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Merkel considera que “Rajoy es el presidente del millón de empleos”

El presidente español ataca a PSOE y Ciudadanos: "No somos un refresco de moda, fiebre de un día ni una vieja idea fracasada"

Líderes conservadores europeos ensalzan la gestión de Rajoy.Foto: atlas | Vídeo: Uly Martín / Atlas
Javier Casqueiro

"Rajoy es el presidente del millón de empleos". Ese fue el eslogan con el que el congreso del PP europeo y los principales líderes que acudieron a Madrid, en especial Angela Merkel, resumieron el bagaje del presidente español en su objetivo de que gane las elecciones del próximo 20 de diciembre. Todos los oradores ensalzaron los méritos de Rajoy para continuar sus recetas conservadoras frente a la amenaza que observan en las alternativas "socialistas, radicales y populistas". Rajoy aprovechó esa senda para atacar al PSOE y Ciudadanos.

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El objetivo de celebrar ahora en Madrid, durante dos días, el congreso del Partido Popular Europeo, con la relevancia y presencia de una docena de jefes de Estado y de Gobierno, más de 2.000 delegados, 4.500 participantes, y 78 partidos de un total de 40 países, era fundamentalmente valorar las acciones llevadas a cabo por Mariano Rajoy durante su mandato para que gane en las elecciones del 20-D.

Lo expresaron en público varios de los oradores con distintas fórmulas. Otro de los grandes retos de esta cumbre internacional de los conservadores europeos era poner algo de orden en sus diferentes ideas sobre cómo atajar la crisis migratoria y, finalmente, levantar el ánimo a la baja de una ideología que publicita la "seriedad, responsabilidad, el sentido común, el orden y la estabilidad" como sus intocables mantras frente a las nuevas opciones emergentes, que cuestionan y pueden revocar esas formas de gobernar.

Los grandes líderes conservadores europeos, encabezados por Angela Merkel y Nicolás Sarkozy, con los que Rajoy no mantuvo citas bilaterales porque en su equipo argumentan que ya se ven frecuentemente, fueron los que más alabaron el proyecto reformador del presidente español. En el propio encuentro que mantuvieron a puerta cerrada los jefes de las principales delegaciones antes del pleno, Rajoy concluyó que sus "resultados están ahí" frente a lo que considera una evidente "radicalización del PSOE".

Varios jefes de Gobierno de distintos países europeos destacaron en público “el coraje” del presidente español y fue el aún primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, que intervino a través de un vídeo grabado al efecto, el que alertó del peligro de perderse en lo irreal ante la próxima cita electoral con “líderes populistas, radicales y demagogos rechazados por el pueblo”. El ejemplo de Portugal ha sido utilizado durante el cónclave popular como una advertencia de lo que puede suceder cuando se ganan unas elecciones con amplia mayoría (38% de los votos y seis puntos de distancia con respecto a los socialistas) pero la oposición se une hasta con fuerzas que habían sido históricamente rivales y que parecían irreconciliables.

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En el PP español temen que ese sea precisamente el escenario que pueda repetirse tras el 20-D si no logran una muy amplia mayoría. Ni Rajoy ni prácticamente ningún dirigente del PP dudan ahora de que en esa situación Ciudadanos y Podemos apoyarían en España a un gobierno del socialista Pedro Sánchez.

Por eso fue tan relevante para el candidato popular el mensaje con el que llegó Merkel desde Alemania. La canciller recordó la crisis a la que se tuvo que enfrentar Rajoy cuando llegó y valoró cómo está ahora el país, mencionando específicamente que en este tiempo ha conseguido que se creen "un millón de puestos de trabajo". La palabra que repitieron todos los líderes del PP para agradecer a Rajoy sus méritos fue "orgullo".

Fue Antonio López-Istúriz, el español reelegido secretario general del PPE, el que fijó el lema de las jornadas: "Lo van a decir todos, Rajoy es el presidente del millón de empleos". Los datos de la Encuesta de Población Activa del INE conocidos ayer fueron otro regalo en esa línea argumental.

