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La investidura frustrada abrirá una etapa de incertidumbre institucional

Pedro Sánchez se somete el martes al pleno del Congreso sin tener asegurada una mayoría suficiente

La posible investidura frustrada de Pedro Sánchez incrementa la incertidumbre política y lleva a España a una situación de crisis institucional sin precedentes en democracia. El líder socialista comparecerá el martes ante el pleno del Congreso para exponer su programa de investidura, un día después se someterá a la primera votación y, si como parece seguro, no tiene mayoría absoluta de la Cámara, volverá a comparecer el viernes por la noche o el sábado por la mañana en busca de una mayoría simple que tampoco tiene garantizada a día de hoy.

A partir de la primera votación del miércoles, al menos, habrán empezado a correr los plazos y si el 2 de mayo no ha sido investido nadie como presidente del Gobierno habrá elecciones de nuevo el 26 de junio. Es decir, quedaría hasta las nuevas elecciones casi el mismo tiempo que el transcurrido desde las lejanas elecciones del 20 de diciembre.

Eso significará que, en el mejor de los casos, puede no haber Gobierno hasta finales de agosto o principios de septiembre, de tal forma que la incertidumbre política iniciada el 20 de diciembre con la celebración de elecciones generales se prolongaría durante más de ocho meses, con un Gobierno en funciones con capacidades y competencias muy limitadas. Una situación insólita desde que en 1978 se abrió el periodo de la España constitucional.

La investidura más incierta

Martes 1 de marzo. A las 16,30 Pedro Sánchez subirá a la tribuna del Congreso y expondrá su programa sin límite de tiempo.

Miércoles 2. A las 9 se reanuda el pleno con la intervención de los grupos, de mayor a menor, empezando por Mariano Rajoy. Sánchez puede intervenir siempre que quiera.

Primera votación. Al acabar, sobre las 21 horas, se procede a la votación por llamamiento. Se necesitan 176 votos favorables. SI no se alcanzan se convoca un pleno para 48 horas después.

Segunda votación. El viernes por la noche o el sábado por la mañana, según decida hoy la Junta de Portavoces, se reanuda el Pleno. Sánchez interviene por 10 minutos y los portavoces 5. Se vota y se precisan más votos favorables que negativos. Si se alcanzan, tomaría posesión.

Sánchez llega a la tribuna del Congreso con un acuerdo firmado con Ciudadanos y refrendado por las bases de su partido, pero que solo llega a 130 diputados, lejos de los 176 de la mayoría absoluta. Eso hace casi imposible la elección en primera instancia.

Esa situación de pacto insuficiente es insólita también, aunque no lo sea la elección en segunda vuelta. Hay antecedentes de acuerdos de investidura como el de José María Aznar en 1996 cuando pactó con CiU, PNV y Coalición Canaria y de esa forma superó los 176 votos en la primera vuelta. Tanto Leopoldo Calvo-Sotelo como José Luis Rodríguez Zapatero fueron investidos en segunda vuelta en la votación por llamamiento que prevé la ley para dotar de cierta solemnidad al acto de elección de presidente del Gobierno.

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En principio, Sánchez tendrá solo el voto a favor del PSOE y de Ciudadanos y el resto votará en contra. Fuentes socialistas no descartan un gesto del aspirante desde la tribuna del Congreso para ganarse la abstención de Podemos en la segunda vuelta. Por ejemplo, anunciando la entrada en su futuro Gobierno de independientes no rechazables por el partido de Pablo Iglesias.

Por el momento, tanto el PP como Podemos han dejado claro que votarán en contra. Los de Mariano Rajoy porque el acuerdo PSOE-Ciudadanos desmonta las normas aprobadas por el Gobierno del PP la pasada legislatura y porque quebraría su tesis repetida de que debe gobernar la lista más votada.

Y Podemos niega por el momento su abstención porque aspiraba a formar un Gobierno de coalición que considera burlado con el pacto con Ciudadanos.

La dirección del PSOE, no obstante, seguirá repitiendo que Podemos acepta votar con el PP y renuncia una posición ventajosa como impedir un Gobierno de los populares y quedarse con el carril de la oposición de izquierdas a un Ejecutivo Sánchez-Rivera. Por eso Sánchez no descarta la abstención del partido de Iglesias y su sueño sigue siendo ser investido con el único voto en contra del PP. Su entorno argumenta también que el PSOE permitió los ayuntamientos del cambio, vinculados y capitaneados por Podemos, sin negociación ni contrapartidas.

En todo caso, Podemos mantendrá hasta el final la duda sobre esa posible abstención para que Sánchez sea elegido presidente.

Si no se produce, desde el día 5 se abre un nuevo abismo de vacío legal e incertidumbre institucional. Fuentes de la Presidencia del Congreso aseguran que previsiblemente el Rey no hará ninguna nueva ronda de audiencias con los líderes parlamentarios, al menos, de forma inmediata. Felipe VI esperará a que algún líder político le comunique que está en condiciones de someterse al debate y votación de investidura.

En teoría, Sánchez puede ser propuesto más adelante por el Rey aunque haya sido rechazado una vez; Mariano Rajoy puede presentarse aunque haya declinado hacerlo y el Monarca puede proponérselo a cualquier español y mayor de edad si cree que puede obtener apoyos suficientes.

En el caso del líder del PP, todo parece indicar que evitará que el Rey le proponga si no tiene garantizado ser elegido. Se supone que a partir del día 5 abandonará su pasividad para buscar apoyos. El actual presidente en funciones solo puede ser investido con apoyo o abstenciones de Ciudadanos y del PSOE, por eso, no ha dejado de repetir que su opción es un Gobierno de gran coalición entre los tres, cediendo vicepresidencias a Sánchez y Rivera.

Su principal problema es que el PSOE ya ha decidido que el PP es una “partido tóxico” –“antipático”, según Esperanza Aguirre- y ni pactará con Rajoy, ni permitirá que gobierne con su abstención.

Y Ciudadanos está dispuesto a buscar un acuerdo con el PP, pero da muestras de rechazar a Rajoy y presentará como base para el diálogo el pacto con el PSOE que de facto deroga las reformas legales del PP.

La gran pregunta es si Rajoy puede dar un paso a un lado para facilitar el acuerdo y la investidura de otro candidato del PP. Así lo mencionan pero en voz muy baja algunos diputados populares, pero Rajoy lo descarta cada vez que puede hacerlo.

Otra incógnita es si los socialistas a partir del día 5 y si la investidura es frustrada buscarán un acuerdo con Podemos, con abstención o apoyo de los independentistas, recuperando la mesa a cuatro, o si entenderá que sigue en vigor el acuerdo con Rivera que los de Pablo Iglesias han rechazado.

El tiempo hace que haya otros escenarios que se mezclan, como el de las elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco previstas para otoño y en las que Podemos y candidaturas confluyentes como En Marea pueden aspirar a gobernar gracias al PSOE. O la celebración de un congreso del PSOE en el que pueda volver a cuestionarse la candidatura del resistente Pedro Sánchez.

El final de ese camino de inestabilidad sería las nuevas elecciones del 26 de junio cuyo resultado es tan incierto que permite suponer giros ahora no previstos para intentar evitar la nueva cita con las urnas.

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