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Los líderes históricos andalucistas defienden la disolución del partido

Rojas-Marcos aboga por “la muerte digna” del PA, frente a los que piden una refundación

Lourdes Lucio
De izquierda a derecha, Antonio Ortega, Miguel Ángel Arredonda, Alejandro Rojas-Marcos, Diego de los Santos y Julián Álvarez.
De izquierda a derecha, Antonio Ortega, Miguel Ángel Arredonda, Alejandro Rojas-Marcos, Diego de los Santos y Julián Álvarez.

El Partido Andalucista (PA) se dispone a celebrar su 50 cumpleaños con un entierro. El suyo. Es lo que proponen los fundadores de las históricas siglas, que tuvo en la transición grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados y también representación en el Parlamento de Cataluña. El creador del partido, Alejandro Rojas-Marcos, es el promotor de esta corriente interna, frente a los que defienden la enésima refundación del andalucismo que lleva fuera del Parlamento de Andalucía desde 2008.

Un manifiesto firmado por Rojas-Marcos y otros cuatro expresidentes y ex secretarios generales del PA —Luis Uruñuela, Miguel Ángel Arredonda, Diego de los Santos y Antonio Ortega— propone al conjunto del partido una muerte decente de la formación. “No cabe más que una respuesta de dignidad coherente con nuestra razón de ser: declarar el final de la andadura del Partido Andalucista”, aseguran en un texto remitido a la comisión ejecutiva nacional con fecha del 4 de julio.

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La historia del Partido Andalucista está plagada de mutaciones, enfrentamientos, reconciliaciones. Y está atravesada por el choque de dos figuras antagónicas que desembocó en la ruptura del andalucismo: la de Rojas-Marcos y la del exalcalde de Jerez Pedro Pacheco, que cumple cinco años y medio de prisión por dos casos de enchufismo. También está marcada por grandes errores y bandazos estratégicos como el de permutar en las primeras elecciones municipales democráticas en 1979 la alcaldía de Granada, donde los andalucistas fueron los más votados, por la de Sevilla; el cambio de nombre de Partido Socialista de Andalucía por el de Partido Andalucista; o su oposición total a la reforma del Estatuto de Autonomía en 2007.

Un año después, la marca PA desaparece por primera vez desde las primeras elecciones autonómicas de 1982 del Parlamento. En los pasados comicios de marzo, los andalucistas obtienen solo 60.707 sufragios, el 1,5%. Son el séptimo partido más votado. En las municipales de mayo pasado sacaron 150.655 votos (3,9%) y 319 concejales.

Los fundadores del PA —o la mesa de camilla del partido, como se les apoda— no atribuyen la pérdida de apoyo electoral a sus propios fallos. “Entendemos que la causa de esa desafección radica en la falta de interés del pueblo andaluz, fruto de una insuficiente conciencia de pueblo por tener un partido propio y soberano, es decir, exclusivamente andaluz”. En el manifiesto consideran un “espejismo” el mayor voto obtenido en las elecciones locales y aseguran que la “especificidad” del PA no consiste en “gestionar ayuntamientos”, sino “liberar al pueblo andaluz mediante la construcción de poder andaluz”.

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El quinteto de los “ex” no solo propone el entierro digno del PA (“defenderemos que el Partido Andalucista se retire absoluta y definitivamente de la acción política”, escriben), sino también su incineración política, para que no “sea utilizado políticamente en beneficio de nada ni de nadie”.

Dirigentes andalucistas consultados aseguran que el manifiesto destila el sentido patrimonialista que Rojas-Marcos siempre ha tenido del PA, una formación que él fundó en el tardofranquismo como Compromiso Político, luego mutó en Alianza Socialista Andaluza y en el 1976 en Partido Socialista de Andalucía.

El debate sobre el futuro del PA lo abrió el actual secretario general, Antonio Jesús Ruiz, en una convención en Antequera en mayo de 2015. “El PA tiene que resetearse para poder refundarse”, defendió. Pidió a las agrupaciones propuestas de futuro. Y a la sede han llegado dos: las que proponen su disolución, como la que apadrinan los “ex”, y los que defienden “un instrumento político nuevo” sin ataduras del pasado y desvinculado de sus líderes históricos, pero sin renunciar a una estructura política que ya existe. Ruiz defiende “una refundación de verdad, en una fuerza política más permeable”.

En agosto se celebrará una nueva convención y de ahí saldrá la fecha de un congreso en el mes de septiembre en el que los 4.000 militantes andalucistas decidirán si decretan su defunción o conforman una nueva alternativa política.

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