_
_
_
_
_

Chivite: “No íbamos a vivir bajo el aire irrespirable de la dictadura”

Un acto en Madrid recuerda el 40º aniversario de las últimas ejecuciones del franquismo

De izquierda a derecha, el abogado Juan Aguirre, Manuel Blanco Chivite y Pablo Mayoral.
De izquierda a derecha, el abogado Juan Aguirre, Manuel Blanco Chivite y Pablo Mayoral.

Un homenaje a la resistencia antifranquista, convocada en Madrid para el próximo 26 de septiembre, se propone exigir justicia y conmemorar con testimonios personales, música de autores, lecturas y audiovisuales el 40º aniversario de los cinco fusilamientos de militantes antifascistas que, en 1975, rubricaron con una estela de sangre el final de la dictadura del general Francisco Franco. Al acto asistirán supervivientes del proceso que condenó a muerte a tres miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de la rama político militar de ETA y sentenció a largas penas de prisión a nueve personas más. La edad media de los cinco condenados a muerte —José Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo, Ramón García, Juan Paredes Manot y Ángel Otegui— era de 25 años. Las condenas nunca fueron revisadas ni anuladas.

Más información
¿Qué queda del franquismo?
Sangre inútil
Las presiones internacionales no pudieron frenar los cinco fusilamientos del 27 de septiembre de 1975
Dos de los seis indultados por Franco en 1975 continúan su militancia política
27 de septiembre: 30 años después
"No tuve juicio, ni abogado, ni sentencia, mi familia me sigue buscando"
El péndulo de la memoria

En el homenaje madrileño, que se celebrará en el auditorio Marcelino Camacho (Lope de Vega, 38), participarán los cantantes Luis Eduardo Aute, Manuel Gerena y Patxi Andión; los grupos Suburbano y Adebán; los actores Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Olalla y Cristina Maristany; y letrados como Juan Aguirre, Marino Benítez de Lugo y el jurista argentino Carlos Slepoy, instructor de la acusación contra ministros y funcionarios del régimen franquista por "crímenes contra la humanidad".

16 horas para preparar una defensa

Los procesos que les llevaron ante el pelotón de ejecución, "sin garantías jurídicas de ninguna clase", explica el abogado Juan Aguirre, "se vieron salpicados de evidentes irregularidades". Aguirre las menciona: "Desde el hecho de disponer tan solo de 16 horas para preparar la defensa de nuestros defendidos condenados a muerte, hasta la expulsión mía y de otros letrados de la sala a punta de pistola, la falta de un acta de acusación e, incluso, la ausencia completa del enunciado del cargo de asesinato entre la fundamentación de las condenas, sustituida por la de insulto a las Fuerzas Armadas".

Aquellas ejecuciones, consumadas en Madrid, Burgos y Barcelona, marcaron el principio del fin de un régimen dictatorial que, a la sazón, quedó internacionalmente aislado. Así lo anuncian dos condenados a muerte, posteriormente conmutados por largas condenas, Manuel Blanco Chivite y Pablo Mayoral, y el abogado Juan Aguirre, uno de los letrados que valientemente les defendieron en aquellos procesos, que tildan de farsa, en un acto celebrado este viernes en el Club Internacional de Prensa de Madrid ante dos decenas de corresponsales extranjeros acreditados en España.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Franco desatiende al papa Pablo VI

Hasta 12 Estados retiraron aquel septiembre de 1975 a sus embajadores de Madrid y una ola de indignación recorrió las principales cancillerías europeas. El papa Paulo VI pidió clemencia para los reos, sin que su ruego fuera atendido. Durante aquel mismo año, según denuncian los convocantes del homenaje, al menos 28 civiles —dos de ellos, de nacionalidad alemana— fueron ametrallados o tiroteados hasta morir en distintos puntos de España por las entonces llamadas fuerzas de orden público, en actos como una demanda popular de agua en la localidad sevillana de Carmona azotada por la sequía o por el reparto de repartir octavillas en una fábrica.

La represión contra la protesta obrera, estudiantil y campesina en demanda de libertades y de mejoras salariales se extendió a todo el país, sometido total o parcialmente a varios estados de excepción —supresión de todo tipo de garantías— y a una sinfonía de tiroteos, encarcelamientos, torturas, exilio, multas y despidos laborales sin el menor control de quienes impunemente las aplicaban y cuyo proceso judicial reivindican los convocantes del homenaje, apoyando la demanda del juez argentino Carlos Slepoy.

Los otros amnistiados, sin detención ni juicio

"Nosotros, que pertenecíamos a una juventud no dispuesta a vivir en el aire irrespirable de una dictadura, fuimos juzgados con sus leyes terroristas y nosotros queremos hoy que sean ellos juzgados con las leyes democráticas", explica el periodista Manuel Blanco Chivite (San Sebastián, 1945), que se libró del paredón a cambio de una condena de 30 años de prisión. Blanco Chivite sería amnistiado con el advenimiento de la democracia. "No sé por qué tenía que ser amnistiado alguien que, como mis compañeros y yo mismo, cumplimos con nuestro deber de resistir a un régimen tiránico".

Blanco Chivite invoca incluso al pensador católico español y gran tratadista de la soberanía popular y el derecho de Gentes Francisco Suárez, "que ya en el siglo XVII justificaba el tiranicidio cuando el tirano ultraja la justicia y oprime a su pueblo". Y añade: "La ley de Amnistía de 1978 incluía dos artículos: el que se me aplicó a mí, detenido, juzgado y condenado; y un segundo artículo, en el que se amnistiaba a quienes hubieran podido cometer acciones punibles desde las fuerzas represivas del régimen".

Blanco Chivite muestra su sorpresa: "Es decir, que se amnistió también a quienes ni habían sido nunca detenidos, ni procesados, ni juzgados y cuyas acciones criminales contra los que resistíamos al franquismo quedaban así impunes". Recuerda que tres militantes de su organización, el FRAP, habían muerto en anteriores fechas por disparos de la Policía o de la Guardia Civil, como el caso de un compañero de militancia en Reus de apellido Marcos, al que evoca.

Pablo Mayoral, otro de los condenados con una larga pena de prisión, 24 años, señala por su parte que recibió la noticia de la muerte de Franco tras las rejas, "por la algarabía que escuché en el patio de la cárcel procedente de los presos comunes". Ya en libertad, asegura que nunca se cruzó con torturadores o jueces, ni tampoco con familiares de las víctimas atribuidas por el franquismo a su organización. Blanco Chivite niega que el FRAP fuera una organización armada, "porque no teníamos armas, a no ser que una escopeta de caza fuera considerada procedente de un arsenal", ironiza.

A la pregunta de si se consideran, o no, responsables de la democracia surgida durante la transición, Pablo Mayoral, señala: "Aquellos hechos del 27 de septiembre, gracias al sacrificio de nuestros compañeros y a las luchas colectivas contra la dictadura, marcaron el inicio del declive del franquismo que preludió la democracia".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_