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Los españoles, entre los menos satisfechos de Europa

La mala salud y el riesgo de pobreza son los principales determinantes de la baja percepción del bienestar

e. g. sevillano

Cerca de un 80% de los ciudadanos europeos puntúan la satisfacción general con su vida con un mínimo de 6 —en una escala del 0 al 10—, según un estudio publicado hoy por la oficina europea de estadística, Eurostat, con motivo del Día Internacional de la Felicidad, que se celebra este viernes. Los españoles están ligeramente por debajo de la media de la UE (7,1), con una puntuación de 6,9. Los datos corresponden a 2013, el primer año en el que Eurostat empezó a medir mediante encuestas algo tan subjetivo como el bienestar que perciben los ciudadanos.

No hay diferencias entre hombres y mujeres, pero sí por grupos de edad

La oficina estadística de la UE constata algo que los expertos ya venían afirmando: que la salud y factores como la situación económica y las relaciones sociales están muy relacionados con la percepción del bienestar individual. “Estar en riesgo de pobreza o en situación de falta de recursos es especialmente relevante”, señala en su análisis Eurostat. Y añade: “Sin embargo, es la mala salud la que impacta de manera más negativa en la satisfacción con la vida”.

Los residentes en Bulgaria (4,8 puntos), seguidos de los de Grecia, Chipre, Hungría y Portugal (todos con 6,2 puntos) son los más infelices con su situación vital, según la encuesta. En el extremo contrario de la escala, y con una media de 8, los habitantes de Dinamarca, Finlandia y Suecia son los más satisfechos, seguidos por los holandeses y los austríacos (7,8).

La edad, la renta y la educación influyen en los resultados, destaca el estudio de Eurostat. No así el sexo, ya que apenas se encuentran diferencias entre la satisfacción que declaran hombres (7,1 de media) y mujeres (7). Los jóvenes entre 16 y 24 años son los que dicen estar más felices con su situación, con una puntuación media de 7,4 puntos que va descendiendo progresivamente a medida que aumenta la edad, hasta situarse en 6,8 entre los mayores de 75 años. La excepción a esta regla general está en países como Dinamarca, Holanda, Suecia, Reino Unido, Suiza y Noruega, donde las personas de más de 65 años dicen estar más satisfechos que los jóvenes.

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La renta está claramente asociada con la percepción de bienestar. Para analizarlo, Eurostat divide a los encuestados en tres grupos por sus ingresos. Tres de cada diez (30,3%) del subgrupo con menor nivel de renta señaló que su nivel de satisfacción era bajo. En cambio, poco más de uno de cada diez (12,2%) del grupo con mayores ingresos dio esa respuesta cuando fue preguntado.

Los resultados también muestran que a más educación, mayores niveles de satisfacción con la vida. El grupo de encuestados con educación secundaria dio una nota media de 6,6. En el caso de los universitarios, esa valoración se elevó hasta 7,6. Sin embargo, esta relación se puede relacionar con otros factores, como admite Eurostat en su informe: “Esto puede explicarse, al menos en parte, por el hecho de que las personas con mayor nivel educativo generalmente acceden a mejores trabajos y a mayores ingresos, lo que a su vez, lleva a una mayor satisfacción con la vida”.

Estos resultados no son homogéneos por países. Por ejemplo, en Suecia no se detectó ninguna diferencia entre ciudadanos con educación secundaria y universitaria. En Dinamarca hay apenas un 0,1 entre la satisfacción que dicen tener unos y otros. En cambio, las diferencias llegan a los dos puntos en Bulgaria y a los 1,6 en Hungría y Croacia.

El mayor determinante a la hora de valorar la satisfacción es, sin embargo, la salud. El informe de Eurostat asegura que “es posible tener una buena vida incluso con mala salud, aunque la probabilidad es cinco veces inferior comparado con los que tienen muy buena salud”. El análisis se detiene también en la comparación entre distintos modelos familiares. La satisfacción entre las personas que viven solas es inferior, en general, a la que manifiestan las parejas, tanto las que tienen hijos como las que no. El caso de dos adultos que viven con sus hijos es el que da el resultado más alto, un 7,4. El más bajo, personas de menos de 65 años que viven solas y familias monoparentales (6,6 en ambos casos).

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Sobre la firma

e. g. sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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