_
_
_
_
_
'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Antoni Asunción, el valor de las razones de Estado

El autor recuerda la labor conjunta realizada con Asunción en el Ministerio del Interior

Antoni Asunción, ministro del Interior.
Antoni Asunción, ministro del Interior. MIGUEL GENER

Me acaban de poner un whatsapp. En la época que tú y yo nos conocimos no había WhatsApp. Hoy es así como uno se entera de casi todo. Pero lo último que me podía esperar es que ese whatsapp reflejara tu fallecimiento prematuro, muy prematuro, me llevabas solo tres años.

No sé mucho más que lo que luego he consultado en Internet. Cuando tú y yo nos conocimos, no había Internet. Y sé que la causa ha sido una enfermedad, no sé cuál ni me importa, pero si en una semana ha podido contigo, ha tenido que ser muy grave e intensa porque contigo no se podía fácilmente: eras fuerte física y mentalmente, intenso, constante, firme en tus decisiones y valiente.

La lucha antiterrorista te debe mucho a ti y a tu amigo, y a la vez jefe, Enrique Múgica. Otra persona intensa en todos los aspectos de la vida que hoy, cuando se haya respondido a la pregunta que desde hace años se hace todos los días (¿a quién le tocará hoy?), se habrá llevado un gran disgusto: a su amigo Toni.

Pocas personas, muy pocas personas, saben que tú y yo tuvimos alguna diferencia que, como los dos, fue intensa y que provocó, a petición propia, mi traslado a Cataluña, que ya tenía las competencias en materia penitenciaria transferidas. Pero precisamente por eso estas palabras tienen más valor. Son las de alguien que te ha valorado desde la cercanía, la fidelidad, y después aún en la discrepancia: eras sobre todo una persona comprometida con aquello en lo que creías, una persona que se mojaba siempre la primera y exigía que los suyos lo hicieran tan intensamente como tú. Una persona que dio un cambio fundamental al sistema penitenciario del Estado español. Sistema que te debe desde el plan de construcción de nuevos equipamientos hasta su posicionamiento en la estructura del Estado de una forma mucho más digna que en años anteriores.

Recuerdo una llamada telefónica tuya, al poco de haber inaugurado la prisión, entonces de Sevilla 2, anunciándome que habías dado la orden de traslado de numerosos miembros de ETA para que después, y desde Sevilla, fuesen llevados a otros centros de la Península, de Ceuta y Melilla y Canarias, y te respondí: “Cuando me ofreciste la dirección de este centro, y a petición mía, me diste tu palabra de que no me enviarías internos que estuviesen imputados por delitos de terrorismo ya que mi cuota profesional, en este asunto, yo la había pagado en Alcalá Meco”. Pero al instante me respondiste: “Las razones de Estado valen mucho más que mi palabra”. No te pude replicar, no me dejaste opción. Así eras: con las ideas claras, comprometido hasta la médula con tu cargo, fiel a tus jefes y consecuente contigo mismo, como lo demostraste cuando tuviste que poner tu cargo de ministro a disposición del presidente porque un, hasta ese momento, amigo tuyo te engañó vilmente prometiéndote que si le retirabas la escolta, que más que protegerle le custodiaba, no se fugaría y, sin embargo, sin importarle no ser fiel a su palabra y a su compromiso contigo, lo hizo.

Pero tú, una vez más, no dudaste ni un minuto, y diste un paso al frente como nunca nadie, diría yo, en el mundo de la política lo había hecho hasta entonces y que yo recuerde, con tanta gallardía, como ninguno lo ha hecho hasta ahora y presentaste tu dimisión para volver al mundo de la empresa privada dando muestras de que para ti el sillón era el epicentro de la prestación de un servicio y no una propiedad de la que servirse y que conservar a toda cosa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Recuerdo, finalmente, un domingo, como ocurrió en varias ocasiones, en el que recibí una llamada tuya en la que me dijiste: “Dentro de una hora paso a recogerte por tu casa, nos vamos a la prisión de…”. Así eras: siempre dispuesto. Imagino que así habrás recibido tú la llamada que el pasado día 4 te ha llevado a donde quiera que estés.

Yo, todavía, desde aquí, te seguiré apreciando y valorando, sobre todo, lo mucho que aprendí de ti, pese a nuestras diferencias que a lo largo de los años, sin embargo, no fueron obstáculo para que incluso me hicieras llegar que no eran una barrera para nada.

Te debía estas palabras y este compromiso aunque haya sido in memoriam.

Santiago Martínez Cadarso fue subdirector general de Planificación de Medios cuando Antoni Asunción era director general de Instituciones Penitenciarias.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_