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“Un maltratador nunca puede ser un buen padre”

Los protocolos para proteger a hijos de víctimas de violencia de género no se aplican

Agentes de la Guardia Civil, en el domicilio del hombre de Moraña que degolló a sus dos hijas el 30 de julio.
Agentes de la Guardia Civil, en el domicilio del hombre de Moraña que degolló a sus dos hijas el 30 de julio.O. CORRAL (EL PAÍS)

Cuatro menores supuestamente asesinados por sus padres en apenas una semana. Desde 2013, un total de 18 niños víctimas mortales de la violencia de género. Sobre el papel, España dispone de protocolos que alertan de la necesidad de vigilar y proteger a los hijos de mujeres maltratadas, pero los expertos denuncian que no se están poniendo en práctica y que los agresores siguen disfrutando de visitas sin supervisión o de la guarda y custodia de sus hijos que les conceden los jueces. “Un maltratador nunca puede ser un buen padre”, advierten.

El Gobierno acaba de aprobar una Ley de Infancia que reconoce como víctimas directas a los hijos e hijas de las mujeres que sufren violencia de género y que recuerda a los jueces que siempre deben pronunciarse sobre las medidas cautelares (régimen de visitas, guarda y custodia...) que les afectan. Al hacerlo, viene a reconocer que la protección de los menores sigue siendo una asignatura pendiente en España, algo con lo que coinciden los expertos consultados. El debate se reabre después de conocerse que un hombre presuntamente mató a su mujer y a sus dos hijos en Castelldefels (Barcelona) y luego se suicidó y que otro degolló a sus dos hijas en Moraña (Pontevedra).

La ONU alerta por los niños asesinados por sus padres

El Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, en sus siglas en inglés) examinó el mes pasado el cumplimiento por España del tratado que prohíbe la discriminación de la mujer. Reconoce el avance que supuso la Ley de Violencia de Género, pero en una de sus conclusiones destaca que le preocupa "especialmente" el número de casos de niños asesinados por "padres violentos durante el ejercicio de sus derechos de visita". Este comité precisa que fueron 20 entre 2008 y 2014. "La preocupación del CEDAW es real y está fundada. Casos como el de Ángela siguen sucediendo", asegura la abogada Tania Sordo.

El CEDAW condenó a España en agosto de 2014 por no proteger a Ángela González, una mujer víctima de violencia de género y a su hija, a la que el maltratador asesinó en 2003 en una de las visitas fijadas en la separación. González había denunciado a su exmarido en 30 ocasiones y se había negado reiteradamente a que viera sin supervisión a la niña. España ha rechazado repetidamente compensar a la mujer por la negligencia.

El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad solo tiene contabilizados los casos de menores víctimas mortales por violencia sexista desde 2013. En estos dos años y medio, le constan 11, a los que habría que sumar tres en investigación (dos en Villajoyosa y uno en Rincón de la Victoria) y los cuatro ocurridos esta semana. No hay datos sobre cuándo se producen estos asesinatos, pero la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas asegura que una veintena en la última década sucedieron durante visitas del padre o bajo su custodia.

“Lo primero cuando se produce un caso de violencia de género debería ser evaluar sistemáticamente el riesgo que corren niños y niñas, pero en muchos casos son los propios juzgados los que no lo hacen y aseguran que no es necesario”, señala Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y exdelegado de Violencia de Género entre 2008 y 2011.

“Todavía se normaliza o se minimiza la violencia de género, que tiene raíces muy profundas”, asegura Tania Sordo, abogada de Women’s Link especializada en derechos de las mujeres. Uno de los estereotipos es el de que un hombre puede ser buen padre a pesar de ser un maltratador. “El proceso está fallando. A muchas víctimas se les resta credibilidad. No se les acredita la condición de víctima y los jueces no intervienen para valorar el interés superior del menor, que siempre debe ser superior al derecho del padre de ver a sus hijos”, añade. Tanto Sordo como Lorente relatan casos de niños que manifiestan temor a quedarse con sus padres, testimonios recogidos en documentos, pero que finalmente no se tienen en cuenta. La convención de los derechos de los niños, ratificada por España, señala que “se les debe escuchar conforme a su madurez y edad y tener en cuenta sus opiniones”.

Los expertos recuerdan que este tipo de violencia no se dirige físicamente a la mujer, pero va directamente contra ella. Los hijos son el canal que usan para hacerle el mayor daño posible. “El componente vengativo forma parte de uno de los motores de estos delitos. La venganza, la ira, el machismo, la impulsividad, la obcecación con la pareja, el trastorno emocional son otros de ellos”, apunta Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona.

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Lorente no cree que en la proximidad en el tiempo de estos dos casos haya un efecto llamada. Ver otros casos “refuerza al maltratador y hace que piense más en el posible crimen”, señala, pero opina que se trata de actos normalmente premeditados y planeados con antelación.

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El PSOE reclamó ayer un sistema de valoración de riesgo que facilite a los jueces la adopción de medidas para proteger a los hijos de la violencia de género. Ha presentado una proposición no de ley en el Congreso. El ministro de Sanidad, por su parte, pidió que se denuncie más. Las denuncias, sin embargo, no siempre evitan la tragedia. Una de cada tres mujeres asesinadas el año pasado (54) denunció a su agresor.

Marisa Soleto, de la Fundación Mujeres, apuntó a otro problema: la formación de quienes intervienen en un caso de violencia de género. “Cómo es posible —señaló sobre los asesinatos de Castelldefels— que después de varias intervenciones de los Mossos, aunque no mediase denuncia, nadie se plantease que había que hacer una intervención de protección de los menores que vivían allí”. 

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