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Condenadas dos menores por acosar a otra que se suicidó

Las adolescentes han reconocido los hechos y han sido sentenciadas por delito contra la integridad moral a cuatro meses de tareas socioeducativas

Patricia Gosálvez
Montserrat Magnien muestra una imagen de su hija Carla.
Montserrat Magnien muestra una imagen de su hija Carla.paco paredes

Carla Díaz, de 14 años, se suicidó tirándose de un acantilado en Gijón el 11 de abril de 2013. Sufría acoso escolar. Dos de sus compañeras del colegio Santo Ángel de la Guarda han sido ahora condenadas por un delito contra la integridad moral por acosar a la menor. Las dos chicas han reconocido los hechos y deben cumplir una pena de cuatro meses de tareas socioeducativas "orientadas a mejorar la empatía, mejora del control de impulsos y asunción de las consecuencias de sus actos", según ha informado la Fiscalía de Oviedo.

Tras la muerte de Carla hubo una primera investigación y su madre, Montserrat Magnien,  descubrió entonces que los insultos eran diarios y no se producían solo en el colegio, sino que se sucedían en redes sociales como Facebook, Tuenti y Ask.fm. También descubrió que "las de siempre" le habían tirado a Carla agua de los servicios y que la habían agredido fuera del colegio. A la cara, le decían cosas como “topacio, un ojo para aquí y otro para el espacio". En las redes, compartían imágenes de un POU (especie de Tamagochi) bizco al que llamaban Carla.

Las dos niñas expedientadas por la Fiscalía han reconocido ahora que vejaron a Carla continuadamente durante 2012 y especialmente durante el principio de 2013. Un acoso en el que participaban más niñas pero que ellas encabezaban. “Han admitido todo”, explican los abogados de la madre. "Los insultos y que estas vejaciones ocurrían dentro del colegio”. También, aseguran los letrados, Leticia de la Hoz y Luis Manuel Fernández, "ha quedado claro que el centro no tomó medidas contra ellas ni le comunicó la situación a sus padres". “El siguiente paso, por tanto, es actuar por la vía civil contra el colegio”, concluyen.

“Esta sentencia calla la boca a mucha gente que me ha dado por chiflada, por incoherente", dice Montserrat Magnien con un nudo en la voz. "Ahora ya todo esto son hechos probados. De todas formas, esto es solo el principio de un camino”. La tenacidad de la madre ya consiguió –con la ayuda de sus abogados– que el fiscal de menores reabriese el caso que había sido archivado en enero. Lo consiguió buscando nuevas pruebas de las vejaciones sufridas por Carla en las redes sociales y eliminando la inducción al suicidio de la denuncia.

A pesar de estar satisfecha por la condena, Montserrat considera “ridícula” la pena impuesta a las dos menores (cuatro meses de trabajos socioeducativos). “Es irrisoria, pero es lo que hay”, suspira, y explica que seguirá luchando para “que se reforme la Ley del Menor” y “para ir contra el colegio por la vía civil”. “El colegio es responsable”, dice la madre. Cuando Montserrat empezó a sospechar que algo le pasaba a Carla en el colegio se dirigió al centro. "Son cosas de crías", fue la respuesta entonces, según la madre. “A mí, Carla no me la va a devolver nadie", dice ahora Montserrat, "pero si paro ahora esto va a seguir pasando”.

El escrito de conformidad suscrito por todas las partes refleja que Carla, a finales del año 2012, "comenzó a tener problemas en sus relaciones con los compañeros de clase, principalmente porque algunas alumnas se burlaban de ella por un ligero defecto de estrabismo que padecía o porque se había divulgado en el centro que había tenido una relación con otra chica". "Los incidentes fueron en aumento en el primer trimestre de 2013", indica el comunicado de la Fiscalía de Oviedo, "siendo varias las alumnas que, ante la indiferencia de la mayoría de los demás alumnos, aprovechaban los momentos del recreo escolar para mofarse reiteradamente de Carla Díaz".

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Entre ellas, las que lo hacían con mayor frecuencia y en ocasiones incitaban a otras alumnas a secundarlas eran las condenadas. "Éstas, cuando estaban ociosas o por simple diversión, se dirigían a Carla Díaz para meterse con ella llamándola bollera o virola y en al menos dos ocasiones en el mes de febrero de 2013 la siguieron hasta el baño, obligándola una vez a encerrarse en el retrete para esconderse de ellas y le arrojaron agua por encima de la puerta". El comunicado del ministerio público acaba hablando del miedo que sentía Carla cada vez que se encontraba con sus acosadoras y que le llevó incluso a pedir a su hermana Andrea, de 25 años, que la recogiera cada día a la salida del colegio. La denuncia que presentó la madre de Carla incluía una conversación de Facebook que mantuvieron sus hijas poco antes de que Carla acabase con su vida.

— Carla: “Acompáñame. Contigo no me va a decir nadie nada, no tienen cojones”.

— Andrea: “¿Pero qué pasa nena? Cuéntame”.

— C. : “Na, que se meten conmigo...”.

— A.: “¿Quién? ¿Por qué? ¿Del cole? ¿O de fuera?”.

— C.: “Del cole (...), las de siempre”.

Las mismas que hoy han sido condenadas.

 

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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