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La exigua huella de Rato en el FMI

Los empleados del Fondo creen que al exvicepresidente del Gobierno le faltaba implicación y capacidad

Rodrigo Rato, en una reunión del FMI en 2007.
Rodrigo Rato, en una reunión del FMI en 2007.MIKE ALQUINTO (EFE)

Su inesperada salida del Fondo Monetario Internacional (FMI) supuso el inicio de la caída de Rodrigo Rato. Tras abandonar Washington en 2007, dos años antes de que terminara su mandato como director gerente del FMI, el exvicepresidente del Gobierno de José María Aznar se adentró en el mundo financiero y allí empezaron sus problemas judiciales: a los pocos meses se incorporó como asesor del banco de inversión Lazard, en 2010 a la presidencia de Caja Madrid y al año siguiente asumió la de Bankia, fruto de la fusión de esa caja con otras seis.

Al margen de ser investigado por su paso por esas tres entidades, Rato se enfrenta desde la semana pasada a una investigación por cinco delitos fiscales, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes por haber presuntamente escondido parte de su patrimonio en el exterior y haber realizado movimientos de divisas.

Rato (Madrid, 1949) asumió la dirección del FMI en junio de 2004, a los tres meses de la derrota electoral del PP. Era la cumbre en la carrera, la consolidación internacional de uno de los actores clave del supuesto milagro económico español.

El único español en llegar a la cúpula del Fondo dejó poca huella en el 1.900 de la avenida Pensilvania. Rato es recordado como un director poco involucrado y falto de capacidad profesional, según el relato de trabajadores del organismo prestamista que coincidieron con él durante su mandato, que finalizó en octubre de 2007, a los cuatro meses de anunciar su dimisión por motivos personales.

La detención de Rato, durante ocho horas el pasado día 17, tuvo lugar en plenas reuniones de primavera del FMI, en las que participaron el ministro español de Economía, Luis de Guindos, y el gobernador del Banco de España, Luis María Linde. El arresto ocupó la portada del Financial Times, el diario de referencia en el Fondo.

Los trabajadores del órgano internacional dicen que pasó
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Un portavoz del FMI declinó valorar la nueva investigación judicial ni la etapa como director del exministro de Economía. En febrero de 2011, el Fondo difundió un demoledor informe de autocrítica sobre su actuación entre 2004 y 2007 —en que tuvo tres directores pero incluye toda la etapa de Rato—, en el que determinó que las deficiencias internas impidieron pronosticar la crisis financiera. Además, el sucesor de Rato, Dominique Strauss-Kahn, y la actual directora, Christine Lagarde, también afrontan procesos judiciales.

Rato pasó “sin pena ni gloria” por el FMI, según los empleados consultados. Sostienen que “no era una persona valorada o querida” aunque no despertaba antipatía. Cuentan que no era accesible y que su tarea no es recordada como “profesional y de involucración en temas internos”.

“Era una actividad menos política de a la que estaba acostumbrado. No acabó de encajarle esa vida”, señala una fuente externa al FMI pero conocedora de la etapa de Rato en la capital de Estados Unidos.

La valoración de Rato entre los trabajadores consultados contrasta con la de Strauss-Kahn, que fue nombrado director en noviembre de 2007 y dejó su puesto en mayo de 2011 tras ser detenido en Nueva York acusado de violación en un caso del que fue absuelto. Al economista francés se le recuerda como una persona “accesible, involucrada, muy buen profesional, que manejaba muy bien las reuniones en el directorio”. Al poco de acceder al FMI, Strauss-Kahn trató de mejorar las condiciones de la plantilla y se sumergió en las políticas internas, según el relato de los empleados. De Rato, en cambio, no se recuerda “ningún hecho que liderara en cuanto a cambio organizativo, estructural, salarial, lo que fuera”.

La valoración del exministro contrasta con la positiva de Strauss-Kahn

El exvicepresidente del Gobierno del PP vivía en una casa de estilo victoriano en el centro de Washington, junto a la plaza de Dupont y a siete cuadras de la moderna sede central del FMI. Entre cada dos y tres semanas, se iba a cortar el pelo a Diego’s Hair Salon, al lado de su casa. “Era una persona muy respetuosa y honesta”, rememora Diego d’Ambrosio, un barbero italiano que desde 1968 corta el pelo a las élites de Washington en su pequeño y humilde establecimiento.

Las paredes de la barbería están repletas de fotografías firmadas por famosos, entre ellos presidentes de EE UU. Cerca del marco de Barack Obama cuelga el de Rato con una dedicatoria en español que reza: “Para Diego con afecto”. D’Ambrosio hablaba con Rato en una mezcla de español e italiano, y dice que le se veía “muy feliz” en Washington. “Cuando se despidió, me dijo: ‘Te echaré de menos”

Los motivos de la salida de Rato del FMI —del que recibe una pensión vitalicia de unos 80.000 dólares— siguen siendo un misterio. Los rumores versan desde que dimitió porque tenía ambiciones políticas en España hasta que fue invitado a irse. “Mis circunstancias familiares y mis responsabilidades, especialmente en lo que se refiere a la educación de mis hijos, son el motivo para renunciar”, esgrimió en su comunicado de renuncia.

Cuando apenas llevaba un año como director, surgieron las primeras críticas a su gestión. En un artículo del diario International Herald Tribune en julio de 2005, citando personas cercanas al FMI, Rato era acusado de estar poco involucrado en las actividades de la institución, de malgastar su tiempo en viajes y de desear la presidencia del Gobierno español. Dos años después, anunciaba su dimisión y dejaba atónitos a muchos. “Conseguirlo fue muy difícil. Fue una sorpresa inexplicable. Era una baza internacional para España”, señala la misma fuente.

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