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DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Rajoy quiere seguir y ya promete tres millones de empleos para el futuro

El presidente pide al PSOE que le ayude a no engordar la “demagogia” de Podemos y Ciudadanos, aunque evita citar a ninguno de los dos

Carlos E. Cué

Todo a su alrededor parece hundirse, las encuestas señalan que el PP corre el riesgo incluso de dejar de ser el primer partido de España, pero Mariano Rajoy no solo está dispuesto a terminar tranquilamente la legislatura sino que ya quiere empezar a llenar de contenido y promesas sus próximos cuatro años. El presidente, que ya está en campaña electoral, se anima a lo que era un anatema para el PP: promete la creación de tres millones de empleos en próximas legislaturas, a un ritmo de 500.000 al año.

Unas cifras de mitin electoral que después del panorama absolutamente optimista de la economía que ha trasladado en la primera parte del discurso colocan el debate del estado de la nación, como se esperaba, como una gran plataforma para un año con cuatro elecciones clave, las primeras en menos de un mes en Andalucía. Rajoy lanza así un mensaje no solo a los ciudadanos, sino sobre todo a los cuadros medios y a los barones de su partido, muy nerviosos ante la posibilidad de perder el poder en las elecciones de mayo.

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El presidente les ha dicho a todos alto y claro que no solo piensa agotar con calma la legislatura gracias a su mayoría absoluta, sino que piensa seguir otros cuatro años más y ya está llenando la siguiente legislatura con una promesa tan impactante como arriesgada. Rajoy siempre ha huido de este tipo de número, con el recuerdo de los famosos 800.000 empleos de Felipe González, y Esteban González Pons fue muy criticado internamente por decir que el PP aspiraba a crear 3,5 millones de empleos.

Rajoy es el gran defensor del bipartidismo en España en este momento. Siempre reivindica que los países más importantes del mundo tienen ese esquema político. Y ha hecho gala de esa defensa en varios momentos cuando le ha llegado a pedir al PSOE que le apoye y reconozca que la economía española está mejorando para evitar engordar a Podemos. “Decir que la mejoría actual ha venido sola, que los esfuerzos de los ciudadanos no han merecido la pena, que se podían haber evitado, es la mejor manera de preparar la tierra para que la siembren con éxito los demagogos”.

El presidente no ha citado en ningún momento a Podemos, ni a Ciudadanos, ahora la gran preocupación del PP porque juega en su espacio electoral. Pero todos sus mensajes eran un llamamiento al PSOE y en general a los españoles para que las cosas sigan como siempre, con dos grandes partidos que se disputan las elecciones. Y como contraejemplo, el presidente ha recurrido en todo momento a Grecia.

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Citar a Podemos sería ir contra su naturaleza, puesto que el presidente nunca cita a los problemas por su nombre, incluso obvia los nombres de los protagonistas como hizo con Luis Bárcenas o después con Rodrigo Rato. Él utiliza subterfugios verbales y el de este martes era Grecia. Para él este país representa lo que podría pasar si gana Podemos. “La situación de la economía española es frágil y está expuesta a cambios en la situación internacional y ventoleras ideológicas”, ha llegado a decir. El presidente, un conservador que militó en Alianza Popular desde el primer momento, siempre se muestra en público como alguien que huye de las ideologías.

Rajoy encara así el debate clave, el último de la legislatura, el último de un Congreso aún bipartidista y clásico, fingiendo que fuera no pasa nada, que Podemos no es ya un referente de la oposición, que Ciudadanos no está arrebatando protagonismo y espacio al PP. Dentro del Congreso la realidad es la de 2011, cuando Rajoy vivió el mejor momento de su vida, cuando sacó más escaños incluso que su mentor y rival, José María Aznar. Ahí dentro el presidente se sigue sintiendo cómodo y desde allí reparte algunas buenas noticias en forma de medidas –menos de las esperadas- y sobre todo reivindica el que considera su gran logro: haber resistido las presiones de empresarios y banqueros dentro y fuera de España para que pidiera el rescate. Con ese argumento se prepara para un duro año electoral.

En el fondo es el mismo argumento que utilizó José Luis Rodríguez Zapatero para reivindicar su mandato: él tampoco pidió el rescate. Esa resistencia justifica para ambos todos los sacrificios. Porque aceptar el rescate hubiera sido mucho peor. Y con ese argumento, y la confianza en que los datos económicos van a seguir jugando a favor de su campaña electoral, Rajoy se olvida ya de los viajes internacionales y de la política europea que ha dominado buena parte de su agenda para centrarse en ganarse otros cuatro años en La Moncloa.

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