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El PP redobla la presión sobre el PSOE para evitar nuevas elecciones

El partido, volcado en aparentar voluntad de diálogo, advierte de los riesgos económicos de la incertidumbre que provocaría una nueva convocatoria electoral en mayo

Rafael Hernando se hace la fotografía para su credencial en la Cámara Baja, donde ayer formalizó su acta como diputado del PP.
Rafael Hernando se hace la fotografía para su credencial en la Cámara Baja, donde ayer formalizó su acta como diputado del PP.Emilio Naranjo (EFE)

La pelota está en el tejado socialista. Es el mensaje que pretende instaurar el PP, volcado en aparentar voluntad de diálogo y en advertir de los riesgos económicos de la incertidumbre que provocaría una nueva convocatoria de elecciones en mayo. Mientras en el PSOE crecen las voces sobre la necesidad de volver a las urnas, en el PP confían en que los socialistas finalmente cedan y no bloqueen la investidura de Rajoy. Creen que la presión por la situación en Cataluña y un mal pronóstico para el PSOE en caso de nuevos comicios juegan a su favor.

“Si hay nuevas elecciones, está en manos del PSOE”. La frase corresponde al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y resume la estrategia del PP, decidido a volcar la presión sobre los socialistas y provocar finalmente —en la segunda o tercera votación— una abstención que permita la investidura de Mariano Rajoy.

Como un coro ensayado, cada miembro del Gobierno —desde el ministro de Economía al de Exteriores— y del PP repite estos días los males que traería una nueva convocatoria de elecciones a finales de mayo. “Sería un fracaso. No podemos tener el país paralizado seis meses. España necesita certidumbre y estabilidad para seguir adelante con las reformas y no frenar la recuperación económica. El Gobierno de España no puede ser un juego de poder. Hace falta responsabilidad de Estado y confiamos en que todo esto haga reflexionar a Pedro Sánchez”, opina Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas del PP.

Los populares insisten en su voluntad de diálogo “generoso” y presentan la posibilidad de esa abstención del PSOE en el debate de investidura no como un pacto partidista, sino de Estado, para dar certidumbre a los mercados y estabilidad al país. Rafael Hernando, el encargado del PP para negociar con el resto de partidos la composición de la mesa del Congreso, repitió ayer esa idea: “Espero que la gente tenga sentido común. Llevar al país a unas elecciones sería el reconocimiento de la incapacidad de algunos para negociar o para plantear acuerdos”. Lo dijo después de que el propio Rajoy propusiera abiertamente “un Gobierno del PP, con el PSOE y con Ciudadanos” y después de que la formación naranja echara un capote a la estrategia popular de volcar la presión en la sede socialista. “Si el PP consigue apoyos del PSOE para abstenerse en una posible investidura, podrá hablar con nosotros porque nosotros queremos que empiece a trabajar el Congreso de los Diputados para empezar a presentar reformas en España”, declaró Inés Arrimadas.

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Por eso, aunque cada día los socialistas proclamen un no tajante a Rajoy y al PP, los populares siguen insistiendo en esa estrategia de aferrarse al PSOE para permanecer en el Gobierno. “Hay mimbres suficientes para alcanzar un gran acuerdo de Estado”, opinó ayer Hernando.

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En público, el PP justifica su esperanza en lograr ese acuerdo citando el consenso en los grandes asuntos de Estado, como la unidad de España o la lucha contra el terrorismo. Y en privado añaden su propia interpretación de los otros dos escenarios alternativos para el PSOE. Los populares creen, por un lado, que en una nueva convocatoria electoral, los socialistas obtendrían peores resultados que el pasado 20 de diciembre (90 escaños) y por otro, consideran que su electorado tampoco entendería que, en pleno desafío soberanista catalán, el PSOE llegase a un acuerdo con Pablo Iglesias, partidario del referéndum sobre la independencia.

Por todo esto, aunque Pedro Sánchez permaneció menos de 20 minutos con Rajoy el pasado 23 de diciembre en La Moncloa, el PP considera que su rechazo no es definitivo, sino “un primer no”. “Ninguna gran negociación termina en dos cuartos de hora”, afirman desde el partido. “Vino con el no por delante y el presidente no pudo casi ni hablar”, añaden fuentes de La Moncloa, refiriéndose a que Rajoy no llegó a exponer su oferta al líder socialista. “La negociación acaba de empezar y va a continuar, al máximo nivel y por debajo”.

Problemas internos

Después de haber apagado su propio conato de incendio interno, los populares también se sirven de la rebelión en el PSOE para su estrategia de presión sobre Sánchez. Nadie volvió a hablar de la exigencia de José María Aznar en el comité ejecutivo nacional del PP un día después de las elecciones de celebrar un congreso “para elegir a la dirección del partido”. Mariano Rajoy ignoró al expresidente y anunció que repetirá como candidato en caso de nuevas elecciones. En el PP descartan que ese congreso se celebre antes de que España tenga Gobierno. Pero Sánchez no ha tenido tanta suerte con su aireada rebelión interna para la convocatoria de un congreso para reelegir al secretario general.

El secretario de Acción Política del PSOE, Patxi López, calificó de “espectáculo lamentable” esa rebelión de barones, y el PP la utiliza en su favor. “Sánchez se ha preocupado mucho más por marcar liderazgo interno en el PSOE que por el futuro de los españoles. Le pedimos que mire por encima de las siglas”, declaró ayer Andrea Levy. Hernando también les recomienda solucionar cuanto antes lo suyo “para tratar de resolver los problemas importantes”. El diputado continuó ayer la ronda de contactos para la composición de la Mesa del Congreso reuniéndose con Podemos. El 13 de enero deben constituirse las Cortes y todas las fuerzas, salvo el PP, se muestran partidarias de que quien ocupe la presidencia de la Cámara baja no sea del mismo partido de Gobierno.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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