Cuando Rajoy se subió al atril para dirigirse al final de la tarde de ayer a todos los delegados ya se había hecho todas las fotos con los dirigentes europeos que le avalan y mantuvo una cita bilateral con el italiano Silvio Berlusconi, que no habló en público. No le hizo falta elaborar un gran discurso novedoso. Rememoró el estado de "emergencia" en el que heredó España "al borde del abismo" del anterior ejecutivo socialista, lo relacionó con que era un "enfermo y un peligro sistémico" para Europa y lo comparó con el país "responsable" y creíble que ahora firma "los mejores datos de creación de empleo en años".

Un Rajoy exultante elaboró el argumentario sobre las ideas del PP en favor de "la estabilidad y las personas" y en contra "de los fuegos de artificio y de quita y pon y las estridencias".

Toda esa introducción iba encaminada a cuestionar la alternativa del PSOE y de sus hipotéticos coaligados, que para el PP pueden ser tanto Ciudadanos como Podemos. Y a todos les dedicó un dardo final: "Ahora surgen por doquier todo tipo de partidos que lo arreglan todo en media hora y que no han gobernado nunca, que salen al mercado a ver lo qué encuentran". Frente a esos futuribles pactos de "los viejos y nuevos demagogos" Rajoy solo ve la salida del PP y su familia política europea: "Nos somos refrescos de moda, ni fiebre de un día, ni una vieja idea fracasada que se disfraza de novedad".

Aplausos al discurso duro de Orbán

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, rompió el guion de los discursos anodinos y previsibles de los demás líderes conservadores en su intervención ante el plenario del Congreso del PP europeo, la tarde de este jueves en Madrid. Primero alertó de que el reto de la inmigración masiva está ya "desestabilizando el futuro de la familia política" de los conservadores europeos, de varios países y de varios Gobiernos de la Unión. Luego demandó una respuesta clara y firme, con plazos bien determinados, por parte de las instituciones. Más tarde precisó algunas cuestiones en las que no está de acuerdo con el acervo común de sus socios políticos, incluso de las resoluciones acordadas durante el cónclave.

Viktor Orbán entiende que el proceso actual está "descontrolado y desregulado". El primer ministro húngaro rechazó que se pueda considerar el derecho de asilo como una opción que da "libre elección de acogida" en cualquier país, porque entiende que eso no está recogido en ningún tratado. Sostiene que hay que fijar límites a las personas que se puede acoger, que la situación actual supera las expectativas de todos y especialmente de los países fronterizos como Hungría, Austria y Eslovenia, acepta que esas naciones puedan tener una responsabilidad moral, pero matiza que, aunque los asilados o refugiados puedan ser considerados unas víctimas de los malos Gobiernos de sus países, eso no les da derecho a convertir en "víctimas" a los residentes habituales de las naciones que les reciben, que "no pueden actuar contra sus propios intereses".

Orbán señaló tajante que el objetivo de los asilados no puede ser aspirar a "un estilo de vida austriaco o húngaro, porque eso no es un derecho universal, sino de los que han contribuido a ello" y fijó su criterio de que el objetivo con los refugiados debe ser devolverlos a sus países para que tengan allí una vida digna.

El jefe del Gobierno húngaro ve a Europa "debilitada" ante este desafío, "estéril, pero rica" y reclama mayor fortaleza con la puerta del este de la Unión Europea. Orbán se reservó para el final de su alocución, que fue muy aplaudida por los más de 2.000 delegados presentes de 78 formaciones del PPE, de 40 países, una andanada contra la izquierda europea en general. Mantiene que la izquierda sí tiene una "agenda clara y propia" con su apoyo a la inmigración: "Importar futuros votantes de izquierdas con razones humanitarias". Viktor Orbán rechazó tener que apoyar esas ideas y definió su visión de la agenda progresista europea con la inmigración: "Una sociedad sin fronteras, sin naciones, ni tradiciones, ni religiones ni los valores de la familia y la solidaridad". Y enfatizó finalmente: "Que la izquierda europea no asuma la dirección de Europa ni imponga su opinión".

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Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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