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Primera condena de cárcel por enviar yihadistas a Siria

La Audiencia Nacional condena a penas de 12 y 10 años de cárcel a los once miembros de una célula ceutí que envió suicidas a combatir a Bachar el Asad

José María Irujo
En el círculo el jefe, Abdelaziz el Mahdali. Arriba, a la derecha, el menor ceutí Nordin Abderrayat
En el círculo el jefe, Abdelaziz el Mahdali. Arriba, a la derecha, el menor ceutí Nordin Abderrayat

Reclutar combatientes para la yihad en Siria e Irak es un grave delito, según la primera sentencia de la Audiencia Nacional por el envío de muyahidines para combatir a las tropas del presidente sirio Bachar el Asad. El fallo condena a penas de hasta 12 años a los 11 procesados de una célula ceutí desarticulada por la policía en 2013, tras el suicidio en Siria e Irak de los primeros tres voluntarios enviados por este grupo. A estos después les siguieron otros que también hallaron la muerte en ataques en los que causaron decenas de víctimas mortales.

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Enviar jóvenes a la yihad siria se paga muy caro. Karim Abdesalam Mohamed, Marquitos, e Ismail Abdellatif, Stifo, los dos ojeadores que reclutaron, captaron, financiaron y enviaron a una muerte segura a los tres primeros voluntarios ceutíes que se unieron al Frente Al Nusra para derribar al Gobierno sirio han sido condenados a 12 años de cárcel como dirigentes de organización terrorista. Sus otros nueve colaboradores lo han sido a 10 años de reclusión, al ser considerados como miembros del grupo.

Jóvenes casados, con hijos pequeños, una vida estable y trabajo, como el taxista Rachid Wahbi, de 33 años, Mustafá Mohamed Layachi, Piti, de 30, y Mustafá Mohamed, Tafo, conmocionaron el barrio ceutí de El Príncipe cuando en la primavera de 2012 lo dejaron todo, se unieron a las huestes de Al Qaeda en Siria y se suicidaron causando centenares de víctimas. Tras su estela fueron otros ceutíes en busca de la yihad y la muerte y, al menos tres, la encontraron. Algunos como el menor Nordin Abderrayat todavía siguen allí. Todos se enrolaron en la katiba (brigada) Tarik Ibn Ziad que dirigía el marroquí Abdelaziz Al Mahdali, ya fallecido.

No estaban solos. Detrás había una organización, desarticulada por la policía un año después en Ceuta y sus miembros detenidos en la denominada Operación Cesto, juzgados y ahora condenados. "Eran totalmente conocedores de que los voluntarios que enviaban estaban dispuestos a ejecutar acciones violentas con explosivos y a inmolarse nada más llegar para incorporarse a la yihad al servicio de los fines de las organizaciones (Frente al Nusra y Estado Islámico)", dice el fallo de 462 páginas que define a estos dos grupos como terroristas.

Para el tribunal, los 11 condenados "denotaron una gran radicalización religiosa, estaban preparados para la acción y tenían un propósito decidido de contribuir eficazmente a la imposición violenta de sus dictados mediante la ejecución inmediata de atentados en Siria, país al que fueron enviados por la célula ceutí, en la que todos se integraron voluntariamente, y por la marroquí, que operaba en estrecha relación con la anterior", señala el fallo, cuya ponente ha sido la magistrada Concepción Espejel.

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La sentencia describe con detalle el liderazgo de Marquitos, de 41 años, y Stifo, de 40, ambos ceutíes. El primero se encargó de captar y organizar el viaje de los suicidas. Tenía en su poder el teléfono de Al Mahdali, el marroquí que acogió en su brigada a los voluntarios. El segundo, entonces residente en Bruselas, hizo frecuentes viajes a Turquía para organizar el paso de los muyahidines por la frontera con el norte de Siria. Los voluntarios se "occidentalizaron" antes de viajar, se afeitaron la barba y el pelo, vistieron con ropa moderna y cambiaron sus pasaportes.

Entre abril de 2012 y junio de 2013 la red envió al menos a 28 yihadistas, de los que nueve eran ceutíes y miembros de la célula y otro marroquí al que uno de los ahora condenados acompañó hasta Algeciras (Cádiz). Ocho de ellos murieron en Siria e Irak y seis de ellos eran ceutíes, según señala el fallo que ha impuesto las penas solicitadas por los fiscales Vicente González Mota y Javier Zaragoza. La condena sienta jurisprudencia y allana el camino para futuros juicios a los detenidos de otras células por reclutar voluntarios para la yihad siria.

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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