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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los otros

Una victoria de Mas se explicaría, sobre todo, por incomparecencia del adversario

Fernando Vallespín

Los catalanes y los vascos siempre fueron los otros de una determinada concepción de España, y hay muchos catalanes que no concuerdan con la aventura soberanista de la lista Juntos por el Sí. Son los otros de un nosotros catalán hipostasiado los que no se ajustan a la pauta única de una supuesta autenticidad nacional, los que no comulgan con la idea de que su identidad debe conducirles irreversiblemente a la independencia. Estos otros son los que aquí me interesan. Porque siento que su situación no es nada fácil y se asemeja a un híbrido entre orfandad y desánimo. Porque se les bombardea con mensajes confusos desde las instancias políticas y mediáticas de uno y otro lado del Ebro que sólo contribuyen a aumentar su perplejidad ante las próximas elecciones.

Desde una orilla se les dice que todo es posible, que ha llegado el momento de la verdad para Cataluña, y que esta se concreta en el acceso a un Estado propio. Ahora o nunca. Nadie quiere ser aguafiestas y es difícil hurtarse a lo que se presenta como un inexorable movimiento de la historia. Más todavía si puede tener consecuencias en el mundo de las relaciones personales. Desde Tocqueville sabemos, además, de la dificultad de disentir de lo que irrumpe a lomos de una mayoría aparente. Se acalla a los no convencidos y se les introduce en —¡maravillosa metáfora!— la “espiral del silencio”.

Desde la otra orilla, por el contrario, se afirma que todo eso es pura fantasmagoría. Todo son amenazas y el anuncio del apocalipsis. Tu destino no es la Dinamarca mediterránea, sino ¡Albania! Además, tranquilo, estas elecciones no son plebiscitarias por mucho que así se presenten, la ley —y Merkel— te amparan, con lo cual se lanza un mensaje implícito a la no movilización. ¿Qué incentivos tendrían para hacerlo si se les dice que todo eso no es más que un simulacro sin consecuencias prácticas? Nadie les ofrece un argumentario digno de este nombre que les permita salir airosos de las cenas familiares o con los amigos. Todo son referencias vagas a mantener el statu quo o un indefinido orden federal. Les falta una verdadera discusión sobre posibles terceras vías a la que poder adherirse. Una victoria de Mas, por tanto, se explicaría sobre todo por incomparecencia del adversario.

A los humanos nos gusta imaginarnos como seres binarios: de izquierdas o derechas, nacionalistas o no nacionalistas, blancos o negros. Pero todos sabemos que lo que predomina es una maravillosa gama de tonalidades de gris. El éxito del astuto Mas estriba en haber sabido conducir el conflicto en clave binaria. Sabe muy bien que este país sigue siendo taurino y que eso de entrar al trapo lo llevamos en los genes. Andreotti tenía razón, nos falta finura. La independencia de Cataluña puede ser imposible, pero no porque lo diga la ley o Europa, sino por nuestros quinientos años de convivencia conjunta. Y porque España, Cataluña y Europa somos plurales y así hemos de saber convivir. Si no, ¿para qué sirve la política?

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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