en otros partidos que no han gobernado nunca hay una larga lista de aspirantes a la presidencia del Gobierno reducidos a cenizas. El más efímero fue Francisco Frutos, que asumió en 2000 la candidatura de Izquierda Unida por enfermedad de Julio Anguita y su liderazgo duró solo el tiempo que transcurrió entre la convocatoria electoral y el recuento de las papeletas. Anguita fue cabeza de lista en tres ocasiones, renunció a la cuarta por motivos de salud, y dejó a IU en su mejor resultado, en el 10% de los votos, aunque lejos de su soñado sorpasso al PSOE.

El citado Ignatieff resumió así su tránsito por la confrontación electoral en su libro Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política: “Salí de mi experiencia con un acrecentado respeto por los políticos como clase y con una fortalecida fe en el buen juicio de los ciudadanos”. 

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