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“Me echaron del Ejército por falta de interés. Tenía cáncer”

La Justicia condena a Defensa a readmitir a una soldado enferma

Natalia Junquera

“Hay gente deseando entrar en el Ejército. Si no vales para esto, déjalo”. Fue lo que le dijo un superior cuando la soldado Silvia Ruiz le comunicó, al inicio de unas maniobras, que sentía dolor en el pecho. Era viernes. Ruiz continuó las maniobras hasta el domingo por la noche. El lunes, hizo, con sus compañeros, una marcha entre El Pardo y El Escorial. “Y a las dos de la tarde me dijeron que estaba arrestada 14 días por falta de interés”. El dolor resultó ser cáncer de mama, pero Ruiz cumplió íntegros los 14 días de arresto y se operó poco después. “Primero me sacaron un bulto, luego otro, y finalmente decidieron extirparme un pecho”, relata a EL PAÍS. Tras seis meses de quimioterapia, se incorporó a un nuevo destino. “Y entonces me comunicaron que no iban a renovarme el compromiso [equivalente a un contrato en las fuerzas armadas], que estaba fuera”.

El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura acaba de condenar al Ministerio de Defensa a readmitir a la soldado, a pagarle todos los atrasos —desde mayo de 2013— más intereses y a cubrir las costas del juicio. “No es admisible en modo alguno que las bajas justificadas derivadas del tratamiento del proceso oncológico fueran tenidas en cuenta ya que no pueden recaer en responsabilidad de la propia enferma, que nunca puede ver mermados sus derechos profesionales por padecer la enfermedad”, argumentan. La soldado estuvo de baja 148 días en los que recibió quimioterapia —se reincorporó al trabajo cuando inició el tratamiento de radioterapia—.

La sentencia recuerda que la renovación de los compromisos (contratos) de los soldados profesionales “supone el ejercicio de una potestad discrecional (…) una estimación subjetiva de la propia Administración”. Pero el artículo 9.3 de la Constitución, añaden, “obliga a distinguir netamente entre la discrecionalidad y el arbitrio legítimos y la mera voluntad o el puro capricho de los administradores”.  Para el tribunal, en este caso, la decisión del Ejército no estaba motivada.

“Es algo indubitado que [la soldado Ruiz] no tiene en su expediente faltas graves”, recuerdan. “Y consta igualmente que solo tiene un IPEC [Informe Personal de calificación] negativo, con una puntuación global de 4,8, y otros anteriores positivos con puntuaciones de más de ocho puntos, de modo que las valoraciones que hacen los órganos que han informado el procedimiento y que resaltan la baja en el rendimiento, ausencia de motivación y escaso espíritu de sacrificio, han de ser valorados en su justa medida, esto es inicialmente por entender como de influencia negativa que [la soldado Ruiz] pertenece a la especialidad de administración, y no a la de infantería, y también, dentro de una situación concreta de padecimiento de una enfermedad grave”. “Las cualidades, méritos y forma de actuación de la recurrente han sido consideradas positivas hasta el momento de sufrir la enfermedad”, concluyen.

El abogado de la soldado, Fernando Osuna, que contactó con Ruiz "escandalizado" por su caso y le ofreció gratis sus servicios, destaca que el Ejército podría haberle ofrecido "una vacante para personal con limitaciones por razones médicas", pero que decidió echarla directamente.

Silvia Ruiz, que cumple 35 años el próximo 25 de diciembre, ya está recuperada y quiere reincorporarse cuanto antes al Ejército. No se ha planteado dejarlo. “Yo no soy indisciplinada o desobediente. Yo estaba enferma”, explica. “En mi familia hay militares y mi padre, que es Guardia Civil, ha sufrido mucho con todo esto. Yo hago esto porque me gusta el Ejército. Quizá si hubiera sufrido estas condiciones en una empresa no seguiría, pero me gusta esta vida. Ahora he empezado a estudiar enfermería y me encantaría poder combinar las dos cosas: Sanidad y Fuerzas Armadas”.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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