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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El regreso del mal

Ha optado por encabezar la resurrección política del movimiento de opinión que secundara a ETA, la izquierda abertzale, sin quitarle nada a sus méritos históricos

Antonio Elorza

La clave de las declaraciones efectuadas por Arnaldo Otegi fue su coartada para no condenar los crímenes en que por activa o por pasiva se vio implicado como dirigente efectivo de ETA. No los condenó entonces, arguye, ¿por qué iba a condenarlos ahora, y más si el mismo fue represaliado más tarde por ese silencio? De entrada, no ha sufrido cárcel por haberse callado, pero sobre todo su respuesta es la mejor muestra de que todo su discurso se mueve atendiendo a un descarnado cinismo, rasgo que explica hasta qué punto su exposición ha sido tan censurada desde medios democráticos. Sin renunciar al independentismo, bien pudo seguir el ejemplo de los dirigentes de las Brigadas Rojas, al hacer autocrítica de los errores cometidos, alegando incluso alguna circunstancia atenuante. Otegi ha optado en cambio por encabezar la resurrección política del movimiento de opinión que secundara a ETA, la izquierda abertzale, sin quitarle nada a sus méritos históricos. Su líder avala hoy retrospectivamente la coexistencia de ambas, presentándose además como el bueno de la película, que trajo la paz (como le reconoce su previsible aliado del futuro, Pablo Iglesias), que nunca fue terrorista ni secuestró (su acompañante francesa en el secuestro de Ruipérez probó lo contrario) y que además sintió en el alma algunas muertes. Por fin, Hipercor habría sido “un punto de inflexión de ETA”. ¡Que se lo dijeran al entonces líder de HASI, Txomin Ziluaga, quien por condenar el atentado fue expulsado sin opción a debate y con la pipa potencial en su cabeza!

Primo Levi ya lo advirtió: sin establecer las responsabilidades del crimen, una memoria confusa hace posible su resurrección. En el caso vasco, con respaldo del Gobierno PNV, está contribuyendo a ello la amalgama de responsabilidades y víctimas, cuando la estricta jerarquía de las primeras y la ponderación en las segundas hubiera dejado clara la primacía de ETA (y de quienes desde la sociedad vasca avalaron su terror).

Otegi sabe lo que hace y cuenta con las previsiones de una verosímil alianza autonómica Bildu-Podemos. Y tras él reaparecen los peores monstruos del pasado, los Kubati y Zarbarte, culpables en su día del asesinato de Yoyes o de “ejecuciones” en serie, ahora encabezando las movilizaciones de la eterna izquierda abertzale. Tipos no solo ajenos al arrepentimiento, sino “ejemplares” para los suyos. Y Otegi añade que desde el Estado algunos quieren la vuelta de ETA.

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