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Tribuna
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Movilidad del profesor universitario

El autor asegura que faltan incentivos y flexibilidad para cambiar de centro, por lo que no se puede culpar del problema solo a los campus

Frecuentemente el diagnóstico actual que se hace sobre la deficiente movilidad del profesorado universitario español es definido como una actitud endogámica de las universidades. Para entender exactamente lo que sucede y explicar que el problema de fondo es un déficit de movilidad, me voy a permitir exponer situaciones concretas que espero sean bien entendidas.

En los sectores iniciales en la carrera investigadora universitaria es donde existe más movilidad, y la realidad muestra que en cualquier universidad existen becarios para la realización de su tesis doctoral procedentes de provincias o de comunidades autónomas distintas de la universidad receptora, o incluso procedentes de otros países. Por el contrario, cuando se habla de plazas de profesores docentes e investigadores (PDI) en la situación académica superior en la carrera universitaria es cuando se observa que existe una menor movilidad. Habitualmente se comenta que son profesores de la propia universidad los que más frecuentemente ocupan estas plazas y particularmente las de catedrático. Pues bien, quiero resaltar la difícil motivación que puede tener un profesor universitario para poder acudir a otra universidad donde va a encontrar limitaciones muy importantes de espacio disponible, de generación de un nuevo grupo de investigación, de financiación complementaria para la creación de esta infraestructura o de un equipo de investigación complementario, o grandes dificultades para trasladar personal investigador en formación desde su origen a un nuevo destino.

Esta movilidad existe en institutos o centros de investigación que disponen de importante financiación para ella

En España hay ejemplos notorios en los que esta movilidad existe en institutos o centros de investigación que disponen de importante financiación para ella. En ellos se proporcionan facilidades para la movilidad de un profesor investigador senior de calidad, al que se le proporciona un salario incrementado y un apoyo, equipo y financiación complementarios. En estos casos, como he dicho antes, la movilidad sí que existe.

No me cabe duda que la financiación necesaria para una movilidad del profesorado de calidad no es la única dificultad. La institución o el centro universitario necesitan también de incentivos para favorecer la movilidad, para estimular la captación de profesorado externo de la universidad, nacional o internacional, para con ello hacer una formación superior, una investigación o una innovación tecnológica de la mayor calidad. Pero para que esto sea posible es necesario que exista una política activa de incentivación de una función universitaria de mayor calidad y más internacionalización. Para ello los responsables de política universitaria estatal y de comunidades autónomas deben entender que la mejor manera de hacerlo son los incentivos orientados a este tipo de políticas. Deben tener objetivos claros, priorizar y apostar por la financiación necesaria para los mismos.

Es necesario pedirle a las universidades y a sus centros evaluación continua y rendición de cuentas
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Por otra parte, es necesario pedirle a las universidades y a sus centros que la evaluación continua, la rendición de cuentas de su actividad docente e investigadora es una pieza necesaria y esencial para la mejora de la calidad del sistema, al mismo tiempo que es necesario demandar que tengan una flexibilidad en la autonomía de su gobierno que permita responder con agilidad y eficiencia a la exigencia de calidad y excelencia.

Vivimos en una sociedad global y esto es aún más evidente para el conocimiento. La internacionalización de nuestras universidades es responsabilidad de ellas en su autonomía, de sus gobiernos en sus políticas y en su financiación, y de la sociedad en la demanda y exigencia de una formación superior de calidad y una investigación e innovación tecnológica productivas y al servicio de la sociedad. En este contexto la universidad, que es ante todo capital humano, requiere de la movilidad de profesorado investigador internacional porque ésta es una exigencia inherente a la necesidad de un conocimiento global. En el caso de España esta movilidad entre universidades, y también entre comunidades autónomas, no sólo en los niveles iniciales de la carrera académica , sino en las situaciones más consolidadas, es una situación absolutamente necesaria; es un requisito para una actividad universitaria de calidad. Sin embargo, responsabilizar a las universidades de este déficit de movilidad es un análisis simple, tanto más cuando en España la movilidad funcionarial o de trabajadores en los servicios públicos es aún más reducida que en la propia universidad. La descentralización del Estado, la organización territorial del mismo en forma de comunidades autónomas o de cualquier otra forma de organización territorial, tiene que ser compatible e incluso incentivadora de la movilidad si queremos ser un Estado moderno en una sociedad global.

Manuel J. López Pérez es rector de la Universidad de Zaragoza y presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).

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