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La protesta contra la ley del aborto exige a Rajoy que cumpla su programa

Miles de manifestantes piden en Madrid la derogación de la actual norma

Foto: atlas | Vídeo: atlas

Una manifestación contra la ley de aborto, pero también contra el Gobierno y el Partido Popular (PP) por no derogarla, ha cruzado este sábado el centro de Madrid. Bajo el lema Cada vida importa, la protesta —convocada para exigir al Ejecutivo que cumpla su promesa electoral y derogue la legislación vigente desde 2010— ha contado con la asistencia de miembros del PP, entre ellos, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Las asociaciones y familias que se presentan como defensoras de la vida desde la concepción —que cuentan entre sus filas con votantes tradicionales del partido— se han manifestado contra la decisión del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de no reformar la ley que faculta a la mujer a decidir si aborta durante las primeras 14 semanas de embarazo, sin que alegue motivo alguno.

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Los autodenominados grupos provida han reunido a miles de personas y han recorrido las calles de Carranza, Sagasta y Génova, desde la glorieta de Ruiz Jiménez hasta la plaza de Colón. Por el camino se han detenido frente a la sede del PP para pedirle a Rajoy que cumpla su programa electoral. "Rajoy, escucha, cada vida importa", han gritado unos. Otros han preferido abuchear a las puertas del edificio.

"Simplemente estamos reivindicando lo mismo que decía el PP", ha afirmado Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia, uno de los 40 grupos asistentes. El activista ha leído un manifiesto en el que recordaba al Ejecutivo el "compromiso político y moral" que tiene con sus votantes y luego se ha dirigido directamente a Rajoy: "Está en tus manos impulsar que la mayoría absoluta que tu partido tiene en el Parlamento sustituya la ley vigente por una que proteja la vida y apoye la maternidad. Nos prometiste que darías un paso importante en esa dirección y queremos recordarte ese compromiso". Blanco ha aprovechado también para anunciar la convocatoria de otra protesta —prevista para el próximo 14 de marzo— si el Ejecutivo no escucha sus peticiones. "Esto no es un fenómeno pasajero", ha recordado.

Allí le escuchaba Jesús Gonzalo, un profesor de Religión que ha venido ex profeso desde Canarias con su mujer y sus tres hijos, de entre 8 y 13 años. "Sentí una desolación tremenda al ver que el partido al que había votado por este motivo, y no los económicos, incumplía su promesa y retiraba la ley", decía con amargura. Todos en la familia vestían camisetas con el lema de la protesta y ondeaban banderas blancas con la misma consigna: Cada vida importa. Este domingo regresan a las islas, aunque no descartan volver en marzo si por entonces la situación continúa como hasta ahora. "Ampararse en que no hay consenso es ridículo, nunca lo habrá con esta ley".

Los organizadores cifran en 1,4 millones el número de asistentes, aunque la policía lo desmiente
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Con él ha coincidido Ángel Mario Díaz. El hombre, de 60 años, se puso en pie a las 03.30 de la madrugada para viajar en autobús desde Oviedo. "Ahora dicen que necesitan consenso. ¿Qué consenso buscó su mayoría absoluta para aprobar la reforma fiscal o la ley de educación?", se preguntaba mientras sostenía un cartel en el que se leía: "Asturias por la vida".

Familias con niños pequeños, activistas y religiosos han formado parte del perfil de la movilización. En algunas pancartas se leía: "¿A quién vamos a votar ahora?". Palabras como "decepción", "tristeza" y "traición" han sido recurrentes entre los manifestantes. Gloria Maurer, de 43 años, se ha acercado con sus seis hijos, tres de ellos adolescentes que han trabajado como voluntarios durante la movilización. "Tal vez no logremos que deroguen la ley, pero sí que impulsen políticas para que las embarazadas no se vean presionadas a abortar por falta de apoyo", comentaba la mujer, a pie de tarima. "Muchas no quieren abortar y dudan cuando creen que están solas", ha contado esta voluntaria de la Fundación Red Madre, una organización que asiste a mujeres embarazadas.

Ana Botella junto a un religioso durante la manifestación.
Ana Botella junto a un religioso durante la manifestación.SERGIO PÉREZ (REUTERS)

A finales de septiembre, el Ejecutivo retiró por falta de consenso el anteproyecto de ley que buscaba reformar la legislación sobre el aborto. La propuesta —impulsada por Alberto Ruiz Gallardón— pretendía devolver a España a un sistema de supuestos despenalizados, similar al vigente entre 1985 y 2010. En reemplazo, el Gobierno anunció que incluiría, en otra normativa, la obligatoriedad del consentimiento paterno en la interrupción del embarazo en menores.

En algunas de las pancartas de la marcha se leía: "¿A quién vamos a votar ahora?"

Chavales de institutos y jóvenes universitarios, uniformados con chalecos amarillos, han sido los encargados de la logística. Como Alejandro Martínez, un estudiante de 4º de Fisioterapia que se ofreció como voluntario a través de Internet. "El derecho a la vida es el más importante de todos. Si no defendemos que nazca un ser humano, hemos perdido la potestad moral sobre cualquier cosa", ha afirmado tajante. Cerca estaba Miki Barañano, de 18 años. Estudia en la Universidad Pontificia de Comillas, pero ha asistido con sus amigas del colegio. "Nunca ha votado, pero mi familia sí y se siente engañada. Vamos a elegir a un partido que defienda la vida".

Los organizadores han cifrado en 1,4 millones el número de asistentes a la marcha, aunque la policía nacional ha desmentido esta cifra, sin ofrecer su cálculo. "Gracias a todos vosotros quizás el presidente del Gobierno reconsidere su decisión y derogue la ley", ha afirmado Blanco al final de la movilización, tras recordar que los manifestantes no son "cautivos de nadie" y que su voto solo es "prisionero" de sus ideales.

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