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El juez Castro sigue, ‘Casa Pepe’ espera

El instructor del 'caso Nóos' seguirá dos años en su juzgado hasta los 72 años

El juez José Castro,en una imagen de archivo.
El juez José Castro,en una imagen de archivo.M. Sáenz Martinez

El juez que a la Infanta en el banquillo de los acusados no será el camarero de Casa Pepe. De momento. José Castro no se retirará en diciembre de 2015, por jubilación forzosa al cumplir los 70 años. Podrá seguir dos años más en su juzgado de instrucción porque la ley ahora le permite retrasar su retiro hasta los 72 años. Meses atrás, el Tribunal Superior de Justicia de Baleares y el Consejo General del Poder Judicial rechazaron su petición de prolongar su actividad.

“Estoy satisfecho… se ha impuesto el sentido común”, comentó al saber que la nueva ley del Poder Judicial permitirá a los jueces extender el ejercicio de la profesión más allá de los 70 años, una posibilidad que hasta ahora tenían solo los magistrados de órganos colegiados (Tribunal Supremo, Salas de la Audiencia Nacional, Tribunales Superiores de Justicia y Audiencias Provinciales). El juez Castro pospondrá el retiro que imaginó cuando le comunicaron que tendría que jubilarse en diciembre: una barra popular de tapas, copas y comidas, casi un divertimento para poder mantener contactos con sus amistades, muchas ajenas al mundo jurídico en casi todos los casos.

Tenía claro que no iba a fichar por un bufete potente de abogados, ni montaría su propio despacho, con sus dos hijos letrados y un tercero procurador. Tampoco entraba en sus planes dedicarse a la política. Desatendió las propuestas públicas y directas para ir en una lista electoral u ocupar en un cargo político. Sondeos y sugerencias hubo. Una de las pasiones privadas es atender a la gente, ejercer de anfitrión tras la pequeña barra de su casa, cerca de la barbacoa, servir asados o bandejas de jamón.

José Castro Aragón, popular por la instrucción del caso Nóos y la imputación de la infanta Cristina, solicitó al Poder Judicial seguir en su juzgado, como juez de apoyo, para cerrar las piezas pendientes de la macrocausa matriz del caso Palma Arena que, entre otros asuntos, atañen a la supuesta financiación irregular del PP y a las concesiones del expresidente balear Jaume Matas.

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Pepe Castro reclama siempre apear el trato y recortar las distancias cuando deja colgada la toga. “Por favor no me llame de usted ni señoría porque me obligará a tratarle igual”, suele pedir a sus interlocutores. A los funcionarios de su juzgado les prepara alguna comida con sus querencias andaluzas —es cordobés— en especial salmorejo, bastante jamón, pimientos, y solomillos a la brasa. Cuentan que tras su cocina abierta en su nuevo piso en la planta 14, ante el mar, tras vender el chalé des Molinar, sigue atendiendo algunos días, paño sobre el brazo y dispuesto a una larga charla. Dicen que pudo ser un buen barman, afable y simpático.

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No se considera “imprescindible”. Su deseo de continuar en el juzgado hasta los 72 años lo explica por razones de vocación profesional y porque considera que no se puede “romper el hilo conductor” de la causa del caso Palma Arena, de las que tiene pendientes de cerrar 16 piezas. Ahora, sin tener que mirar el reloj de arena ni el calendario apretando, seguirá en las nuevas causas que aparezcan en sus turnos de reparto ordinario como juez de instrucción. Y hará, como ahora, guardias.

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