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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El tipo que destapó todo

El diputado que denunció el caso Nóos en 2006 también descubrió el escándalo de otro de los acusados en un burdel ruso

Íñigo Domínguez
Jaume Matas junto a Antonio Dieguez, en 1999.
Jaume Matas junto a Antonio Dieguez, en 1999.Efe

El juez José Castro, instructor del caso Nóos, ya está a otras cosas. Entraba este miércoles en el juzgado con una carpeta de un accidente de tráfico y se enfrascó en una discusión con un abogado sobre el delito de imprudencia en un choque de bicicletas. No vio el juicio en directo el miércoles, solo por la noche en la tele y, amablemente, declinó hacer comentarios. Ya ha cumplido con su deber. Pero antes de Castro, el primero en cumplir el suyo y destapar el caso, hace ya diez años, fue el abogado y diputado socialista Antoni Diéguez. “Fui al primer congreso que organizó Urdangarín y nada más ver aquello pensé que era raro”, contaba este miércoles.

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Era noviembre de 2005 y ya entonces, asegura, había rumores sobre el duque de Palma, de que andaba detrás de algunos eventos deportivos. Pidió los papeles en el Parlamento a ver qué salía. Diéguez ya tenía una carrera de justiciero contra la corrupción: entre otros, había denunciado en 1992 el caso Calvià, el primero sentenciado por soborno a un cargo público en España. Fue entonces cuando conoció al juez Castro, al que luego volvería a encontrar, y admite que gracias a él aquel expediente llegó hasta el final. “El clima era y ha sido muchos años de total permisividad social. No era nada fácil enfrentarse a quien mandaba, había un rechazo social”, explica. Cuenta que la Fiscalía Anticorrupción no tenía ni idea de delitos administrativos y financieros. Que un policía que cobró fama por saber de eso fue fichado de inmediato por un banco.

Diéguez alucinó con la documentación del famoso congreso: “Tenía un coste disparatado, 1,2 millones, por dos días de trabajo, y pagado por adelantado”. Fue entonces cuando vio la firma del organizador: Nóos. Se metió en Internet y le salió Urdangarin. “Palabras mayores”, pensó. “No creí que acabara en el banquillo, creí que acabaría yo en el banquillo”, sonríe. “Entonces Urdangarín era el yerno perfecto y la reacción fue tibia”. La rueda de prensa en la que pidió explicaciones, en febrero de 2006, es en su opinión el principal argumento contra la defensa de la Infanta. “Desde ese día no puede decir que no sabía nada”, apunta. Pero el caso se durmió hasta 2010, cuando lo reactivó Castro en la gran investigación del Palma Arena.

Diéguez también sacó a la luz en 2004 un asunto sonado que atañe a uno de los acusados que declaró este miércoles, Juan Carlos Alía. Era un alto ejecutivo de Tui, el gran operador turístico, que fichó el presidente balear Jaume Matas para dirigir un ente de turismo, Ibatur, luego implicado en el caso Nóos. Se hizo famoso por un viaje oficial a Moscú para ver un partido europeo del Mallorca del que la delegación pasó facturas. Estaban en ruso y Diéguez las mandó traducir. Algunas eran de copas en un célebre local erótico de la capital rusa, el Rasputín. Salieron en El Jueves, claro, y Alía dimitió.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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