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Podemos afronta el 27-S con una creciente presión sobre su estrategia

Las catalanas representan para el partido de Iglesias y el banco de pruebas definitivo para el plan electoral de las generales

Francesco Manetto

Podemos cierra el curso con un reto y un aviso sobre la mesa. La formación que lidera Pablo Iglesias ha experimentado en el último año un ascenso que ha revolucionado el mapa político entre cuatro contiendas electorales. Se proclamó principal partido de la oposición y señaló al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como su principal adversario. Impulsó las candidaturas que ahora gobiernan en las principales ciudades y apoyó al PSOE en aquellas comunidades, como Castilla-La Mancha o Extremadura, en las que los socialistas podían ser alternativa al PP. Tras las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, Podemos ha hecho equilibrios entre responsabilidad institucional y la audacia que definió su proyecto desde sus inicios. Después del verano, el principal reto estará en Cataluña, donde el partido emergente defiende el derecho a decidir pero busca convertirse en el mayor rival de la hoja de ruta soberanista del presidente de la Generalitat, Artur Mas. Íñigo Errejón, número dos de la formación, desembarcará en Barcelona para dirigir la campaña de la lista de unidad acordada con ICV y EUiA y encabezada por Lluís Rabell.

El reto del 27-S es doble porque esa cita coincide con la precampaña de las generales previstas para el otoño. A pesar del descenso sufrido por Podemos en las encuestas de los últimos meses, los dirigentes del partido confían en remontar cuando vuelvan a poner en marcha su maquinaria electoral. La disputa tendrá dos vectores: la seducción de los votantes que tradicionalmente han apoyado al PSOE y la pugna por el llamado voto del cambio, que volverá a enfrentar a Iglesias y Albert Rivera, presidente de Ciudadanos.

Tras las elecciones autonómicas y municipales, además, a la dirección de Podemos se le ha abierto un frente que cuestiona, interna y externamente, la estrategia elegida para presentarse a las generales en solitario, con su nombre y logo. Las voces que demandan una candidatura de unidad popular, esto es, una alianza con IU, Equo y movimientos sociales, se han multiplicado. Tras la constitución de los Ayuntamientos, el pasado 13 de junio, se empezó a fraguar Ahora en Común, una plataforma que busca reeditar el éxito de las candidaturas encabezadas por Manuela Carmena y de Ada Colau. Iglesias, proclamado candidato sin competidores a pesar de las duras críticas internas al diseño de las primarias, optó entonces por blindar su plan con una consulta a las bases. La cúpula de Podemos no quiere ser identificada con un frente de izquierdas, y sus simpatizantes avalaron el plan: solo podrá haber acuerdos territoriales en Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares y Galicia.

Pero nada está escrito en piedra, como recuerdan muchos de los principales dirigentes de Podemos. Todo se puede modificar. Alberto Garzón, candidato de IU, vinculó esta semana el éxito de una posible lista unitaria a escala nacional con el resultado de la candidatura Catalunya sí que es Pot. Por eso quizá esas elecciones representen para Podemos también un aviso. Sobre el alcance de su proyecto político y la posibilidades reales de cambio en las elecciones generales.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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