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Un golpe de mando de larga gestación

Sánchez intentó un abandono pactado, pero Gómez se negó al sentirse legitimado para ostentar sus cargos

Anabel Díez
Tomás Gómez y Pedro Sánchez, el pasado 15 de julio en Madrid.
Tomás Gómez y Pedro Sánchez, el pasado 15 de julio en Madrid.juan espinosa (efe)

La cita se concertó el lunes 9 de febrero a través de las secretarias. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, convocaba a su despacho a Tomás Gómez, líder del Partido Socialista de Madrid (PSM), para dos días después, a las diez y cuarto de la mañana. Sánchez tenía tiempo suficiente, casi una hora, para llegar a su despacho de la calle Ferraz de Madrid desde la Carrera de San Jerónimo. A primera hora cumpliría con su cometido, en la sesión de control del Congreso de los miércoles, de preguntar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

 A las nueve y diez, mientras Sánchez interpelaba a Rajoy, a César Luena, secretario de Organización, sentado detrás de Sánchez, se le notó agitado. De Ferraz le informaban de que el político madrileño, por problemas de agenda, no iba a asistir a la cita con el jefe del PSOE. No acudió a la cita pero sí cogió el teléfono móvil cuando vio en la pantalla el número de Pedro Sánchez.

A las diez y media de la mañana, el secretario general del PSM había sido suspendido en sus funciones y, con él, su Ejecutiva y su comité regional. Ferraz intervenía una federación y colocaba al mando una comisión gestora presidida por el diputado y exsecretario general del PSM, Rafael Simancas.

Andalucía: “Pedro no llamó a Susana”.  Madrid: “No le cogió el teléfono”

En pocas horas, culminaba una operación gestada desde hacía meses, diseñada para retirar a Gómez de la candidatura madrileña. La única duda estaba en si podría llevarse a cabo con acuerdo o por la fuerza; por las buenas o por las malas. Fue un golpe de autoridad amparado por los estatutos, según Sánchez y su equipo, y antiestatutario e injustificado, según el afectado que lo recurrirá por todas las vías posibles.

Tomás Gómez no fue a la cita pero sí cogió el teléfono a Pedro Sánchez: “Quiero que des un paso atrás, ante la enorme gravedad de la situación del partido”. Así traducen las palabras que Sánchez dijo a Gómez en esta conversación sin testigos. “No”, le respondió Gómez, al sentirse legitimado para mantenerse en su puesto. Nunca se sabrá cómo habrían transcurrido los acontecimientos si Gómez hubiera aceptado dar ese paso atrás. Era la segunda vez que un secretario general del PSOE requería al madrileño para que cediera el testigo. En un domingo de agosto de 2011, José Luis Rodríguez Zapatero le había pedido que renunciara a ser el candidato en favor de Trinidad Jiménez. “No”, fue la respuesta. El líder madrileño tenía el apoyo mayoritario para no ceder a las pretensiones. Desde dentro, nunca hubo fuerza suficiente para desbancar a Gómez; tendría que ser desde arriba, pensó el equipo del nuevo secretario general.

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Después de semanas de estudiar los estatutos, el secretario de Organización y técnicos del partido redactaron una resolución que se ultimó en la noche del martes. “La Comisión Ejecutiva Federal acuerda la suspensión de actividad del PSM-PSOE al constatar el deterioro de la imagen del partido ante la ciudadanía y al entender que el PSM carece de la estabilidad orgánica necesaria para afrontar con garantías los comicios de mayo”. No habría vacío de poder. Una comisión gestora, con Rafael Simancas en la presidencia, tendrá todo el poder durante seis meses. Simancas sí dio un paso atrás hace siete años cuando se lo pidió Zapatero, en favor de Tomás Gómez. De todo daba cuenta César Luena a las once y media de la mañana del miércoles, con gesto grave. Lo entendieron los secretarios territoriales, unos informados por Luena y otros por Sánchez. Aceptación general, sí, pero también enorme preocupación por la suspensión de una federación.

Y, de nuevo, se evidenció la distante relación entre el secretario general del PSOE y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. No hablaron. “No la llamó”, aseguran en Andalucía. “No le cogió el teléfono”, dicen en Madrid. El PSOE andaluz supo de la decisión por la conversación entre los número dos, César Luena y Juan Cornejo.

Antes de las llamadas, se había reunido la Comisión Permanente del PSOE en la que Carme Chacón tildó de “error” tal decisión, tampoco compartida por Pedro Zerolo, presidente del PSM, y la madrileña Eva Tamarit.

La investigación sobre el tranvía de Parla y diversas rencillas madrileñas son algunas de las razones que se ofrecen como explicación. Pero, desde hace meses y, sobre todo, en las últimas semanas, las pésimas expectativas electorales son las que esgrimen quienes conocían la operación; de la que supieron Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba.

La operación fue “desde arriba”por el control del partido del madrileño

¿Se hubiera actuado de forma tan expeditiva si Gómez hubiera sido afín a Sánchez? Muchos lo dudan.

La candidatura de Ángel Gabilondo para sustituir a Tomás Gómez para la presidencia de Madrid es la baza principal de Sánchez. Era una apuesta largamente acariciada pero sin viabilidad. Sánchez la encontró con un golpe de mano en la federación madrileña que, según los más veteranos, hubieran querido, por distintas razones, Felipe González, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero no se atrevieron.

Los barones “preocupados” pero con Gabilondo

A. Díez, Madrid

Desde Extremadura a Castilla-La Mancha, Asturias, Castilla y León, Aragón y “sobre todo” Valencia, los líderes territoriales del PSOE acogerán la candidatura a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid de Ángel Gabilondo, con el máximo apoyo. Quienes han reclamado con más fuerza el respeto a las elecciones primarias para elegir a los candidatos muestran “comprensión” por la “excepcionalidad” del caso madrileño. Este es el caso del dirigente valenciano, Ximo Puig, a quien se sitúa en este y en otros actos de la Ejecutiva Federal, a la que pertenece, en posiciones heterodoxas. No obstante, responde indignado ante la más mínima duda de que alberga reticencias respecto a la candidatura de Ángel Gabilondo. “Hay que apoyar a Ángel Gabilondo que es uno de los activos más importantes del progresismo español; apoyarlo para que sienta la máxima confortabilidad en el PSOE y yo le voy a ayudar al máximo”. Este alegato pro Gabilondo, expresado a EL PAÍS, se entiende por la amistad profunda entre Puig y el catedrático de Filosofía.

¿Primarias? “Siempre”, responde, pero en este caso ya no, por la excepcionalidad del momento. “Ya no es posible hacer primarias pero hay que buscar una fórmula de participación”, señala Puig que, no obstante, no abdica de la defensa “de los procedimientos de participación”. El candidato a la presidencia valenciana se sometió al escrutinio de los militantes y de todos los ciudadanos que quisieron participar en sus elecciones primarias abiertas.

El apoyo a la candidatura de Gabilondo vendrá también de Emiliano García-Page. El castellanomanchego y el catedrático chocan con alguna frecuencia con la ortodoxia oficial.

El problema no es Gabilondo, al que los barones apoyarán sin duda alguna, sino el procedimiento de eliminación de un barón territorial. No puede tener queja Pedro Sánchez del acatamiento general a su decisión aunque algunos dirigentes han recordado que el concepto federal del partido, al margen de los estatutos, puede chocar con esa intervención de una federación. Además, les gustaría más diálogo con el secretario general y no el “ordeno y mando”. “El PSOE no es leninista, eso son otros”, dice un barón en referencia implícita a Podemos.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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