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La interminable familia Mendes

El cabecilla de una mafia de regularización ilegal de inmigrantes desarticulada por la policía en Almería tenía registrados 22 hijos

Patricia Ortega Dolz
Un agente mira uno de los pasaportes falsos de Guinea-Bissau
Un agente mira uno de los pasaportes falsos de Guinea-BissauPOLICÍA NACIONAL

Rui Mendes llegó a España hace 20 años, desde Canchungo, una ciudad de unos 7.000 habitantes al noroeste de Guinea-Bissau, en la que de cada mil, 200 llevan ese mismo apellido, muy extendido en esa región. Desde entonces, cuando contaba solo 25 años, vive en la barriada de Las Norias, en Roquetas de Mar, una localidad almeriense en la que con los años se han ido asentando miles de inmigrantes subsaharianos. Mendes, habría sido uno mas, de no ser porque hace unos meses la policía descubrió a través de la Oficina de Extranjería almeriense que tenía 22 hijos registrados a su nombre, aunque en realidad vivía con su mujer y tres de sus vástagos en una casita baja colindante con los invernaderos que pueblan la zona.

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La investigación de Mendes, que el pasado mayo se presentó de nuevo en la oficina de extranjeros para obtener una nueva tarjeta de residencia por reagrupación familiar de otro supuesto hijo, ha llevado a los investigadores de la Brigada de Extranjería a destapar toda una red de ciudadanos de Guinea-Bissau dedicados a obtener premisos de residencia por el mismo método y al módico precio de 4.000 euros "más los 500 de la documentación falsa". En total, y hasta el momento porque la operación continúa abierta, son 49 los detenidos, 29 acusados de falsedad documental y 20 por un delito de favorecimiento de la inmigración ilegal.

"Era imposible que fuese su hijo por la escasa diferencia de edad", comenta uno de los investigadores. Ese exceso de confianza o esa falta de cuidado llamó la atención de las funcionarias de la oficina de Extranjería que alertaron a la policía. Junto al clan de Mendes, se descubrieron otros clanes familiares, concretamente siete, que también se apellidaban Mendes y cuyos pasaportes habían sido expedidos en muchos casos en la embajada de Guinea-Bissau de Lisboa. "Muchos eran pasaportes verdaderos pero con datos falsos", apunta un investigador. "Las embajadas no tienen muchas veces recursos para comprobar si un pasaporte es falso y expiden otro idéntico, con los mismos datos, pero ya verdadero, lo que nos complica mucho las cosas", señala el agente.

En estos momentos la investigación se cierne sobre otros 15 clanes en la provincia almeriense, entre las zonas de Roquetas y la Mojonera, lo que da una idea de la generalización de la estafa. A medida que unos obtenían la nacionalidad se convertían en reagrupadores de otros. Se da el caso de otro ciudadano comunitario originario de Guinea-Bissau con otros 15 hijos registrados, incluidas dos parejas de gemelos, pero solo tres de todos ellos eran biológicos. La mayoría de los detenidos proceden de Canchungo o localidades limítrofes de esa región. Y casi todos los documentos falsificados incautados (pasaportes y partidas de nacimiento) tienen la misma tipografía y el mismo sello, lo que indica que hay una persona o varias en esa zona del país africano que es clave en la red, porque falsifica los papeles en origen.

Pasaportes diplomáticos made in Guinea-Bissau

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El pasado mes de febrero el Gobierno de Guinea-Bissau anunciaba que bloquearía el tráfico de pasaportes diplomáticos de de servicio en ese país tras comprobar que existían más de 1.600 documentos fraudulentos de posesión "de personas fuera de la actividad diplomática" que habían podido ser vendidos por unos 50.000 dólares. El ministro de Asuntos Exteriores del país africano, Mario Lopez da Rosa, reconocía la existencia de "una verdadera mafia", mostraba entonces su sorpresa y se expresaba en estos términos tajantes: "Tenemos una ley sobre la asignación de pasaportes. Las personas que no cumplan con las condiciones verán retirados sus documentos pura y simplemente".

Meses más tarde, el pasado junio, Aldo Dario Herchhoren, un ciudadano argentino de 77 años, era detenido por la Guardia Civil en Guadalajara por hacerse pasar por un cónsul honorario de Guinea-Bissau, que había participado en varias charlas con ese título hasta en la Universidad Carlos III de Madrid. Entonces fue el propio embajador del país africano quien denunció a ese viejo conocido de la policía por haber protagonizado en el pasado otras estafas semejantes. "Aldo", como le conocían popularmente, se anunciaba por Internet y recibía y asesoraba a ciudadanos del país africano en sus trámites. En su casa, donde ubicaba su "oficina", se encontraron sellos del consulado, tarjetas de visita, documentación con membrete y varios pasaportes de supuestos clientes.  

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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