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España manda ahora en Europa menos que hace 20 años

El fiasco de la candidatura de Guindos al Eurogrupo evidencia la falta de españoles al frente de las principales organizaciones internacionales

Miguel González

Perdida la Presidencia del Eurogrupo, a la que aspiraba el ministro de Economía Luis de Guindos, el Gobierno se ha fijado como objetivo colocar a un español al frente del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el fondo de rescate europeo, que dirige el alemán Klaus Regling. El fiasco de la candidatura de Guindos ha dejado en evidencia la falta de españoles en los puestos más relevantes de la UE y, en general, de las organizaciones internacionales. Aunque su presencia entre los altos cargos de las instituciones europeoas ha crecido en los últimos años y supera ya el 8%, brillan por su ausencia en los los puestos de mayor peso político.

Javier Solana, secretario general de la OTAN y Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad; Federico Mayor Zaragoza, director general de la UNESCO o Rodrigo Rato, director gerente del FMI son historia. Hoy no hay ningún español al frente de los principales organismos internacionales.

La derrota de la candidatura de De Guindos ha sido más humillante porque con la presidencia del Eurogrupo se quería compensar la pérdida de peso en la Comisión Europea, donde España pasó de tener un vicepresidente (Jaquín Almunia) a un comisario (Miguel Arias Cañete). El Gobierno replica que Cañete gobierna dos antiguas comisarías, Energía y Cambio Climático, y recuerda que ni Alemania, ni Francia ni Reino Unido tienen vicepresidencias, pero admite que España está “subrepresentada” en los máximos niveles de la UE y ese fue uno de los argumentos de De Guindos.

Seguramente exagera el líder del PSOE, Pedro Sánchez, cuando compara la presencia institucional de España en la UE con la de Chipre, pero ya puede mirar con envidia a su vecino Portugal, que no solo tuvo al anterior presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, sino también al actual vicepresidente del BCE, Vítor Constancio.

El embrión del futuro FMI europeo

M. G.

El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que aspira a dirigir España, es el fondo de rescate creado para apoyar financieramente a los países del euro y recapitalizar sus bancos. Desde su creación en 2012 lo dirige el alemán Klaus Regling, quien ya dirigía la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (EFSF), antecedente del MEDE. Repling tiene un contrato por cinco años, que en teroría expira en 2017. Se trata de un puesto meramente técnico, pero los expertos creen que está llamado a ganar protagonismo si el MEDE se convierte en embrión de un futuro Fondo Monetario europeo.

Precisamente fue la pérdida de un asiento en el Comité Ejecutivo del BCE el mayor agravio para España. Rajoy sostiene que, cuando llegó a La Moncloa, ya estaba perdido el puesto, pero fuentes comunitarias matizan que fue el empeño del Gobierno en cambiar de candidato —Antonio Sainz de Vicuña en vez de José Manuel Campa— lo que decantó la partida a favor de Luxemburgo.

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El Gobierno confía en recuperar la silla española en el directorio dl BCE, pero tendrá que esperar hasta 2018, cuando concluya el mandato de Constancio.

El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, niega que España haya perdido influencia en la UE, presume de llevar la voz cantante en las relaciones europeas con Latinoamérica o el Mediterráneo y considera una “simplificación notable” juzgar la presencia institucional por el caso De Guindos.

Según datos de Exteriores, el 8,2% de los altos funcionarios de la UE son españoles, lo que supone casi un punto por encima de la cuota del 7,3% que la Comisión le asigna en función de su porcentaje de población, número de votos en el Consejo y de escaños en el Parlamento. Españoles son cuatro de los 38 directores generales de la Comisión (algunos tan relevantes como los de Servicio Jurídico o Presupuesto), dos de los ocho del Consejo y dos de los 12 del Parlamento europeo. Además, son españoles dos jefes de Gabinete de comisarios y tres adjuntos.

En el Servicio Europeo de Acción Exterior, el 11% de los puestos directivos los ocupan españoles (por detrás de los italianos y empatados con franceses). España aporta 15 de los embajadores de la UE en el resto del mundo, así como dos adjuntos, una cifra que solo supera Francia. También es español el director ejecutivo de la Agencia Europea de Defensa, Jorge Domecq.

Hay cada vez más españoles en la cúspide del escalafón europeo (en parte gracias a la creación en la Representanción Permanente ante la UE de una unidad dedicada a asesorar y apoyar a los aspirantes), pero faltan en los puestos más visibles, de más sesgo político. En esta carrera de fondo, hay muchos con diploma pero casi ninguno con medalla.

El fenómeno no es exclusivo de la UE. En Nueva York, el español mejor situado es una mujer, Cristina Gallach, secretaria general adjunta de Naciones Unidas y jefa del departamento de comunicaciones e información pública. Un rango equivalente tienen el exalcalde de Barcelona Joan Clos, director ejecutivo de ONU Habitat, y Bernardino León, representante del secretario general de la ONU para Libia.

Rafael Estrella, vicepresidente del Instituto Elcano, asegura que obtener puestos internacionales requiere “una estrategia y un esfuerzo sostenido y compartido” por los distintos partidos. Algo que hasta ahora se ha echado en falta.

El PSOE votó contra Cañete en el Parlamento europeo y no movió un dedo para que los socialdemocratas europeos apoyasen a De Guindos, según se queja el Gobierno. De la actitud del PP da cuenta el tono despectivo con el que su portavoz, Rafael Hernando, se refierió el miércoles en el Congreso a los exministros socialistas en puestos internacionales: “El éxito de un país no radica en el número de altos cargos en las instituciones internacionales, mucho menos si son personas como la señora [Bibiana] Aído, el señor [Joan] Clos o la señora [Leire] Pajín [...] Por no hablar de la señora [Magdalena] Álvarez, que tuvo que dejar el BEI por corrupción”.

El consenso ha demostrado que da frutos. La exitosa candidatura española al Consejo de Seguridad de la ONU la inició Zapatero y la culminó Rajoy. Y la elección del diplomático socialista Bernardino León como mediador en Liba contó con el apoyo de Margallo.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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