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Carta a los obispos: “No robarás”

Las organizaciones en defensa del patrimonio público redactan un catecismo contra "el expolio inmobiliario" de la jerarquía católica

Carmen Morán Breña
Interior de la mezquita de Córdoba.
Interior de la mezquita de Córdoba.JUAN MANUEL VACAS

Para el que todavía no sepa qué es una inmatriculación, cuántas ha efectuado la Iglesia en los últimos años o, mejor dicho, por qué se desconoce el número exacto de ellas, y qué leyes las han amparado, acaba de presentarse en Pamplona el Catecismo de la Inmobiliaria celestial. O cómo los obispos usurparon el patrimonio de los pueblos. Bajo el título de No robarás, este cuadernillo resume en unas pocas preguntas y respuestas lo que ha ocurrido en los últimos años, desde que la plataforma navarra movilizó a los Ayuntamientos de la comunidad foral y al propio Parlamento para destapar los más de 1.000 monumentos, fincas, casas, atrios, frontones, que el obispado había puesto a su nombre sin que nadie se enterara, haciendo uso de una ley franquista, hasta la reciente polémica con la Mezquita de Córdoba, también registrada por la Iglesia católica, que ha llevado este asunto más allá de las fronteras españolas.

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El catecismo repasa las leyes que han permitido que los obispos registren como propios miles de inmuebles y hectáreas de toda clase y recuerda cómo José María Aznar les permitió, en 1998, inmatricular también los templos de culto, algo que no había tolerado el régimen franquista. A partir de ahí la catedral de Pamplona, la Giralda de Sevilla, la Mezquita y cientos de ermitas e iglesias se han puesto a nombre del obispado. Todo ello por unos pocos euros. Apenas 25.000 euros por todo lo inmatriculado solo en Navarra, cuando se sacan, dice el documento, millones de euros al año por la venta de las entradas para visitarlos. A ello hay que añadir, en el Catecismo están los ejemplos con nombres propios y bien documentados, que algunos Ayuntamientos han tenido que pagar a la Iglesia para recuperar esos recintos “que levantó el pueblo con su trabajo y que siempre fueron de uso público”.

Las organizaciones (seis en total: la plataforma navarra, la de la mezquita, las Comunidades Cristianas Populares, Europa Laica, la Plataforma en defensa del patrimonio andaluz y Redes Cristianas) sostienen que este patrimonio no se ha inmatriculado, como dice la Iglesia para “dar seguridad jurídica a los bienes” sino para “vender, alquilar, permutar, hipotecar y ejercer dominio sobre esos bienes. En definitiva, para tener un enorme patrimonio con el que financiarse y enriquecerse. Simonía. Una de las octavillas que han circulado por Navarra deja leer: “compro iglesias completas, conventos enteros…”.

El catecismo, redactado por Jesús de Larrainzar, tiene un tono directo e incluye viñetas humorísticas de varios autores, como El Perich, Eneko, Tasio, El Roto, Forges y Hugo Pratt, entre otros. Hace un repaso por la postura que han mantenido los políticos al respecto, incluso ahora que están en campaña electoral, donde los partidos mayoritarios no salen muy bien parados: el PP porque, a pesar de cambiar la ley, concedía un tiempo para que acabaran lo empezado, y porque fue este partido quien les amplió los privilegios en 1998. Y el PSOE porque tenía los diputados necesarios para haber llevado al Constitucional la ley hipotecaria de 1946 y no lo ha hecho, “multiplicando ahora las dificultades para que este patrimonio pueda devolverse a manos públicas”, dicen las organizaciones.

“Un día”, dice el autor, “de no sabemos aún qué año, algún Tribunal Europeo, algún Gobierno sin corrupción, alguna República, algún Papa valiente, alguna Revolución laica o alguna ciudadanía verdaderamente cabreada, recuperará esos bienes públicos y comunales y los devolverá a sus verdaderos dueños, los pueblos, que los levantaron y mantuvieron durante siglos”. Mientras tanto, aquí está este catecismo, “para memoria perpetua de los derechos de los pueblos y vergüenza perpetua de los jerarcas de la Iglesia, tan apegados a los bienes terrenales, cuan alejados del mensaje cristiano”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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