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“No quiero emborrachar con cifras”

No descarta “a nadie para pactos de dimensión social” y quiere "conversar" con sus rivales

Anabel Díez
Ángel Gabilondo, candidato del PSOE.
Ángel Gabilondo, candidato del PSOE.Alejandro Ruesga

Ángel Gabilondo, catedrático de Filosofía, no olvidará nunca la fecha del 21 de febrero de 2015. Ese día dijo sí a pasar de las musas al teatro; de observar la realidad desde la tribuna de invitados a bajar al terreno; a representar al PSOE como candidato a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Por segunda vez en su vida dijo sí a participar en política después de haber sido Ministro de Educación en el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Han pasado casi siete semanas desde entonces y le quedan siete y media para examinarse en las urnas y, para ello, estudia cada día pero advierte que no piensa “emborrachar a los ciudadanos con propuestas y números”. Sus colaboradores, Oscar López, secretario general del Grupo Socialista en el Senado, y su jefe de Comunicación, Manuel Delgado, se han hecho ya a la idea de que el candidato no es moldeable. “Los ciudadanos no se merecen una proliferación de consignas y exhibición de argumentarios; tampoco de cuentas y números que a veces pueden utilizarse para tapar las ideas”, dice a EL PAÍS.

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Se imagina con desagrado un debate en el que los candidatos empleen “cinco minutos para sanidad, cinco para educación, cinco para urbanismo, cinco para... La gente nos observaría aturdida”. El candidato parece avisar de que no está por la labor de mantener debates sobre “ramales de carreteras o detalles de infraestructuras”, aunque no pierde de vista, en sus dependencias de la plaza del Callao de Madrid, sede del PSM-PSOE, un mapa de la Comunidad que ha colgado, en el que están punteados sus 179 municipios. En otro lado de la pared, tres paneles componen un calendario con el día a día a día hasta la jornada electoral del 24 de mayo. En cada casilla figuran las citas y las reuniones en las que proliferan nombres de expertos y técnicos de las diferentes materias.

Uno no puede ser experto en todo, un sabelotodo, ni decir vulgaridades

Sí está, por tanto, enterándose de la realidad madrileña y no tiene la menor duda de que tiene la mejor de las informaciones y los asesoramientos por todo “el talento y conocimiento” que ha encontrado en el PSM. No lejos de su despacho está el diputado nacional y presidente de la gestora, Rafael Simancas, conocedor al máximo de la realidad madrileña. El conflicto con el anterior equipo dirigido por Tomás Gómez, suspendido de sus funciones y sustituido por una gestora, no impide que tanto Gabilondo como los actuales dirigentes reconozcan su trabajo. La radiografía de Madrid está hecha, pero ahora Gabilondo tiene que hacerla suya. Y a su manera.

Y sus maneras distan mucho de las habituales en política. “Mi pasión es la moderación”, responde cuando se le pregunta por su estilo dialogante y poco dado a la disputa. Educación, sanidad, investigación, la cultura, las artes, el impulso a la actividad económica, son materias en las que desarrollará su proyecto pero, por encima, estará su discurso sobre “el poder cívico” y su intención de envolver su proyecto en “señas de identidad” que conecten con millones de madrileños. Pero sin “colectivismos”. Lo importante es el ciudadano y hay que desterrar la idea de que “la izquierda se ocupa de lo comunitario y olvida la singularidad de cada ser humano”.

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Tiempo y ocasión tendrá de comprobar si su discurso es adecuado ante las estrategias de sus adversarios. “Uno no puede ser experto en todo, ni decir vulgaridades; hay equipos técnicos muy preparados que el candidato no puede sustituir como una especie de saber enciclopédico o de sabelotodo”. Desde esta perspectiva, Gabilondo pretende plantear los debates con el resto de los candidatos “como una conversación; debates para la conversación y la confrontación de ideas”. La solvencia, “¿la dan los números?”, se pregunta, para responderse con un “no”.

Hay que ver a la gente; que no se nos olvide para quién debemos trabajar

Si al final hay conversación, disputa o enfrentamiento se verá en breve, cuando entren en juego la candidata del PP, Cristina Cifuentes; el de Izquierda Unida, Luis García Montero; de Podemos, José Manuel López; de UPyD, Ramón Marcos, e Ignacio Aguado, de Ciudadanos.

Dice Cristina Cifuentes que no conozco Madrid; se puede conocer de muchas maneras”. Frases de esta índole hacen aflorar la condición de profesor de filosofía de este candidato. “Quiero conocer las situaciones de los más desfavorecidos, y de quienes peor lo pasan”. Sí le importa que le puedan situar fuera de Madrid, donde vive desde hace 40 años y donde han nacido sus hijos.

Desde el primer día le persigue la pregunta, como al resto de los candidatos, sobre con quién o quiénes pactará, habida cuenta de la posible fragmentación del voto. Su respuesta, en el fondo, es la misma que dan sus compañeros de viaje, los socialistas del PSOE, pero dicha de distinta forma. “No descarto ningún acuerdo con quien tenga proyectos de gran dimensión social; yo no me fijo en siglas sino en políticas y en quien quiera un pacto por Madrid”. Y al igual que sus correligionarios, no establece ningún compromiso sobre dar vía libre o no a la lista más votada.

“La candidatura más apoyada tendría la legitimidad de intentar aglutinar una mayoría; pero si no lo consigue hay que buscar quién tiene esa capacidad”, responde el candidato, asomándose por segunda vez durante la conversación con EL PAÍS, por los ventanales del despacho. “Hay que ver la calle y ver a la gente para que no se nos olvide para quién tenemos que trabajar”. En la puerta de su despacho ha colocado un cartelito: “Nada grande se ha hecho sin pasión”. Hegel.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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