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elecciones generales
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La campaña de la incertidumbre

Los cuatro principales partidos dedican la recta final a explorar los caminos para llegar hasta los indecisos

Jorge Galindo

Con un 41% de españoles que no ha decidido su voto, los cuatro principales partidos dedican la recta final a explorar los caminos para llegar hasta los indecisos. El movimiento más comentado es el achicamiento de espacios que la existencia de Podemos y Ciudadanos le está suponiendo al PSOE. Aplicando la encuesta preelectoral del CIS al actual censo para obtener estimaciones aproximadas, hay 2,8 millones que se están planteando si votar socialista u otra opción. Casi 900.000 sopesan apoyar a Podemos en su lugar; un millón, en hacer lo propio con Ciudadanos. Pero son más todavía, alrededor de 1.200.000, quienes dudan entre PSOE y PP. Así, la tensión a la que está sometido Pedro Sánchez se entiende mejor: no puede descuidar su flanco derecho ni el izquierdo, pero la lucha clásica sigue siendo su principal frente. Ante tal panorama, el socialismo decide empujar a los nuevos hacia los extremos y entablar disputa con el PP a la vieja usanza del bipartidismo. La estrategia dista de ser ideal, como muestra el descenso en las encuestas, pero es la única posible a estas alturas.

Ciudadanos, por su lado, se juega además 1.400.000 votos con el PP. La decisión de ocupar el espacio del centro es como andar por una cuerda floja desde la que tambalearse, como ha sucedido con el tema de la violencia de género. Sin embargo, Rivera no debe llevarse a engaño: de los 2,65 millones de españoles que estarían considerando votar a Ciudadanos, 1,2 millones se situaría en el centro-izquierda (puntos 4 y 5 de la escala ideológica, donde 1 es extrema izquierda), pero solo 650.000 en el centro-derecha (puntos 6-7). Independiente de las siglas con las que se enfrente, Ciudadanos maximiza su botín si ladea a siniestra.

Mientras tanto, el PP puede acceder a dos millones, divididos a partes iguales entre centro-izquierda, centro-derecha y derecha pura. Por eso, desarrolla un mensaje poco ideológico, basado en la experiencia y en la gestión. Semejante estrategia conservadora no puede llevarle muy lejos. Pero tampoco lo pretende el presidente, a quien le basta con conseguir que los otros partidos se peleen entre ellos, asegurando su ventaja respecto al segundo.

Todos parecen concentrar esfuerzos en el centro-izquierda; tiene sentido, dado que la mayoría de votantes se ubican en esta posición. También Podemos está en este terreno. Aunque el partido se haya escorado en los últimos meses, los indecisos dispuestos a votarle están igual en la izquierda (unos 840.000) como en el centro-izquierda (950.000). Es por ello que Iglesias busca (y encuentra) temas comunes: corrupción, puertas giratorias, y una vuelta al marco de referencia de “la gente” contra “la casta”. De momento, tanto la demoscopia como muchos observadores le dan la razón. Sorprendentemente, son los supuestos extremos, Iglesias y Rajoy, quienes mejor están leyendo la incertidumbre.

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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