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Gran aficionada a los toros y amiga de los toreros

Amaba la fiesta y tuvo la dicha de casar a su hija Eugenia con un matador

Antonio Lorca
La aristócrata con Jackie Kennedy, a quien llevó a ver una corrida a La Maestranza sevillana en 1966.
La aristócrata con Jackie Kennedy, a quien llevó a ver una corrida a La Maestranza sevillana en 1966.EFE

No está claro que la duquesa de Alba fuese una gran aficionada a los toros, pero de lo que no cabe duda es que le encantaban los toreros. No fue la primera ni la última aristócrata que se dejó deslumbrar por los trajes de luces, pero ella, la más noble, la niña bonita de la nobleza, referencia del casticismo más genuino, amante del flamenco y los caballos, pudo presumir de tutear a las figuras de su juventud, enamoriscarse de uno de ellos, mantener supuestos romances con otros, admirar a los artistas, ser amiga de verdad de Curro cuando ambos ya peinaban canas, e, incluso, casar a su hija María Eugenia con el nieto de Antonio Ordóñez, uno de los más grandes.

No está claro que la duquesa de Alba fuese una gran aficionada a los toros, pero sí mantuvo una estrecha vinculación con la fiesta, que promocionó y defendió con su asistencia a actos taurinos, su asidua presencia en las plazas o como anfitriona en una barrera de La Maestranza o Las Ventas de figuras de talla internacional, como Grace Kelly o Jacqueline Kennedy.

Por ser hija de quien era tenía tiempo y posibilidades para dedicarse a aquellas actividades ociosas que el resto de la sociedad admiraba por inalcanzables. Y los toros y su relación con los toreros eran de las más codiciadas en los cincuenta.

Solo tenía 17 años cuando conoció a un veinteañero Pepe Luis Vázquez, tan tímido como de buena planta. Cuando quiso tener con el torero algo más que palabras, el duque de Alba cortó por lo sano aquella relación insana, mandando a su hija a la capital de Inglaterra. De aquellos ardores casi adolescentes quedó, primero, el brindis de un toro en la plaza de Madrid y, después y para siempre, una mutua admiración y una sincera amistad que se mantuvo hasta la muerte de Pepe Luis en mayo de 2012, que Cayetana dijo sentir sinceramente.

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Conoció y admiró a Manolete, a quien invitó a su boda, en octubre de 1947, pero unos meses antes, el toro Islero, en la plaza de Linares, se encargó de trastocar los planes. Fue amiga de toreros y ganaderos, aprendió lecciones de rejoneo de Juan Belmonte, Conchita Cintrón y Ángel Peralta, y parece que llegó a torear a caballo en la intimidad de una plaza de tientas.

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Conoció y admiró a Manolo Vázquez, Miguel Báez Litri, Manolo González, Antonio Ordóñez y José María Manzanares, entre otros toreros de postín, y las lenguas viperinas aseguran que el embeleso con alguno llegó a mayores.

Abrió a caballo el paseíllo en festejos benéficos, lució mantilla blanca y peineta cuando la ocasión así lo requirió, distinguió corridas con su presencia, y como ella no pudo —o no quiso— casarse con un torero, tuvo la dicha de unir a su hija María Eugenia con uno de arraigada dinastía, Francisco Rivera Ordóñez, a quien prohijó hasta que se torcieron las cosas del querer en la pareja y el yerno solicitó la custodia exclusiva de la nieta de la duquesa y el cariño de Cayetana hacia el diestro se volvió inquina. Antes de la ruptura matrimonial de su hija, la duquesa era asidua a la corrida goyesca de Ronda, de cuya plaza es empresario Rivera. Siempre mostró su inclinación por el torero Cayetano, hermano de su exyerno.

Tomó lecciones de rejoneo y  lidió a caballo en una plaza de tientas

Y Curro… Hace 11 años, en febrero de 2003, la duquesa de Alba actuó como testigo de la boda civil entre su amiga Carmen Tello y el matador Curro Romero. Ha sido un largo tiempo de íntima amistad, de admiración correspondida y de un mayor acercamiento de la aristócrata al mundo de los toros.

Ha muerto una señora de la fiesta, que conoció por casticismo y a la que prestigió sin pretenderlo. Ha muerto una aficionada, sin duda; a su noble modo, pero aficionada.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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