_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El pacto del dios Jano

Como la deidad romana, el PSOE y Ciudadanos miran a direcciones opuestas del arco parlamentario para aumentar sus apoyos.

Pablo Simón

Jano, dios de los principios y de los finales, era representado en la mitología romana mediante dos caras que miraban de perfil en direcciones opuestas. Tal es la forma del acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos. Sin tan siquiera entrar en su fondo, se trata de un pacto insuficiente para prosperar sin sumar a uno o más partidos, un hecho que revela la contradicción estratégica de sus firmantes. Como el dios Jano, cada uno de ellos mira en direcciones opuestas del arco parlamentario para aumentar sus apoyos.

Ciudadanos siempre ha perseguido que el Partido Popular se sumase al pacto al tiempo que subrayaba sus incompatibilidades con Podemos. Ahora bien, el PP carece de incentivos para apoyar por acción u omisión cualquier Gobierno que no encabece. De hecho, es el actor que más claramente quiere elecciones. Por un lado, porque si el 26 de junio el bloque de la derecha se ensancha (crezcan Ciudadanos, PP o ambos) podrían intentar formar Gobierno. Por el otro lado, porque si el PSOE es superado por Podemos, su abstención sería más probable permitiéndole gobernar. Ambas opciones podrían salvar el destino político de Mariano Rajoy. Pero incluso en el extraño caso de que el PP cambiara de liderazgo, con más razón su nuevo aspirante querría batir la marca electoral del presidente en funciones en unos nuevos comicios.

Sin embargo, el PSOE, la otra cara de Jano, ha buscado ensanchar la coalición hacia la izquierda con especial foco en una posible abstención de Podemos (aunque faltan los síes de PNV, Compromís e IU). Los incentivos de Podemos para prestarse a ello son mixtos. La percepción de que podía perder “el juego de la culpa” al no favorecer el cambio o la necesidad de revisar su modelo de partido y alianzas territoriales podrían invitar a abstenerse. Sin embargo, al ser un partido menos adverso al riesgo, tendría razones para no prestarse a un acuerdo del que no es actor principal. Después de todo, consiga o no ser segunda fuerza el 26-J, una gran coalición o un Gobierno PP-Cuidadanos serían más probables. Ello le permitiría acaparar la oposición igual que haría ahora con una abstención, pero sin permitir que el PSOE se recomponga desde el Gobierno.

El oxígeno que las encuestas le han dado a Ciudadanos le ha hecho reforzar su veto a Podemos, pidiéndole poco menos que la adhesión al pacto. Temen menos las elecciones. Por su parte, la consulta interna de los de Pablo Iglesias hace imposible una abstención de última hora con los mimbres del acuerdo inicial PSOE-Ciudadanos. Su apuesta tampoco baja. Entramos por tanto en vía muerta y parece que, como hacían los romanos en tiempos de guerra, las puertas del templo de Jano quedan definitivamente abiertas.

Pablo Simón es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pablo Simón
(Arnedo, 1985) es profesor de ciencias políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. Doctor por la Universitat Pompeu Fabra, ha sido investigador postdoctoral en la Universidad Libre de Bruselas. Está especializado en sistemas de partidos, sistemas electorales, descentralización y participación política de los jóvenes.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_